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colpisa / AFP
Martes, 8 de septiembre 2015, 08:28
La justicia argentina acusará del delito de reducción a la servidumbre al exalbañil que encerró durante años a su esposa y un hijo autista en una jaula montada en su casa en el balneario de Mar del Plata (sur), ha informado una fuente judicial.
" ... Es una historia de terror. Entrar a la casa fue ver una verdadera locura", ha dicho a la prensa la fuente judicial. Una denuncia familiar llevó a los investigadores a descubrir que Eduardo Oviedo, de 66 años, mantenía cautivos en su hogar del periférico barrio Las Dalias a su mujer, de 61 años, y a un hijo de 32, ambos con problemas psiquiátricos.
Oviedo, un extrabajador de la construcción, había montado en el fondo de su precaria vivienda una jaula de madera, ladrillo y barrotes. La escena encontrada por la policía fue macabra. Había en el suelo de tierra bolsas con materia fecal, jeringas usadas, bidones con gasolina y comida para perros. Se sospecha que el hijo era alimentado con esa comida para animales.
El joven presenta graves traumas psicológicos y apenas puede hablar. Cuando no se podía dormir en la celda clandestina en la que estaba encerrado, su padre lo obligaba a aspirar gasolina, que lo tranquilizaba, según los investigadores.
Otros hijos de Oviedo, que viven en el barrio, estaban aterrorizados por las amenazas del padre y callaban, aunque al fin decidieron denunciarlo. La justicia acusará a Oviedo de secuestro y reducción a la servidumbre con penas de 15 años de cárcel. Pero por los diversos agravantes, el castigo judicial podría llegar a la cadena perpetua, según las fuentes.
Ambas víctimas permanecían este sábado hospitalizadas tras soportar condiciones infrahumanas. En el suelo de la improvisada celda fueron hallados candados, cadenas y sogas, usadas presumiblemente para maniatar a los cautivos. El acusado le daba de comer a sus familiares a través de las rejas.
Una de las nueras de Oviedo, que ha negado los cargos, ha declarado a la Policía que era "una persona violenta que agredía y amenazaba". "Vino una vez con un hacha en la mano cuando le pedimos que bañara a su esposa y su hijo discapacitado", ha contado la mujer a los investigadores.
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