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óscar b. de otálora
Jueves, 26 de mayo 2016, 00:41
El próximo viernes, el presidente Barack Obama visitará el museo de la Paz de Hiroshima, un lugar cargado de historia y simbolismo. La ciudad japonesa fue totalmente arrasada el 6 de agosto de 1945 por el primer artefacto nuclear de la historia, 'Little Boy', la ... bomba estadounidense que cambió la historia e hizo que la 'guerra fría' se percibiera como un viaje al apocalipsis. Cerca de 100.000 personas fallecieron en las primeras horas a consecuencia de la explosión, aunque la cifra de afectados por la radiación es mucho mayor. La visita a Hiroshima, antes de haberse producido, está levantando montañas de crispación en Asia y poniendo de relieve que las heridas de la guerra no se han cerrado.
Obama ya ha asegurado que no se disculpará en Hiroshima por la decisión de Estados Unidos de lanzar la bomba hace 71 años. De forma previa, algunas voces ya se habían alzado en medios conservadores norteamericanos para afirmar que no debería emitirse ningún comunicado de perdón ni realizar ningún gesto. En este sentido, la población norteamericana entiende de forma masiva que el ataque de Hiroshima fue necesario para evitar una matanza de soldados norteamericanos si Japón no se hubiera rendido y hubiera sido necesario desembarcar en la isla. Además, desde que el entonces presidente Truman anunciase el lanzamiento de Little Boy como una respuesta a los ataques de Pearl Harbour, la discusión en suelo estadounidense sobre la oportunidad de iniciar un ataque atómico no se ha puesto en duda. En 2009, cuando Obama ya visitó Japón, en algunos sectores de la prensa más reaccionaria estadounidense se consideró incluso una debilidad que el presidente saludase al emperador Akihito inclinando su cabeza ante él, con lo que el gesto de respeto a la cultura japonés fue interpretado como una cesión.
Días después del lanzamiento de la bomba atómica, en el entonces presidente Harry Truman explicó a los norteamericanos el ataque que acababan de ayer a cabo. Esta fue la justificación del primer ataque nuclear de la historia. «Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado. Con esta bomba hemos añadido un nuevo y revolucionario incremento en destrucción a fin de aumentar el creciente poder de nuestras fuerzas armadas. En su forma actual, estas bombas se están produciendo. Incluso están en desarrollo otras más potentes. Ahora estamos preparados para arrasar más rápida y completamente toda la fuerza productiva japonesa que se encuentre en cualquier ciudad. El 26 de julio publicamos en Potsdam un ultimátum para evitar la destrucción total del pueblo japonés. Sus dirigentes rechazaron el ultimátum inmediatamente. Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como la que nunca se ha visto en esta tierra».
Pero en las últimas semana ha habido más voces que han alertado de que Obama no debía pedir perdón. Entre las 100.000 personas que fallecieron en Hiroshima había un elevado número de ciudadanos coreanos, capturados por el Ejército nipón y trasladados a las islas para que trabajasen como esclavos en las fábricas. Asociaciones de víctimas surcoreanas han hecho públicos pronunciamientos en los últimos días en los que alertan de que pedir disculpas permitiría que Japón se presentase como víctima de la Segunda Guerra Mundial cuando su papel fue el de agresor.
Pero curiosamente, en Japón, las disculpas tampoco son algo que se esté reclamando con urgencia. En 2009, la filtración de documentos de la diplomacia norteamericana a través de 'wikileaks' desveló unas conversaciones entre la diplomacia norteamericana y la nipona en la que se analizaba el inminente viaje a Japón de Barack Obama. Hace siete años, en la complicada jerga diplomática, el miembro del Ministerio de Exteriores japonés Mitoji Yabunaka ya alertaba de que la prioridad debía ser Corea del Norte y su escalada nuclear. Sin llegar a citarlo, la diplomacia de Tokio indicaba que en un momento en el que se estaba viviendo en la región una escalada nuclear, disculparse por la bomba atómica podría ser entendido como una muestra de debilidad. De la misma forma, en medios nipones se interpretó que, en ese momento, una referencia a la bomba atómica podría alentar las protestas de los grupos antinucleares de las islas. Tras el desastre de Fukushima, estas colectivos sin duda estarán mucho más sensibles a cualquier referencia que haga Obama a la energía nuclear.
Asociaciones de supervivientes
Quienes sí han considerado que serían necesarias unas disculpas de Obama son los grupos de supervivientes de Hiroshima. En este sentido, el secretario general de la asociación que reúne a las víctimas de los bombardeos atómicos, Terumi Tanaka, afirmó que una disculpa del Gobierno norteamericano facilitaría la visita de Obama. Asimismo, miembros del Partido Liberal Democrático, al que pertenece el primer ministro japonés Shinzo Abe, que representan al distrito de Hiroshima también han exigido una petición de perdón.
Hace dos semanas, cuando los portavoces de la Casa Blanca explicaron la visita de Obama a Japón, no detallaron cuál será la agenda del presidente estadounidense en Hiroshima. Al ser preguntados sobre si se reunirá con supervivientes de la catástrofe, los portavoces aseguraron que todavía no se conoce qué encuentros mantendrá. En cualquier caso, indicaron, el máximo mandatario ofrecerá «su visión personal» sobre los restos de una ciudad que fue devastada por una bomba atómica. Ensayistas norteamericanos han señalado que la última legislatura de Obama está teniendo un alcance político todavía no analizado con profundidad. Obama, en este sentido, está aplicando giros de 180 grados a temas hasta ahora inamovibles de su historia que marcaban su estrategia internacional. Lo hizo en un primer lugar con Irán, país considerado hasta el verano pasado como parte del Eje del Mal y al que, tras anunciar cambios en su programa nuclear, ha levantado todas las sanciones económicas. Lo mismo sucedió con Cuba, isla con la que se han restablecido las relaciones pese a que desde los años 60 estaba considerada la antesala del infierno.
Para los analistas americanos, Obama podría aprovechar su visita a Hiroshima para continuar la senda que emprendió en 2013 en Berlín, cuando propuso a Rusia «forjar un nuevo marco internacional para el uso pacífico de la energía nuclear» que incluya la desmillitarización atómica. La principal hipótesis es que Obama, en la revisión de la historia estadounidense que está llevando a cabo, utilice su presencia en Hiroshima para inisistir en esa misión antinuclear en su final de mandato. La incógnita es si lo hará con disculpas o sin disculpas.
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