Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La ley y la jurisprudencia del Tribunal Supremo reconocen que las personas adoptadas tienen derecho a conocer quiénes son sus padres. «Hace 20 años se decía que, 'cuanto menos se hable, mejor', pero es un error», aseguran Nerea Palacios y Estíbaliz Garaizar, técnicas de la ... Diputación. Cada año, el Servicio foral de Infancia trabaja en unos 40 casos de búsqueda de orígenes de menores nacionales. A nivel internacional, en este 2023 tienen activos 6, «porque es ahora cuando los niños que llegaron de otros países se están haciendo adultos y quieren saber».
Las trabajadoras sociales son claras sobre los pasos a seguir: «los interesados deben dirigirse a nosotros, que somos quienes nos encargamos de estos procesos, y no a la televisión, a las redes sociales o a agencias que ofertan viajes a los países de nacimiento». Es la institución la que tiene la competencia y «la información» sobre las raíces de las personas adoptadas. Y también es la institución la que realiza «el acompañamiento». «Son procesos duros y deben estar acompañados antes, durante y después», precisan. Quieren evitar así que alguien encuentre a su madre biológica por su cuenta, se plante en la puerta de su casa y, con el «shock» que eso supone, su progenitora «se la cierre y le diga que no quiere saber nada», lo que conlleva un gran «impacto emocional».
La entidad foral se encarga de «mediar», de trabajar con la persona, con su familia biológica y con su familia adoptiva, «que lógicamente también tiene miedos». Pero lo primero, insisten Palacios y Garaizar, es que la persona que busca su historia «sepa qué es lo que quiere». «A veces solo quieren saber qué pasó, porque a un niño le puede valer lo típico de la pobreza, pero a un adulto no. También pueden querer confirmar algunos recuerdos; o saber si tienen hermanos, si sus padres están bien; y otras quieren establecer contacto», desgranan.
Y es muy importante la paciencia, «no correr», para que «todos estén preparados». Recomiendan que, quien quiera saber más de su historia, espere «a la edad adulta» y que lo haga en un momento en el que esté bien, que «no tenga otros problemas como una enfermedad, un divorcio...». Eso sí, dando pequeñas pinceladas desde la infancia.
«Se tiene que hilvanar desde pequeños su historia, y poder hablar es muy importante», señala Begoña Guijarro, responsable del servicio de atención psicológica Adoptia, para quien «debe construirse un espacio en el hogar de apego». Entiende la profesional que «hay momentos fundamentales evolutivamente, también a nivel cerebral y cognitivo», y es por ello, «entre los 8 y los 10 años», cuando «ese ruido interno es mayor y hay que favorecer esa construcción de historia de vida, que tiene que ser narrada, en función de la edad, de una manera u otra».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.