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Un informe interno del Departamento de Salud del Gobierno vasco admite fallos de seguridad en los sistemas de control del fentanilo y otros estupefacientes en el hospital de Urduliz tras la denuncia por robo de decenas de dosis del fármaco que desveló EL CORREO en ... su edición de este pasado miércoles. En el escrito, firmado por responsables médicos, se reconoce que estos productos anestésicos se guardaban en un cajón del centro médico vizcaíno cuya clave era conocida incluso por personal ajeno al servicio y muestran su sospecha de que la puerta del almacén de farmacia donde se encontraba pudiera estar abierta, según ha podido saber este periódico.
Como en cualquier otro hospital, a diario se trasladan estos analgésicos a los distintos quirófanos para su uso clínico, que resulta realmente efectivo, en intervenciones quirúrgicas a pacientes con dolores agudos, como oncológicos o politraumatizados a causa de un accidente de tráfico, por ejemplo. El personal de farmacia que manipula estos sedantes tiene que estar perfectamente identificado. Sólo debería permitirse el acceso a esas dependencias a personal autorizado y en un número muy reducido, y la caja o armario especial de seguridad tendría que estar cerrada bajo llave.
Los tubos que no se utilizan en las operaciones se devuelven al almacén y se apunta los que no se han llegado a usar con un registro que debería ser exhaustivo y que se comunica de forma periódica a las autoridades sanitarias. Así, si aparece en el Libro Oficial de Estupefacientes, que es electrónico, que hay 20 fentanilos y se retira uno para un paciente, deberían quedar en stock 19. Parece evidente que alguna o varias de estas condiciones no se han dado en este caso, considerado «muy grave» en fuentes internas.
La alarma saltó hace dos semanas, concretamente el pasado jueves, 9 de mayo. Hasta entonces se había notado algún día la merma puntual de dos o tres viales. Sin embargo, aquella jornada el empleado encargado de realizar el conteo de los estupefacientes se percató de que faltaban más de una veintena de dosis de fentanilo y remifentanilo con respecto a la cantidad contabilizada en el libro obligatorio de registro y se lo comunicó a sus superiores. Pero no fue ese el único desfase.
Apenas cinco días después, tras el fin de semana, el lunes, 13 de mayo, volvieron a echar en falta decenas de frascos, lo que descartaba un mero error de contabilidad o algo accidental y apuntaba como más probable a una sustracción intencionada. Tras elevar el caso a la dirección del hospital vizcaíno, se interpuso una denuncia por robo ante la Ertzaintza, que abrió una investigación para intentar descubrir el origen de ese descuadre.
Fuentes del hospital de Urduliz confirmaron que el desfase fue descubierto en «los controles rutinarios» de estupefacientes que se realizan de forma periódica y que de inmediato se activó el protocolo correspondiente. El Departamento vasco de Seguridad, consultado por este periódico, también informó de que la Policía autonómica estaba investigando el supuesto robo de medicamentos tras recibir una denuncia. En el acceso al almacén donde estaba el fentanilo había cámaras.
El fentanilo tiene un efecto 50 veces superior a la heroína y 100 veces mayor que la morfina de la que es un derivado. Una mínima dosis puede paralizar el sistema respiratorio de una persona e incluso causar la muerte. Además, genera un fuerte poder adictivo. En EE UU ha provocado estragos con 100.000 nuevos adictos al año, que deambulan como auténticos 'zombies' por las calles de las grandes metrópolis en medio de una gran alarma social. El principal importador es China, y se ha llegado a celebrar una cumbre entre las dos potencias para tratar la crisis del fentanilo.
Por el momento, esta peligrosa droga no ha llegado a Europa. Según la última Encuesta sobre Adicciones realizada por el Departamento vasco de Salud, no se han encontrado casos de tráfico de este opioide sintético en Euskadi, donde el consumo de sustancias narcóticas está más vinculado al ocio.
Además de en ampollas endovenosas y en viales, el fentanilo también se puede encontrar en parches subcutáneos, por ejemplo, en farmacias. Su precio para uso clínico es realmente reducido. Sólo se puede dispensar con prescripción médica y exclusivamente por un farmacéutico, no por un técnico, por ejemplo. Si lo recoge un familiar porque el paciente no puede hacerlo, debe mostrar el DNI para que quede registrado. La práctica más común en las boticas es también guardarlo en una caja fuerte.
Los responsables de los distintos servicios del hospital de Urduliz implicados, esto es Farmacia y Anestesia, han planteado una serie de medidas para reforzar la seguridad sobre este tipo de productos especialmente sensibles y que pueden resultar muy peligrosos en manos de no profesionales. Además de duplicar los recuentos de fentanilo o ketamina, otro anestésico utilizado como droga, proponen entre otras soluciones para evitar robos, instalar más cámaras de videovigilancia que controlen la caja fuerte donde se guardan, que sean siempre los mismos profesionales quienes accedan al almacén a través de su identificación mediante una tarjeta profesional y un libro de registro específico también en cada quirófano.
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