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óscar b. de otálora
Jueves, 30 de julio 2015, 00:08
Ayer se anunció la muerte definitiva del Mulá Omar, el histórico líder de los talibanes, vinculado para la historia con Bin Laden, -al que acogió en Afganistán para que organizase Al Qaida y el 11 S-; con el tiránico régimen de fanatismo religioso que impuso ... en el país asiático; con su rocambolesca fuga de las tropas americanas y con su hierática figura, marcada por la cuenca vacía de su ojo derecho. Desde el 2001 ha vivido como una sombra, como un fantasma tuerto perdido en algún remoto paraje entre Pakistán y Afganistán. Algo normal para un personaje por cuya cabeza se ofrecía una recompensa de diez millones de dólares y que vivía rodeado de asesinos. Ahora se ha sabido que llevaba dos años muerto.
La noticia de su fallecimiento fue difundida ayer por medios afganos y pakistaníes y confirmada más tarde por la oficina del presidente de Afganistán, Ashraf Ghani. Las causas de la muerte se desconocen por el momento aunque se especula con dos posibilidades: que falleciese de forma natural -en un hospital de Pakistán, al parecer por tuberculosis- o que fuera asesinado por una facción rival dentro de los talibanes. Que su defunción se haya conocido ahora no es casual. El movimiento talibán está sumido en una crisis interna de un alcance difícil de valorar a causa del debilitamiento de décadas de guerra y de la aparición de movimientos islamistas más radicales que ellos, por imposible que parezca.
En este sentido, el Gobierno de Afganistán, al anunciar la muerte de Omar, añadió que esperaba que este fallecimiento sirviera para consolidar un incipiente proceso de paz iniciado entre los talibanes y el Ejecutivo de Kabul. Estas negociaciones, precisamente, son una de las causas de la división en el seno de los talibanes, ya que algunos sectores han considerado que el movimiento oficial está cediendo demasiado. Los disidentes se han acercado a la filas del Estado Islámico, un movimiento cada vez más pujante en Afganistán. En enero de este año, el líder del Estado Islámico (EI), Abu Bakr al-Baghdadi, calificó al mulá Omar de "demente e iletrado príncipe de la guerra", en lo que fue interpretado como una declaración de guerra sin precedentes. Los seguidores del líder tuerto detuvieron entonces a varios miembros del Estado islámico. Se inició una escalada de decapitaciones.
Falsa biografía
En ese contexto se difundió una de las únicas biografías 'oficiales' del mulá Omar. Está escrita por los propios talibanes y al parecer, plagada de mentiras. A la vista del anuncio de la muerte del clérigo se confirma una de las sospechas que barajaron todos los servicios de inteligencia al conocer su difusión: no era más que un intento de ensalzar la figura de un mito -que para entonces ya estaba muerto- con el fin de intentar mantener unidos a los talibanes ante los radicales del EI. La leyenda de secretismo que flota sobre el mulá no se aclara en la biografía. Su lugar de nacimiento es oscuro -algo normal en una zona en la que una afrenta conlleva represalias sobre toda la familia del agresor- y apenas se especula con su infancia en una pobre aldea cercana a Kandahar. Se le describe como un niño que tuvo que abandonar los estudios coránicos tras el fallecimiento del padre y al que la invasión soviética de 1979 llevó a empuñar las armas.
Los talibanes escribieron que su pasión durante la guerra era atacar tanques rusos con un lanzacohetes RPG. Los analistas de inteligencia, sin embargo, creen que fue un comandante de bajo nivel en la lucha contra los comunistas. La hagiografía talibana añade que perdió el ojo en un combate y él mismo se lo arrancó de la cuenca y se cosió el párpado. Otras versiones sin embargo aseguran que fue operado por médicos que no consiguieron evitar la mutilación.
Los soviéticos fueron derrotados en 1989. El mulá Omar comenzó a fundar madrasas (escuelas fundamentalistas) y, según su seguidores, en 1994 tuvo una visión en la que una mujer se le apareció y le comunicó un mensaje: él era el elegido para acabar con el caos de la posguerra y Alá le ayudaría. La biografía oficial oculta uno de los datos claves sobre ese momento. La victoria sobre los soviéticos fue posible gracias al apoyo de Estados Unidos y los servicios secretos pakistaníes, que en ese momento seguían tutelando a los talibanes. Este movimiento islámico radical comenzó a instalarse en Afganistán, al conseguir imponer el orden frente a un país en poder de los señores de la guerra. Omar, según sus seguidores, luchó entre otras cosas contra la pederastia que practicaban los líderes guerrilleros sin afiliación y se le atribuye el haber ahorcado del cañón de un tanque a varios violadores.
Vuelta a la Edad Media
El mulá y sus seguidores consiguieron convertirse en el único poder estable de Afganistán. En los noventa impusieron uno de los regímenes más brutales de Asia al aplicar sin piedad la ley islámica. Los radicales comenzaron a realizar lapidaciones públicas de supuestas adulteras; ejecuciones masivas de homosexuales, prohibieron los deportes o volar cometas, etc.... En unos años, Omar y sus secuaces consiguieron que se país regresara a la Edad Media. Bajó su mandato, por ejemplo, se destruyeron las estatuas de los budas de Wamiyan, unas moles talladas en el siglo V y consideradas patrimonio de la Humanidad.
En esos años, Omar ya había entrado en contacto con Osama Bin Laden, quien fantaseaba con crear -'la base'- Al Qaida, una franquicia desde la que ejercer el terrorismo islámico a nivel mundial. El multimillonario saudí y el andrajoso tuerto estaban unidos por una cosa: el fanatismo más cruel. Pero mientras que Bin Laden multiplicaba sus apariciones públicas en vídeos difundidos entre sus seguidores, el mulá mantenía un perfil social más bajo, aunque ya era el 'Comandante de los Creyentes' y había declarado el Emirato Islámico de Afganistán. El ataque del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas en Estados Unidos se organizó desde el territorio del mulá pero los talibanes lo contemplaron con precaución. El terrorismo global de Bin Laden amenazaba su lucha más local. Como así fue.
El 7 de octubre de 2001, las fuerzas especiales norteamericanas y británicas aterrizaron en Afganistán e iniciaron una de las guerras más bizarras del siglo XXI. Hombres a caballo dirigían misiles guiados por láser. La compra de la voluntad de señores de la guerra a base de millones de dólares y armas permitió acorralar a los talibanes. En enero de 2002, el mulá estaba rodeado por miles de guerrilleros en la zona montañosa de Baghran. Los servicios secretos estaban ya pactando su entrega con los caciques locales cuando Omar consiguió huir en una motocicleta. Su figura se esfumó entre las montañas.
Carta a Obama
Tras la victoria de la coalición aliada en Afganistán, los talibanes se convirtieron en un movimiento insurgente que luchaba contra el ejército americano y el Gobierno títere de Kabul. El mulá pasó a ser una figura que aparecía de forma esporádica, siempre en forma de comunicados amenazantes. El inicio del mandato de Obama cambió la perspectiva en la región, puesto que el nuevo inquilino de la Casa Blanca comenzó a preparar la salida de las tropas americanas de Afganistán. Para ello, reconocieron desde Washington, era necesario pactar con los talibanes. En ese contexto, en 2011, el propio clérigo tuerto envió presuntamente una carta a Obama con el fin de iniciar conversaciones de paz.
La carta -que sí obedecía a la ortodoxia talibán aunque se duda si el autor real era Omar-fue el principio del fin de la supremacía de los seguidores del Comandante de los Creyentes. En ese momento, las noticias sobre la muerte del dirigente radical se multiplicaron. Pese a que en 2013 ya había fallecido, según se ha sabido ahora, los talibanes continuaban emitiendo comunicados en su nombre conscientes de que era su figura más emblemática. De esta forma, en 2014, un texto en nombre del mulá se congratulaba de que cinco talibanes presos en Guantánamo habían sido liberados a cambio de poner fin al secuestro del soldado norteamericano Bowe Bergdahl, el último militar estadounidense en manos de los talibanes. Era todo falso, Omar ya estaba enterrado pero su leyenda oscura permitía seguir utilizando su nombre. Ayer este juego se acabó.
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