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Una mujer llora ante el cadáver de una de las víctimas del atentado contra estudiantes cristianos en la Universidad de Garissa.
No se aconseja viajar al paraíso

No se aconseja viajar al paraíso

La expansión de la amenaza yihadista y los atentados de Al-Shabab en territorio de Kenia provocan un descenso en la llegada de turistas

GERARDO ELORRIAGA

Sábado, 25 de abril 2015, 00:16

La desmemoria puede salvar a Lamu. Curiosamente, el olvido ha devuelto la apetencia por conocer una isla peculiar, lugar de bella arquitectura tradicional que aúna influencias locales, árabes, indias y coloniales, donde contemplar los gráciles 'dhows', típicas embarcaciones que surcan los canales que la rodean, y disfrutar de cielos pulcros, bellos arenales y un océano de aguas turquesas. Pero este paraíso de la calma, Patrimonio de la Unesco, se halla a menos de cien kilómetros de la turbulenta Somalia, y no ha resultado inmune a su conflicto. En 2011, el grupo terrorista Al-Shabab secuestró a dos turistas en sus inmediaciones y el año pasado, milicianos masacraron comunidades cristianas del distrito.

El impacto fue inmediato. Tanto el visitante mochilero como el de alto standing que se aloja en sus bellos hoteles de lujo, sacrificaron las ansias de exotismo. "Ha sido un desastre", explica Ricardo Selas, fundador de la ONG Anidan e impulsor de una casa de acogida infantil en esta antiquísima cuna de la cultura swahili. "Mucha gente depende de la hostelería y la caída redujo drásticamente el empleo". Algunas fuentes señalan que esta zona experimentó una caída del 90% de la ocupación a lo largo de la pasada temporada, mientras que otras auguran que la masacre de la Universidad de Garissa del 2 de aril, en la que murieron cientos de estudiantes, puede liquidar el turismo keniano, que supone el 10% de la economía de la potencia del Cuerno de África.

Curiosamente, el desconocimiento del cliente occidental, más allá de los tópicos, y la habitual falta de interés de los medios de comunicación hacia lo que ocurre al sur del Sahara, resultan positivos para la supervivencia del sector, capaz de atraer a los que reclaman aventura, pero también a quienes desean el relajo playero. "Cada vez pasa menos tiempo entre la crisis y la recuperación", confiesa el cooperante y se remite al éxito obtenido por una feria gastronómica recién celebrada. Sin embargo, también admite que el mercado inmobiliario local permanece estancado y muchos trabajadores han emigrado ante la falta de perspectivas laborales.

La masacre estudiantil ha provocado consultas, pero ninguna cancelación, en las agencias de viajes consultadas. No hay previsiones de reducción de viajes, aunque alguna reconoce el temor ante un significativo descenso en el periodo estival. Sin embargo, el último incidente tan solo puede agravar una crisis en la que confluyen varios factores. "Kenia estaba muy relacionada con los viajes de novios y los safaris. Es por tanto un producto de mayor poder adquisitivo y desde el comienzo de la recesión se ha notado que la demanda ya no es la de antes", reconoce Paloma Rodríguez, responsable de producto vacacional en Destinia.com, y alude a la competencia del sudeste asiático, el Caribe, Turquía, China o India.

Un mapa soluciona muchos problemas en Kananga, otra de las especializadas en grandes viajes. "Nos sentamos con el cliente que se cree que el país está sumido en una guerra civil y le explicamos que los parques naturales se encuentran muy lejos de las zonas sensibles", señalan. ¿Lamu? "Ya no se visita". ¿Nairobi? "Llegamos al aeropuerto y partimos hacia las reservas naturales".

Alarma en la costa del Índico

La costa del Índico, allí donde Ernesto de Hannover montaba sus trifulcas, y Flavio Briatore construyó un complejo de cinco estrellas, se ha convertido en un área sacrificada por numerosas empresas del ramo. El Gobierno de Gran Bretaña, antigua metrópoli y origen de buena parte de sus asiduos, mantiene una alarma sobre el territorio. Los atentados de mayo de 2015 en Nairobi provocaron la evacuación de medio millar de ingleses que disfrutaban del turismo en la región de Mombasa.

La provincia nororiental nunca ha estado entre las sugerentes propuestas que encontramos en los folletos, pero la cornisa litoral ha sido preferida por europeos, norteamericanos y japoneses, ha constituido el emplazamiento para una segunda residencia de sibaritas italianos o, tal vez, el consuelo sexual de maduras austriacas, según narraba la película 'Paraíso: Amor' de Ulrich Seidl. Desgraciadamente, el auge del islamismo, combinado con las pretensiones separatistas, amenaza con arruinar su variopinto atractivo. "Está cerca de Somalia y proporciona una fácil ruta de fuga. No hay más remedio que ser consecuente", advierte otro portavoz.

La conjunción de advertencias que desestimaban la estancia para británicos, franceses, australianos y estadounidenses provocó un desastre sin precedentes la pasada temporada, tal y como revela un informe de la patronal local. Menos del 20% de las camas disponibles fueron ocupadas y se perdieron en torno a 25.000 empleos.

La expansión del yihadismo ha suspendido, quizás para siempre, viajes que conjugaban escenarios exóticos y el peso de la historia. El paraíso tropical se suma a las ruinas sirias de Palmira o a la misteriosa Tombuctú. Pero no se puede culpar exclusivamente al extremismo religioso del declive de, siquiera, la costa del Índico. "La necesidad de vacunarse también retrae", reconocen otros operadores. La contundencia de los números también disuade: "El precio de ocho días en Tailandia es similar al de cuatro en Kenia".

El desconocimiento, esa tara que, algunas veces, resulta tan beneficiosa, también puede volverse un factor muy negativo. La usual indiferencia hacia los problemas africanos se convirtió en atención preferente cuando el ébola se expandió y voló, literalmente, hacia Occidente. Poco importaba que entre Nairobi y la capital liberiana se extiendan unos 8.000 kilómetros. "La epidemia provocó un descenso porque para muchos clientes África es un país, grande, sí, pero sin apenas distinciones".

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