La eficacia contra el yihadismo es posible

Desde el 11-M, en España han sido arrestados unos 800 sospechosos vinculados al terrorismo islamista

Florencio Domínguez

Viernes, 25 de marzo 2016, 02:42

Atentados como los que se acaban de producir en Bruselas y como los que tuvieron lugar el 13 de noviembre pasado en París provocan, como es lógico, desánimo social. La convicción asentada de que las sociedades europeas en las que vivimos son relativamente seguras se ... ve puesta en cuestión cuando las autoridades no son capaces de evitar matanzas como las que hemos visto recientemente o como las que sufrimos en España el 11 de marzo de 2004.

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Al hilo de lo sucedido en la capital belga hemos visto en medios de comunicación discursos derrotistas según los cuales no hay forma de defenderse de este tipo de terrorismo. Es cierto que no es fácil y, desde luego, ningún gobierno puede garantizar que podrá evitar siempre que los yihadistas consumen sus planes. Pero lo cierto es que a menudo los cuerpos policiales frustran los propósitos de los terroristas. El primer ministro británico, David Cameron, anunció en noviembre que en los seis meses anteriores habían evitado siete atentados del Estado Islámico en el país.

Los atentados consumados transmiten siempre la imagen de poder de la organización que los comete, pero a veces sólo son una huida hacia adelante para ocultar su debilidad. El Estado Islámico o Daesh comenzó a atentar en Europa en noviembre de 2015, con los ataques de París. Su aparición en el continente se produjo para compensar los reveses que estaba sufriendo en Irak y Siria, donde ha perdido entre el 14% y el 30% del territorio que controlaba, según se atiendan las estimaciones más bajas o las más altas. Los ataques de la coalición encabezada por EE UU y de Rusia están provocando el retorno de muchos yihadistas a sus países de origen. La debilidad sobre el terreno que controlan la compensa el Daesh con el mayor impacto político de los ataques en el continente europeo. Pasó igual con ETA en la segunda mitad de los ochenta: cuando empezó a ver limitada su capacidad de actuar en el País Vasco, extendió el terrorismo a Madrid, Barcelona y otras ciudades para obtener mayor impacto propagandístico.

El grado de amenaza no es igual en todos los países. En España, por ejemplo, un factor que incrementa el peligro es la evocación sentimental de Al-Andalus, de los siete siglos de presencia musulmana en la península. En Bélgica la amenaza se incrementa por el sustrato yihadista existente en su sociedad. Con una población musulmana de 640.000 personas, los expertos han contabilizado 562 terroristas que se han desplazado desde Bélgica a combatir a Siria e Irak, donde al menos 81 de ellos han perdido la vida. En España, con dos millones de musulmanes, se contabilizan menos de 150 desplazados a Siria, donde han muerto 25 y de donde han regresado otros 25.

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Bélgica se enfrenta ahora a una situación parecida a la que se enfrentó España hace doce años, tras los atentados del 11-M. Al margen del impacto social, las estructuras de seguridad del país no parecen estar adaptadas para hacer frente a la amenaza yihadista. En España ocurrió lo mismo: los servicios policiales estaban volcados en la principal amenaza para la seguridad del país que durante décadas había sido ETA. Estaban concentrados en ese grupo terrorista y habían desarrollado estructuras y tácticas sumamente eficientes para hacerle frente. Después del 11-M hubo que introducir cambios, crear nuevas estructuras, reforzar los efectivos dedicados al yihadismo, aprender lo que suponía este nuevo terrorismo y desarrollar nuevas formas de operar para que no se volviera a repetir lo ocurrido en 2004. Aquella lección fue dura, pero la experiencia aprendida por los servicios antiterroristas españoles se ha revelado muy eficaz en los últimos doce años. En 2008, por ejemplo, se evitó un atentado contra el metro de Barcelona que iba a cometer una célula del grupo Tehrik-i-Talibán Pakistán.

Desde que se cometieron los atentados del 11-M, en España se han llevado a cabo unas 800 detenciones de sospechosos de estar vínculados con el yihadismo. Los años con mayor número de arrestos fueron 2004 y 2005, por las investigaciones derivadas del 11-M, pero después viene el 2015, que se ha saldado con 102 arrestos de presuntos yihadistas, lo que muestra la intensidad de la acción policial, que ha abortado varios intentos de realizar nuevos ataques en territorio español.

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Las FSE han visto mejorada su capacidad con los nuevos instrumentos jurídicos aprobados el pasado año por el Parlamento en virtud del desarrollo del Pacto Antiyihadista suscrito el 2 de febrero por el PP y el PSOE y al que se sumaron entonces Coalición Canaria, Foro Asturias y Unión del Pueblo Navarro. En noviembre se sumaron Ciudadanos, UPyD, CDC y el PAR. Además de adaptar la legislación al nuevo modelo terrorista, se ha dotado de herramientas legales a las FSE para investigar, por ejemplo, en internet, un área esencial para detectar a tiempo procesos de radicalización yihadista.

No se puede ignorar la importancia del peligro que supone el yihadismo, pero hay que depositar un voto de confianza en los servicios antiterroristas españoles, que han demostrado que han sabido adaptarse a la nueva amenaza y que están realizando una intensa actividad preventiva. Su trabajo demuestra que, sin caer en la euforia, la eficacia contra el yihadismo es posible.

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