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Enrique Izarzugaza, el hombre de 78 años que sobrevivió al incendio en su casa en el que murió su mujer, Begoña, de 73, se encuentra « ... físicamente perfecto, aunque mental y anímicamente es otra cosa». El hombre ya ha recibido el alta médica en Basurto donde fue trasladado en un primer momento. Al salir del hospital, en el que había quedado ingresado, ha sido acogido por su hijo, ya que el piso familiar, un primer piso del número 28 de la calle Labayru, cerca de La Casilla, ha resultado completamente calcinado. En total, siete personas fueron evacuadas a centros sanitarios y cuatro vecinos más, atendidos en el lugar por sanitarios. Todos residían en el edificio afectado, de cinco plantas y estructura de madera.
Enrique se ha sobrepuesto muy rápido de la intoxicación por inhalación de humo que sufrió en el incendio, aunque asumir la «desgracia» de perder a su esposa y su hogar al mismo tiempo, aún le costará tiempo. Y ni siquiera conoce las causas. Dice que sólo sabe que las llamas prendieron en la cama de su mujer, pero no se explica el motivo, ya que no había ningún aparato eléctrico, como televisores, cerca y el matrimonio tampoco fumaba. El origen del fuego aún resulta una incógnita incluso para los Bomberos, que sofocaron la quema en poco tiempo. Al percatarse de que había mucho humo en la vivienda, sobre las ocho de la mañana del pasado lunes 17 de marzo, Enrique comprobó que el foco provenía del dormitorio y, en concreto, del colchón, donde ya no se encontraba su mujer, «con problemas para moverse» y con deterioro cognitivo. En estos últimos tiempos, el hombre se ocupaba de ella.
Mantuvo la sangre fría e intentó sofocar las llamas que devoraban su vivienda. «Echaba baldes de agua a la cama, donde ya no estaba mi mujer, pero era como si arrojara gasolina. Se incendiaba aún más», recuerda en una conversación por teléfono con este periódico. Buscó a Begoña hasta que la humareda se lo impidió. Se asomó entonces a una ventana para respirar aire limpio y pedir auxilio. Los vecinos le gritaban desde abajo que sacara la cabeza. Así fue como le vio Edwin, de 49 años y origen hondureño, que se dirigía en ese momento a trabajar con unos compañeros. El operario sacó la escalera de obra que llevaba en la parte trasera de la furgoneta, la desplegó con la ayuda de otras personas, y trepó por ella hasta el primer piso. Saltó por un mirador al piso de Enrique y Begoña y ayudó al hombre a bajar para ponerse a salvo. No pudo hacer lo mismo con la mujer, pese a que lo intentó. Tragó humo, lo que le frenó en su impulso de adentrarse en la vivienda. Horas después, reconocía que se había quedado con el pesar de no haberla podido socorrer.
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Consciente de que Edwin había arriesgado su vida para salvarle, Enrique se mostraba ayer agradecido. «Me rescató, se sentó a mi lado en un banco en la calle y le di las gracias», recuerda. El trabajador también fue trasladado al hospital de Basurto aquejado de una intoxicación por inhalación de monóxido de carbono y allí le comunicaron la noticia de que la mujer había fallecido.
Enrique es un hombre muy conocido en esta zona de Bilbao, ya que había regentado durante años, hasta su jubilación, una imprenta. Los vecinos le reconocían su entrega a su esposa, a la que llegaba a subir en volandas hasta casa las escasas ocasiones en las que ella salía a la calle.
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