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Lunes, 12 de diciembre 2016, 01:52
El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, eligió ayer a un hombre tranquilo y previsible para que lidere el nuevo Ejecutivo encargado de ocupar el vacío de poder que dejó la dimisión la semana pasada de Matteo Renzi después de perder el referéndum ... constitucional. Se trata de Paolo Gentiloni, ministro de Exteriores en el Ejecutivo saliente y con un perfil en las antípodas de su antecesor en la jefatura de Gobierno. Algo gris, sin una corriente que le respalde en el Partido Democrático (PD) y con escasa capacidad para emocionar a las masas, Gentiloni no parece que vaya a hacerle sombra a Renzi, que al impulsar a un hombre de su máxima confianza para sucederle facilita su eventual regreso al poder tras los comicios que sigan a la pendiente reforma de la ley electoral.
El escenario de un Renzi bis parece probable con Gentiloni a las riendas del país durante unos pocos meses, mientras que se habría complicado si en su lugar se hubiera convertido en primer ministro Dario Franceschini, titular en funciones de la cartera de Cultura, o algún otro dirigente del PD de mayor peso político. El propio Gentiloni dejó clara su adhesión a Renzi en el breve discurso que hizo ayer en el Palacio del Quirinal, sede de la presidencia de la República, después de que Mattarella le encargara la formación del nuevo Gobierno. Comentó que merecía el «respeto de todos» la «coherencia» mostrada por su antecesor, ya que cumplió con su compromiso y se negó a repetir en el cargo por haber sido rechazada su propuesta de reforma constitucional.
Que Mattarella haya confiado en Gentiloni para guiar el próximo Gobierno puede desvelarse una apuesta acertada. Y no sólo para los intereses personales de Renzi. De 62 años y con una larga carrera a sus espaldas como militante izquierdista, pacifista y ecologista, la idiosincrasia del próximo primer ministro parece la más adecuada para destensar el país después de los duros meses previos al plebiscito del pasado 4 de diciembre. También serán necesarias sus virtudes de cara a la dura negociación que se avecina en los próximos meses entre el PD y el resto de formaciones políticas para tratar de sacar adelante una ley electoral que sustituya al actual desaguisado, con dos ordenamientos distintos e incoherentes para la Cámara de los Diputados y el Senado. En esas conversaciones hará falta capacidad para llegar a compromisos, algo de lo que Gentiloni ha hecho gala durante su carrera política.
Paolo Gentiloni hereda una auténtica patata caliente del anterior Gobierno, el probable salvamento con dinero público del Monte dei Paschi di Siena (MPS), el tercer banco de Italia y que se encuentra al borde de la bancarrota. Si no surge un inversor de última hora, esta misma semana el nuevo Ejecutivo tendrá que aprobar un decreto para intervenir la entidad financiera y evitar así el peligro que supone tanto para los clientes, ahorradores y accionistas como para todo el sistema bancario italiano, que lleva meses en el punto de mira por la acumulación de créditos tóxicos.
El agujero del MPS explica en parte que el presidente de la República, Sergio Mattarella, acelerara los plazos previstos inicialmente y tratara de dejar encarrilada durante el fin de semana la crisis política que provocó la dimisión de Matteo Renzi. Pretendía así que cuando abrieran hoy los mercados hubiera al menos un nuevo primer ministro y los inversores no percibieran que existía un vacío total de poder en Roma. Los miembros del consejo de administración del banco toscano se reunieron ayer para valorar el nuevo escenario e intentar seguir adelante con la ampliación de capital por valor de 5.000 millones de euros, la tercera en tres años. Una fuente de la entidad explicó que la llegada de Gentiloni al poder «nos da confianza sobre las posibilidades de perfeccionar nuestro plan».
Aunque el decreto para que el Estado salve al MPS «está ya preparado», los responsables de la entidad tratan aún de conseguir inversores en los mercados internacionales. Dada la inestabilidad política, solicitaron al Banco Central Europeo (BCE) que extendiera el plazo de la ampliación de capital hasta el 20 de enero, pero el pasado viernes se supo que el BCE se iba a negar esa petición, lo que desplomó sus acciones un 10,55%.
Origen aristocrático
Nacido en un familia bien de Roma y con antepasados aristócratas, de joven pasó por grupos de la izquierda radical, estudió luego ciencias políticas y ejerció como periodista para dirigir más tarde una revista ecologista. En ese ambiente verde conoció a Francesco Rutelli, de quien se convirtió en portavoz y mano derecha durante su período como alcalde de Roma.
Gentiloni pasó por las distintas marcas políticas que ha tenido la izquierda italiana moderada en las últimas décadas: El Olivo, La Margarita y, finalmente, el PD, formación que ayudó a fundar. Elegido diputado por primera vez en 2001, tiene a sus espaldas varios cargos políticos de peso: presidente de la comisión de vigilancia de la RAI, ministro de Comunicaciones en el segundo Gobierno de Romano Prodi y titular de Exteriores desde 2014. Cuenta en su currículum con una reciente derrota que se ha demostrado providencial: en 2013 quedó tercero en las primarias del PD para elegir un candidato a la alcaldía de Roma y quedó así liberado cuando Renzi echó mano de él «y me sacó del frigorífico», como contaba él mismo.
Reformista
Entre los perfiles que la prensa italiana le dedicó a Gentiloni destaca el que publicó ayer LUnità, el histórico diario fundado por Antonio Gramsci y que hoy pertenece al PD. Tras definirlo como «moderado» desde la juventud, Carmine Fotia, viejo compañero de filas del próximo primer ministro, escribe: «Se puede decir de él que es un poco gris, tal vez un poco de perfil bajo, que su discurso no es cautivador, que no ha tenido nunca una fuerte base de consenso personal. Lo que no se puede decir es que en sus decisiones no haya coherencia, habiendo dedicado toda su vida política adulta a la construcción de un sujeto político reformista separado de la tradición poscomunista».
Se espera que Gentiloni vuelva mañana al Quirinal para comunicar a Mattarella quiénes le acompañarán en su Gabinete y que al día siguiente jure su cargo junto al resto de ministros. El jueves tendrá su debut internacional en el Consejo Europeo que se celebra en Bruselas y que tiene como primer punto en el orden del día la migración, una cuestión vital para Italia, pues ya ha superado a Grecia en el número de desplazados llegados en lo que llevamos de año.
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