Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Yolanda Veiga
Jueves, 10 de noviembre 2016, 02:45
«Pues bien, el agua fluye cuesta arriba, los cerdos están volando y bolas de nieve se acumulan en el infierno...». Con este ánimo afrontaba un columnista de 'The Washington Post' esta madrugada lo que el recuento vaticinaba ya como inevitable. El decía «lo imposible». ... Y lo imposible ha sucedido. Era el título del artículo ('The impossible has happened') y resume un poco el sentir general, al margen de las fobias que despierta en buena parte del mundo un personaje tan estrafalario y faltón. Pero ¿era realmente imposible que ganara Trump? A la vista está que no. No solo era posible, también probable. Entonces, ¿por qué se equivocaron los analistas y las encuestas? A los primeros les traicionó el subconsciente y los sondeos erraron porque los encuestados no dijeron toda la verdad.
«A cualquier analista medio educado, que analiza los hechos con racionalidad, un personaje como Donald Trump, que ha cruzado todas las líneas rojas, le resulta repulsivo», ilustra David Redoli, presidente de la Asociación de Comunicación Política. Por eso y porque «todo el mundo tiene un sesgo cognitivo», los expertos en comunicación política «han tendido a ver de manera más benigna a Hillary Clinton» y han descartado al candidato republicano.
No solo los opinadores, los grandes medios de comunicación también. «Ninguno de los grandes periódicos ha apoyado a Trump», recuerda Redoli. Y secunda Teodoro León Gross, columnista y profesor de Comunicación en la Universidad de Málaga: «El hecho de que 'The Washington Post' titule un artículo de esa manera ('Lo imposible ha sucedido') explica precisamente por qué ha sido posible. Lo que ha ocurrido es que todos teníamos la perspectiva que transmiten los grandes medios. Y esos medios se han situado junto a Hillary Clinton, necesitaban que el triunfo de Trump fuera imposible». Por eso no daban crédito: «La reacción de ciertas élites de medios de comunicación ha sido la perplejidad, pero la realidad va más allá de lo que ellos ven o reflejan».
Los grandes rotativos apostaban por una victoria de los demócratas, y las encuestas la daban por segura, otorgándole a la aspirante demócrata una ventaja de entre tres y seis puntos solo un día antes de las elecciones. «Los sondeos no hacen más que reflejar lo que dice la gente y a mucha gente le daba vergüenza decir que iba a apoyar a Trump. Ha habido mucho voto oculto, ciudadanos que decían que no iban a ir a votar y al final han acabado decantándose por Trump», advierte David Redoli.
El discurso por encima de la verdad
Y emplaza a leer un artículo profético de Michael Moore, publicado hace tres meses, en el que vaticinaba, sin lugar a dudas, un triunfo republicano. «Siento ser el que dé las malas noticias, pero ya os lo advertí el pasado verano cuando dije que Donald Trump sería el candidato republicano a la presidencia. Y ahora traigo unas noticias aún peores y más deprimentes: va a ganar las elecciones. Este ignorante, peligroso y miserable payaso a tiempo parcial y sociópata a tiempo completo será el próximo presidente de Estados Unidos», arrancaba furibundo su post el cineasta estadounidense, conocido por sus posicionamientos progresistas. No solo predijo la victoria de Trump, lo argumentó con cinco razones: el refuerzo de su campaña en el medio oeste, el apoyo del «hombre blanco enfadado» que no está dispuesto a que una mujer (Hillary Clinton) le «mangonee», la «impopularidad» de la candidata demócrata, la dificultad de Hillary para movilizar el voto joven y «la capacidad del electorado para hacer el mal»: «hay gente que quiere ver el mundo arder y enfadar a papá y a mamá».
León Gross coincide en que Hillary Clinton «no ha sabido movilizar» a algunos sectores de votantes, «especialmente al voto blanco sin estudios superiores que normalmente no acude a las urnas y al que Trump ha movilizado con su discurso populista». A propósito de esto el experto introduce una nueva razón que es en realidad un concepto: la democracia post-factual, en la que «el discurso se impone a la verdad». «Daba igual que Trump diera un dato inexacto o directamente falso del paro en un mitin porque lo importante era que su retórica populista iba calando. Lo importante no es la verdad, es la eficacia del mensaje». Una tendencia, moda, nueva forma de hacer política, o de entenderla, que plantea nuevos retos... ¿o más bien amenazas?
Por cierto, que el articulista de 'The Washington Post', el que decía lo de los cerdos volando, acababa su columna resignado, pero algo más animado: «No tengo respuestas, pero estoy seguro de que va a ser interesante ver cómo se desarrolla todo poco a poco».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.