Iceta se despide de Bilbao con un guiño a Segura como su «preferencia» para sucederle

Como medida preventiva frente a la pandemia, y como ya se ha convertido en habitual, la misa se celebró con un aforo limitado al 30% de la capacidad del templo, con cada banco ocupado por una o dos personas. El asegurarse una plaza llevó a unos cuantos feligreses a presentarse frente a la catedral y formar cola a su puerta con más de una hora de adelanto. La limitación de aforo también dio lugar a que en el templo hubiese casi más sacerdotes concelebrantes -unos 70 acompañaron al obispo- que fieles.

La Eucaristía de este sábado era de acción de gracias. E Iceta las dio desde el principio: «Gracias por el ministerio que me ha concedido el Señor ejercer en estos 12 años. Hace 12 años recibí la ordenación episcopal en esta catedral de manos de Don Ricardo (Blázquez), y 12 años después el Santo Padre me pide otra tarea en la Iglesia», ser el arzobispo de Burgos.

Ya en la homilía, a partir del pasaje del Evangelio de Juan en el que Jesús encomienda a Pedro que cuide su rebaño («apacienta mis ovejas») el prelado hizo referencia a su labor, la realizada en Bilbao y la que acomete en Burgos. «Es lo que prometimos el día de nuestra ordenación, prometimos cuidar. Con buena gana, con paciencia, con confianza. Ese ha querido ser el modo de apacentar, de cuidar esta porción del pueblo de Dios que Él me ha encomendado. Aunque algunas veces quizá no lo he conseguido -consideró-, y por eso os pido perdón, cuando no he podido responder a la altura de vuestras expectativas u os haya podido defraudar».

La diócesis «me ha ayudado a crecer, a ensanchar mi corazón, a crecer en esperanza, en amor, en fe, en paciencia, en misericordia. He sido ayudado enormemente por todos vosotros», agradeció de nuevo. Iceta aseguró que se va «con el corazón en paz de Bilbao, dejando tantos amigos que siempre estaré ahí, porque nuestra vida está entrelazada».

Ya al final de la ceremonia, en la que también escuchó unos bertsos de despedida de Lontzo Zugazaga, director del Departamento diocesano de euskera, Iceta aludió a su sucesión. «Yo estoy seguro de que el Santo Padre proveerá, como esta diócesis se merece, aquel pastor que puede cuidar con todo corazón de vosotros. Sabéis cuál es mi preferencia y estoy seguro de que el Señor abre siempre los caminos que más nos convienen».

No es un secreto que Iceta considera que la persona más adecuada para tomar su testigo en Bilbao es Joseba Segura, obispo auxiliar y, hasta que se resuelva el relevo, el administrador apostólico de la diócesis. Así lo señaló Iceta directamente a comienzos de octubre cuando dijo del que ha sido su 'número dos' que «está perfectamente cualificado para el puesto. Si a mí me preguntan por eso, diría que sería un estupendo obispo de Bilbao».

Sin embargo, el cambio no depende de la opinión del prelado saliente, sino de la Santa Sede. De hecho del Papa, que para tomar su decisión tiene en cuenta las consideraciones del 'Ministerio' eclesiástico correspondiente, la Congregación para los Obispos, por lo que aunque Segura parezca el relevo natural, la cuestión está en el aire.

Este sábado, Segura también se despidió de Iceta con unas palabras en las que no faltaron el humor: «12 años como obispo no es poco. No está nada mal para ti que, como he podido leer recientemente, cuando sentiste tus primeras inquietudes vocacionales, contactaste con un sacerdote diocesano que te comentó que no veía clara la cosa, que tal vez esto no era lo tuyo».

Segura destacó que en estos 12 años -2 como obispo auxiliar y 10 como titular- Iceta ha «trabajado con mucha gente, con personas de sensibilidades muy diversas, intentando encontrar el tono y los mensajes adecuados para promover la comunión en una Iglesia que es cualquier cosas menos aburrida, la nuestra. La que no puede renunciar a ser católica y por eso integradora. En esos encuentros has dejado huella en muchos y tu salida les causa tristeza», consideró. Tras estas palabras ambos prelados se unieron en un sentido abrazo.