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mikel ayestaran
Miércoles, 2 de diciembre 2015, 02:10
«Soy la exesposa de Abu Baker al-Bagdadi. Nos divorciamos hace seis años y ahora me voy a Beirut para volar rumbo a Turquía». Éstas fueron las declaraciones de Saja al-Dulaimi a la cadena Al-Yasira después de más de un año en ... prisión. La exmujer del califa del grupo yihadista Estado Islámico (EI) se convirtió finalmente en la «carta poderosa» de la negociación con los integristas sirios que esperaban las fuerzas de seguridad libanesas cuando la detuvieron, hace un año, en la frontera entre Siria y Líbano.
Saja al-Dulaimi, junto a sus cuatro hijos, entre ellos una niña que tuvo con el máximo dirigente del EI, encabezaron el grupo de presos que Líbano excarceló ayer a cambio de la puesta en libertad de 16 miembros de sus fuerzas de seguridad que desde agosto de 2014 estaban en manos del Frente al-Nusra, filial de Al-Qaida en Siria. Como en anteriores secuestros, Catar jugó el papel de mediador entre las autoridades de Beirut y el grupo terrorista, en una operación en la que Beirut liberó a trece prisioneros islamistas, entre los que figuraban cinco mujeres.
Según informó el Ministerio de Interior libanés en diciembre después de capturarla, Saja al-Dulaimi no es la actual esposa del máximo dirigente del EI, con quien apenas compartió tres meses de matrimonio. Fruto de esa unión nació una hija. La joven, que no habría cumplido aún los treinta años y a la que medios árabes identifican como hija de un miembro del Frente al-Nusra ya fallecido, habría estado casada antes con un funcionario del régimen de Irak, con quien tuvo otros dos hijos, y en la actualidad estaría unida a un palestino. Este tercer marido sería el padre de su última niña, nacida en junio durante los meses que permaneció en la prisión libanesa.
Prueba del ADN
Además de los interrogatorios, después de su captura en la frontera cuando portaba documentación falsa, la seguridad de Líbano practicó a Saja al-Dulaimi la prueba del ADN para confirmar que su hija mayor lo es también del califa, aunque los libaneses no aclararon de dónde obtuvieron la muestra del dirigente islamista para poder comparar los resultados.
El primer ministro libanés, Tamam Salam, dio la bienvenida a los liberados y calificó su captura por el Frente al-Nusra como un «acto terrorista contra la patria». La capital libanesa recibió a sus soldados y policías como auténticos héroes, pero Salam no olvidó que aún quedan «hermanos capturados» y que el próximo «gran objetivo» es conseguir también su puesta en libertad, en referencia a los nueve militares que permanecen en manos del Estado Islámico, también desde agosto de 2014, cuando se produjo la gran operación de los yihadistas sirios en la ciudad fronteriza de Arsal en la que 19 soldados perdieron la vida.
Es la segunda vez que el Frente al-Nusra accede a un intercambio de estas características. En marzo de 2014 liberó a trece monjas y tres ayudantes del orfanato del convento de Santa Tecla de Malula después de cuatro meses de cautiverio y, según la televisión siria, a cambio de la puesta en libertad de 150 prisioneras que permanecían en las cárceles del régimen sirio.
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