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«Ha sido una auténtica vergüenza. Nosotros pagamos por un vuelo de una hora y cuarto, no por pasar 11 horas entre aviones y autobuses. Tengo la espalda todavía molida». Pedro y Eva, dos vecinos de Bilbao y Vitoria, no olvidarán en una buena temporada ... el mal rato que pasaron entre el pasado miércoles y el jueves. Habían sacado un billete para regresar a Loiu después de unos días de vacaciones en Mallorca. Iban a ser sólo 75 minutos en el aire para cubrir los 800 kilómetros que separan ambos destinos. El aterrizaje estaba previsto para las nueve de la noche. Pero estos dos vascos no pusieron sus pies en la terminal del aeropuerto de Bilbao hasta las ocho de la mañana del día siguiente, tras pasar una auténtica odisea que incluye bocadillos fríos, un desvío a Barcelona, siete horas de autobús, gente sin mascarilla y una rebelión a bordo contra la aerolínea, con amenazas de denuncia por lo penal incluidas.
La cosa comenzó ya mal en Mallorca. El vuelo de Vueling (VY3949) con destino a Bizkaia tenía que haber partido de la ciudad balear a las 19.50, pero «acumulamos casi una hora de retraso», cuenta Pedro. «Bueno, lo tomamos con tranquilidad, porque volvíamos de vacaciones y, a veces, estas cosas pasan». Lo que no es habitual es lo que vino después. El avión, un 'Airbus 320' con 180 pasajeros, despegó a las 20.36 horas. Surcó el mar Mediterráneo y el cielo peninsular con normalidad. «Había algunas turbulencias, estuvimos con el cinturón abrochado, pero tampoco fue nada exagerado».
El gran problema surgió en la aproximación a 'La Paloma'. El miércoles fue un día de tormentas. «La comandante habló por megafonía y dijo que no podíamos aterrizar y que nos desviaban a... Barcelona. Ni a Vitoria, Santander o Biarritz... A Barcelona», protesta Pedro. Lo cierto es que el 'Airbus 320' de Vueling fue el único que no pudo tomar tierra en Bilbao en aquella jornada. El resto de aeronaves se las apañaron para cumplir su plan de vuelo.
El aeropuerto alternativo lo decide habitualmente el piloto, en base al protocolo de la compañía. En un pasado no demasiado cercano, la mayoría de aerolíneas optaban por destinos cercanos: Santander o Vitoria, sobre todo para facilitar las cosas a los usuarios. En los últimos tiempos, las aerolíneas están optando por regresar a sus bases operativas, donde suelen tener ya infraestructura: personal, hoteles precontratados, autobuses... En este caso, la sede de Vueling está en la capital catalana.
Allí se dirigió el 'Airbus 320' con los 180 pasajeros. Pedro y Eva pensaban que serían embarcados en otro vuelo con destino a Bilbao un poco más tarde. «O que nos ofrecerían un hotel y dar el salto al día siguiente, pero lo que pasó nos dejó helados», cuenta. «Llegó un hombre de la compañía y dijo que los que tuvieran hijos pasarían la noche en Barcelona y que, el resto, al autobús». El enfado fue mayúsculo. «Entendimos que aquello estaba muy mal y que se estaba produciendo una discriminación hacia los que no viajábamos con niños. Y había mucha gente mayor», añade. «Entonces nos instó a comprar otro billete pero no nos aseguraba que nos fueran a devolver el importe, tras presentar una reclamación».
La situación se puso bastante tensa. Varios pasajeros comenzaron a grabar con el móvil al empleado, que les amenazó «con denunciarles» en el juzgado. «Hubo gritos», recuerda Pedro. Al final, los ánimos se fueron apaciguando y a la mayoría no les quedó otro remedio que «tragar» con la solución de viajar por carretera.
La pareja vasca afirma que la única manutención que recibieron en el largo viaje fue «un bocadillo frío de jamón y queso, un botellín de agua caliente y una bolsa de 'snacks'». Fueron siete horas, viendo amanecer por el camino. Algunos pasajeros del autobús, ya hartos, «se quitaron la mascarilla». Finalmente, Pedro y Eva llegaron a Loiu a las 8 de la mañana del día siguiente, con 11 horas de retraso. Vueling declinó hacer declaraciones a este periódico sobre el tema.
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