El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero
Los ‘sapeurs’. Jóvenes en Abiyán, Costa de Marfil. Son seguidores de SAPE, un movimiento que ofrece a base de elegancia otra cara de África.

África levanta cabeza

La pobreza y los conflictos lastran a un continente que, a pesar de todo, ha roto sus cadenas y comienza a despertar

Javier Guillenea

Jueves, 25 de mayo 2017, 01:07

Hace tanto que a África se le considera un continente sin esperanza que esta idea se ha convertido en una especie de accidente geográfico, en un segundo Kilimanjaro que siempre ha estado ahí y nunca desaparecerá. África, sobre todo la subsahariana, ha sido en la ... imaginación occidental un hervidero de guerras, hambre y corrupciones, una tierra exportadora de emigrantes e importadora de limosnas, un lugar incapaz de gobernarse a sí mismo donde la pobreza es un requisito de obligado cumplimiento. Mucho de eso es cierto, pero cada vez menos. Aunque lentamente, el continente ha comenzado a despertar.

Publicidad

Hoy se celebra el Día Mundial de África, un vasto universo compuesto por 54 países que en 2050 tendrá 2.400 millones de habitantes, mayoritariamente jóvenes. Entre 2000 y 2010, según datos del Banco Mundial, creció a un promedio del 5,4% y, aunque este porcentaje cayó posteriormente al 3,3%, aún siguió por encima de las economías desarrolladas. Según el FMI, en los próximos cinco años el continente experimentará un crecimiento medio del 4,3%. En la actualidad, es la segunda región del planeta con más rápido desarrollo económico, después de Asia Oriental.

El cambio es vertiginoso. En solo una década, 187 millones de africanos se mudarán a las ciudades. Muchos de ellos se integrarán en una clase media cada vez más numerosa, con un creciente nivel adquisitivo, un uso generalizado de las nuevas tecnologías y un acceso más fácil a la educación. Dos tercios de las inversiones en infraestructura urbana que se deben realizar hasta 2050 aún no han sido ejecutadas. Las oportunidades son muchas. Los riesgos, también.

La música no suena mal, pero en todo un continente caben muchas teclas y en cualquier momento alguna puede desafinar. África tiene muchos lastres: una pobreza extrema que disminuye pero aún persiste, conflictos étnicos, terrorismo, regímenes corruptos y autoritarios, infraestructuras deficientes y la amenaza del cambio climático. La ausencia de una recuperación significativa de los precios de las materias primas y la desaceleración global del crecimiento económico, sobre todo de China y otros mercados emergentes, han hecho de 2016 un año tumultuoso para economías africanas como Nigeria, Angola, Argelia, Sudáfrica y Congo.

Publicidad

Otros países, en cambio, han sabido diversificar sus economías, se han centrado en la infraestructura energética y han dado prioridad a su industrialización. Entre ellos destaca Costa de Marfil, para el que se prevé un crecimiento medio del 8% durante los próximos años. También parecen tener el viento a favor naciones como Marruecos, Senegal, Kenia y Etiopía, así como Mauricio, Namibia, Ghana, Mozambique, Ruanda, Tanzania, Uganda y Zambia.

«Mejor gobernanza»

«De las diez economías que más han crecido en el mundo, siete son africanas». Luis Padrón, director general de Casa África, un organismo creado en 2006 para impulsar el acercamiento entre España y el continente vecino, es de los que ven la botella medio llena e insiste en que así es como se debe mirar a un territorio que, a pesar de sus recientes luces, aún tiene muchas sombras. «Lo que más nos preocupa es que África está muy cargada de estereotipos y nos cuesta difundir noticias positivas sobre ella, por eso yo reclamo permanentemente que se le dé el mismo valor a lo bueno que a lo malo», señala.

Publicidad

Entre lo bueno, Padrón destaca «una progresiva democratización y una mejor gobernanza del continente», que ha permitido a algunos países «afianzar su desarrollo». «Aunque no ocurre en todos los lados -asegura-, cada vez hay más estados africanos que tienden a mejorar su economía y han aliviado las condiciones de vida de sus ciudadanos».

Carlos Sebastián, catedrático de Teoría Económica de la Universidad Complutense de Madrid, tiende a ver la botella medio vacía, aunque solo sea por prudencia. Él se autodefine como «moderadamente optimista» ante el futuro que se le abre a África, pero no por ello deja de recordar las amenazas que se ciernen sobre un desarrollo económico que apenas ha alzado el vuelo. «Se ha crecido mucho pero el atraso es enorme. En 2015 la media económica de los estados más desarrollados de África era del 12% del PIB de Grecia. El crecimiento existe, pero aún está lejísimos del resto y , además, hay dudas en algunos de estos países».

Publicidad

El gran cambio comenzó a fraguarse a finales del siglo pasado. Carlos Sebastián, autor del libro Subdesarrollo y esperanza en África, señala que entre 1975 y 1995 «el PIB en el conjunto del continente cayó un 1% al año», lo que significa que en dos décadas se empobreció un 20%. Esta caída en picado, provocada por las «políticas depredadoras que aplicaban las clases dirigentes», comenzó a frenarse en los años noventa, cuando, «tras la caída del Muro de Berlín, el mundo occidental empezó a dejar de preocuparse por mantener aliados anticomunistas en África».

Teléfonos móviles

La desaparición de este yugo geoestratégico abrió paso al fin de un expolio que ha traído consigo el lento desarrollo, pero constante, de la agricultura y de los servicios, aunque no sucede lo mismo con las manufacturas. En este aspecto, «el fracaso ha sido total», afirma Carlos Sebastián, que destaca, no obstante, el papel de las nuevas tecnologías en África. «Hay experiencias magníficas de enorme capacidad creativa», dice. En un continente donde el acceso a la electricidad no siempre es fácil, sorprende la elevada penetración de las nuevas tecnologías. «Se utilizan para todo; hay mercados agrícolas donde los precios y tasaciones se hacen con móvil, lo que ahorra a la gente desplazamientos largos por caminos en pésimo estado».

Publicidad

Los africanos han convertido la imaginación en una materia prima, en una herramienta para desarrollar su economía. «Necesitan ayuda de todo tipo, sobre todo apoyo técnico. Lo que pueden hacer en un régimen político no depredador y con asistencia técnica adecuada es enorme», sostiene Carlos Sebastián.

  • EL HAMBRE

  • Que África comience a liberarse de sus ataduras no significa que no persistan graves problemas en un continente donde el hambre y la desnutrición amenazan la vida de decenas de millones de personas. Según datos de Cruz Roja, la zona oriental y el Cuerno de África están siendo las regiones más castigadas. Es allí donde se han multiplicado las necesidades humanitarias, generadas y exacerbadas por la sequía y los conflictos. Actualmente hay más de tres millones de refugiados, principalmente en Etiopía, Sudán, Uganda y Kenia, además de 7,5 millones de desplazados internos en todos los países de la región.

Lo importante es que no haya vuelta atrás, y eso es lo que no está asegurado. Nigeria no termina de levantar la cabeza; Uganda atraviesa por una situación cada vez más deteriorada; en Kenia aún persisten las luchas tribales; la riqueza de Mozambique no llega a la mayoría de la población; y Angola parece retroceder hacia el autoritarismo. A pesar de todo, recalca Sebastián, «lo que está claro es que se ha roto esa cadena que aprisionaba a la mayor parte de África».

Noticia Patrocinada

Prueba de ello es la creciente apuesta del resto del mundo por el continente. China lleva décadas invirtiendo en infraestructuras en economías emergentes africanas a cambio de las materias primas que necesita para abastecer a su población. Entre 2012 y 2013, Japón incrementó su inversión en África en más de 6.000 millones de dólares en campos como energía, transporte, agua y nuevas tecnologías. Países como Turquía y Alemania se asoman a las fronteras subsaharianas en busca de oportunidades. España ya exporta más a África que a Latinoamérica.

El pasado martes el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus se convirtió en el primer africano en ser elegido director general de la poderosa Organización Mundial de la Salud. Este nombramiento es un ejemplo de lo que Luis Padrón denomina la tendencia creciente de África «a jugar en la liga internacional, a intervenir en los asuntos del mundo». «El desarrollo es lento pero se nota», concluye.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad