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IZASKUN ERRAZTI
Viernes, 8 de septiembre 2017, 02:28
El 26 de abril de 1983, la Casa de Juntas vivía uno de los momentos más emotivos de su historia. Veteranos del Batallón Gernika, doscientos hombres de distintas ideologías que entre 1943 y 1945 combatieron la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra mundial, entregaban al entonces lehendakari Carlos Garaikoetxea la bandera de la unidad –'Beti Aurrera gudari taldea. Trula izkilazkarrak' (Siempre adelante gudaris) era el lema que llevaba escrito–, en un acto celebrado en la propia Cámara al que también asistieron Juan José Pujana, como presidente del Parlamento vasco, y José María Makua, en su calidad de diputado general. El gudari socialista Andrés Prieto fue el encargado de portar la enseña para que descansara a buen recaudo en la villa foral. Sin embargo, a día de hoy, nadie parece saber qué fue de aquella bandera, cargada de simbología, que cubrió el féretro del primer presidente del Gobierno vasco, José Antonio Aguirre, durante su funeral.
«La ikurriña no figura en el inventario de bienes de la Diputación. Según testimonios, no estuvo depositada en las Juntas Generales de Bizkaia». Es la escueta respuesta que el apoderado del Grupo Mixto, Arturo Aldecoa, recibió de la institución foral cuando se interesó por el paradero de la histórica enseña, después de que un grupo «de nacionalistas indignados» recurrieran a él en busca de noticias, recuerda. En su opinión, la desaparición de la ikurriña del Gernika, uno de los tres batallones de ametralladoras con que contaba el Ejército vasco, supone un auténtico «escándalo político. El nacionalismo –apunta– siempre ha dado mucha importancia a los símbolos, y resulta que ahora uno de los más importantes, la enseña que llamaban de la sección Trula del Batallón, no está y aquí no pasa nada», lamenta Aldecoa.
No es la primera vez que ocurre, advierte el apoderado. Una parte importante del patrimonio histórico que ha ido a parar a la Casa de Juntas de Gernika ha corrido la misma suerte en los últimos años. Y la respuesta de los responsables forales siempre ha sido similar. «Una vez desaparecidos los objetos, la reacción, inconcebible, ha sido la no reacción. Hay que cortar por lo sano», exige.
Pero mientras tanto, la lista de desapariciones en las instalaciones de las Juntas vizcaínas no para de crecer. Las protagonistas del último caso constatado son tres piezas del legado que Laureano Jado realizó en 1927 al Museo de Bellas Artes de Bilbao, y que en marzo de 1983 se depositaron en la Casa de Juntas. Se trata de un 'Secreter tallado con su pie. Pesetas setecientas', un 'Estante de caoba. Pesetas veinte’ y un ‘Armario grande de caoba. Pesetas cien', como consta en el documento notarial del testamento de Jado. Una visita de control girada al edificio siete años después de materializarse la cesión dejó constancia de que los muebles estaban «sin localizar».
Libro de firmas Nadie en la Casa de Juntas ni en el Archivo Foral Histórico sabe qué ha sido del ‘Libro de honor’, donde los personajes ilustres de toda ideología que visitaron Gernika de 1876 a 1994 estamparon su autógrafo para atestiguar su presencia y ensalzar, en muchos casos, los fueros.
'El Palankari' De esta estatua de tres metros de alto y 200 kilos de peso no se sabe nada desde finales de los 70. La Diputación ultima los correspondientes detalles para presentar la correspondiente denuncia, tanto de la obra de Higinio Basterra como del libro de firmas.
«Es mobiliario de un valor incalculable, que estaba en la propia casa de Jado. Irreproducible, de madera de primera calidad. Eso no va uno y se lo mete en el bolsillo. ¿Cómo puede desaparecer?», se pregunta Arturo Aldecoa, que compara el edificio de las Juntas «con esos agujeros negros que les gustan a los físicos, donde todo lo que cae dentro acaba desapareciendo».
La Diputación no denunciará la desaparición de estas piezas porque es algo que, a su juicio, correspondería como propietario al propio Museo de Bellas Artes. Sí lo hará, en cambio, en el caso de 'El Palankari', la estatua de tres metros de alto y 200 kilos de peso a la que se perdió la pista a finales de los 70, y del libro de firmas de Gernika, del que no se sabe nada desde 2001. Los responsables forales ultiman «los detalles para presentar la correspondiente denuncia», después de que en mayo pasado las Juntas Generales votaran a favor de emprender acciones legales con el fin de recuperar ambos elementos del patrimonio foral. No ocurrirá lo mismo con las cinco banderas de los tercios vizcaínos que, según Aldecoa, estuvieron desplegadas en la sala de la vidriera del histórico edificio de Gernika y que corrieron la misma suerte.
Las vitrinas de la Casa de Juntas guardaban otros objetos y documentos, como los entorchados y un fajín del General ‘Longa’ o la carta que este recibió del General Wellington en el año 1812, que al parecer siguen controlados. Pero el portavoz del Grupo Mixto no se fía: «Voy a pedir verlos», advierte.
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