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carmen barreiro
Domingo, 8 de noviembre 2015, 01:26
La hipótesis de un atentado en el siniestro del Airbus de Metrojet estrellado el sábado de la semana pasada en la península del Sinaí vuelve a poner encima de la mesa la polémica sobre la seguridad aérea. En los últimos treinta años más de 2. ... 000 personas murieron en un atentado terrorista cometido en un avión comercial, 5.000 si contamos los fallecidos en tierra el 11-S.
El MH17 a Kuala Lumpur
El último caso está todavía muy reciente. Se produjo el 17 de julio de 2014. Un total de 298 personas -285 pasajeros y los quince miembros de la tripulación- fallecieron al estallar en el aire el avión de Malaysia Airlines que cubría la ruta Amsterdam-Kuala Lumpur (MH17) cuando sobrevolaba territorio ucraniano, en plena guerra civil. El aparato fue derribado por un misil Buk de fabricación rusa disparado desde un punto aún desconocido del este del país, aunque se sospecha que probablemente se lanzó desde una zona bajo control de los rebeldes separatistas. La tragedia se vivió con especial intensidad en Holanda, de donde era la mayoría del pasaje (193 personas). El informe del Consejo de Seguridad holandés describe lo ocurrido pero no atribuye culpas, circunstancia que tendrá que determinar la investigación penal, cuyos resultados no se esperan hasta finales de año.
Suicidas chechenas
Con apenas tres minutos de diferencia, dos aviones que habían despegado del aeropuerto moscovita de Domodédovo hacia el sur de Rusia estallaron en pleno vuelo el 24 agosto de 2004 después de que dos terroristas suicidas chechenas hiciesen explotar una bomba dentro del aparato, según apuntan todas la hipótesis. El primero, un Tupolev-134 con 34 pasajeros y ocho tripulantes, se estrelló en la región de Tula a las 22.56 hora local poco después de despegar de la capital con destino a Volvogrado. A las 22.59 horas y a 138 kilómetros de la ciudad de Rostov del Don se estrellaba el otro avión, un Tupolev-154 que se dirigía a la ciudad balneario de Sochi con 52 pasajeros a bordo
Un «error» militar
Otro Tupolev-154, perteneciente también a la compañía aérea rusa Sibir, explotaba en pleno vuelo cuando sobrevolaba el Mar Negro el 4 de octubre de 2001. En el aparato, que cubría el trayecto entre Tel Aviv y la ciudad siberiana de Novosibirsk, viajaban 66 pasajeros, en su mayoría ciudadanos israelíes de origen ruso, además de los doce miembros de la tripulación. El avión, fue alcanzado por varias baterías antiaéreas ucranianas y una rusa que realizaban ejercicios en la península de Crimea. Pese a que la investigación demostró que había sido abatido por un misil ucraniano, el Gobierno israelí no lo consideró «un acto de agresión o de hostilidad» sino un «error de los militares ucranianos».
El fatídico 11-S
Los atentados del 11-S marcaron un antes y un después en seguridad aérea internacional. Nunca un atentado contra un avión comercial había conmocionado a la opinión pública como el de las aeronaves que chocaron contra las torres gemelas de Nueva York y contra una de las fachadas del Pentágono dejando casi 3.000 fallecidos y más de 6.000 heridos. Este ataque, atribuído a 19 miembros de la red yihadista Al-Qaida cambió por completo la forma de entender y abordar la seguridad en los vuelos civiles, desde los controles en el aeropuerto a los cambios en los protocolos de actuación dentro del propio avión. Era la primera vez que terroristas suicidas utilizaban los aviones como arma con la que atacar sus objetivos, sembrando el pánico en todo el mundo.
El vuelo 11 de American Airlines, procedente de Boston con 92 personas a bordo, impactó contra la Torre Norte del World Trade Center minutos antes de las nueve de la mañana. Un cuarto de hora después, el vuelo 175 de United Airlines, un Boeing 767 con 65 personas en su interior, chocaba contra la Torre Sur. Un tercer avión -el vuelo 77 de American Airlines- se estrellaba contra una de las paredes del Pentágono cuarenta minutos después, mientras que la cuarta aeronave secuestrada -el vuelo 93 de United Airlines-, que los yihadistas dirigían hacia Washington, cayó en un campo de Pensilvania al enfrentarse los pasajeros y la tripulación con los terroristas.
Lockerbie
Fue uno de los atentados más atroces de las últimas décadas. La colocación de una bomba en el vuelo 103 de la compañía americana Pan Am que cubría la ruta entre Londres y Nueva York causó la muerte de sus 259 pasajeros además de once personas en tierra. El ataque se produjo el 21 de diciembre de 1988. Dos miembros del servicio secreto de Libia fueron acusados de colocar una bomba de explosivos Semtex en una grabadora Toshiba dentro de un maletín que iba como equipaje no acompañado en el Jumbo, que estalló a 9.500 metros de altura sobre la pequeña localidad escocesa de Lockerbie. El único condenado por la masacre, Abdelbaset Alí Mohamed al-Magrahi, regresó a Libia en 2009 tras ser puesto en libertad por motivos humanitarios -padecía cáncer de próstata por el que le daban tres meses de vida-, donde fue recibido como un héroe por el coronel Gadafi. Murió tres años después.
Confundido con un F-14 iraní
Casi al final de la guerra entre Irán e Irak, el 3 de julio de 1988, los 290 pasajeros del vuelo 655 de Iran Air que cubría la ruta entre la ciudad iraní de Badar Abbas y Dubai murieron al ser derribado su avión por dos misiles lanzados desde el destructor USS Vincennes, fondeado en aguas iraníes y no internacionales como recogía la versión oficial. El Gobierno estadounidense admitió que habían confundido el Airbus con un F-14 de las fuerzas armadas iraníes. Washington pagó a Irán 68 millones de dólares en compensación por las víctimas, pero se negó a abonar los 30 millones de dólares que costaba el avión.
Independentismo sij
Las causas de los atentados terroristas son múltiples. En el caso del vuelo de Air India que operaba la ruta Montreal-Londres-Nueva Delhi-Bombay el detonante fue una reivindicación independentista, concretamente la de los sijs. Una bomba colocada en una maleta hizo saltar por los aires el Boeing 747 (Emperador Kanishka) en el espacio aéreo irlandés el 23 de junio de 1985. La aeronave, en la que viajaban 329 personas -280 ciudadanos canadienses y 22 de nacionalidad india- cayó sobre el Atlántico. El ataque se relacionó con un atentado con bomba cometido en el aeropuerto japonés de Narita, en el que fallecieron dos personas. Los terroristas tenían como objetivo otro vuelo de Air india. El proceso judicial, el más caro en la historia de Canadá, se prolongó durante casi dos décadas. Sólo una persona se declaró culpable.
A las órdenes de un narco
Pablo Escobar está detrás de otro de los atentados más mediáticos de la historia reciente, ocurrido en noviembre de 1985. El capo de la droga ordenó colocar una bomba en la cabina del vuelo 203 de Avianca entre Bogotá y Cali para asesinar al entonces candidato a la presidencia de Colombia, César Gaviria. El político se libró porque finalmente no subió. Tuvieron menos suerte los 107 pasajeros del Boeing 727, que explotó en el aire sin dejar supervivientes. Los familiares de las víctimas continúan la batalla legal para que sean consideradas víctimas del conflicto y puedan acceder a las ayudas que el Gobierno colombiano otorga en estos casos.
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