Óscar b. de otálora
Sábado, 21 de noviembre 2015, 02:26
Hasna Ait Boulahcen, de 26 años, responde a la perfección al perfil de muchos miembros de grupos terroristas que buscan en la violencia la forma de exorcizar su sucesión de fracasos personales y problemas psicológicos. La joven que falleció en Saint Denis el miércoles había ... tenido problemas con el alcohol y las drogas y, hasta hace poco, era una joven obsesionada con parecerse a una juerguista norteamericana, por lo que siempre iba con un gorro de 'cowboy'. En apenas seis meses, su fragilidad emocional fue aprovechada por las redes yihadistas para convertirla en cómplice de la red criminal que acabaría inmolándose en Saint Denis.
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Pasó de ser una hipotética clienta de Bataclan a ser una cómplice de los autores de la matanza en la sala de conciertos parisina. Su muerte está rodeada ahora de circunstancias confusas ya que, aunque en principio se creyó que se había inmolado al hacer estallar su cinturón de explosivos, las últimas pesquisas han revelado que quien detonó la bomba fue un hombre y no ella. La investigación continúa abierta.
Hasna Ait Boulahcen procede de una familia marroquí que se desplazó a Francia en los años 70. Ella nació en 1989 en Clichy-la-Garenne, un suburbio no muy lejano a Saint Denis y, según la información que están ofreciendo los medios franceses, era la única chica de diez hermanos. Cuando tenía cinco años, tras el divorcio de sus padres, fue enviada a una familia de acogida. Uno de sus hermanos, Yusuf Boulahcen, asegura que desde la infancia ofrecía el perfil de una personas inestable, propensa a las montañas rusas emocionales. «Siempre ha sido una víctima de la violencia. Nunca recibió el amor que necesitaba», afirma.
Tras estudiar en los institutos de los barrios marginales de París, consiguió pequeños trabajos hasta llegar a ser gerente de una empresa de albañilería que cerró recientemente. Sin embargo, nadie la recuerda por su trabajo. En los barrios en los que creció es más famosa por su aspecto occidental y sexy así como por su obsesión por el vodka y las fiestas. Los vecinos y algunos compañeros de estudios señalan que ella era una adicta a los clubs, que incluso viajaba a Alemania porque allí el alcohol es más barato y que salió con muchos chicos, pese a que no tuvo ningún novio. Todos ellos coinciden en señalar un aspecto de su vida: no tenía ni idea de religión y jamás se le vio con un Corán en la mano. Hace más de una década, cuando apenas era una adolescente, fue investigada policialmente por su presunta relación con las drogas. Uno de sus compañeros de juergas ha declarado a un periódico francés: «Ella no tenía amigos reales, solo gente con la que liarse. Creo que tenía muchos problemas personales por su familia».
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«Pequeña alocada»
Las fotografías que colgó en las redes sociales ofrecen la imagen de una mujer obsesionada por parecer atractiva. Siempre con los ojos pintados y con el pelo recogido en coleta, se hizo un selfie en la bañera, en el que muestra únicamente su rostros maquillado y pendientes y collares dorados. Khemissa, una de sus amigas de la infancia, ha señalado que su compañera de estudios era una «pequeña alocada, con una gran alegría de vivir. Había pasado un mal momento y se ha dejado influenciar por estos asesinos».
Al parecer, su vida se quebró hace medio año. Poco después del atentado contra Charlie Hebdo comenzó a adoptar una estética musulmana que no tenía nada que ver con su vida. En sus páginas de las redes sociales pasó de ser una víctima de la moda a fantasear con un viaje a Siria y con la viuda de Amedi Coulibaly, el terrorista que falleció tras asesinar a tres rehenes en un supermercado judío de Saint Vicennes. Sin embargo, daba muestras de su desequilibrio y falta de control. Algunos vecinos aseguran haberla visto vestida con hiyab y bebiendo vodka.
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El presunto viaje a Siria nunca se produjo. Al parecer, por medio se cruzó su primo Abdelhamid Abaaoud, un joven belga que se radicalizó hasta viajar a Siria y convertirse en un terrorista del Estado Islámico. Si ella también quería viajar al feudo del ISIS, la llegada de su familiar cambió sus planes. En algún momento, él la convenció de que anulase esa fuga y se convirtiese en su cómplice de los atentados de París.
El miércoles, estaba en el piso de Saint Denis con su primo y otros miembros de la célula terrorista. Sus últimas palabras antes de inmolarse muestran un perfil extraño y totalmente ajeno a los gritos religiosos de otros islamistas. Cuando un policía le gritó para preguntarle si estaba con su novio, ella le respondió que allí no estaba su compañero. En varias ocasiones pidió ayuda. Finalmente, se produjo una explosión en el piso, al parecer, al inmolarse otro de los cómplices del jefe de la célula que aún está por identificar. Ella murió en medio de las explosiones y el tiroteo que se produjeron a continuación.
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