Hasta ahora el tiempo no había acompañado, pero el sol ya empieza a brillar en Bilbao. Al fin llegan esas temperaturas que animan a tomar algo en una terraza, disfrutar de las zonas naturales de la villa o a pegarse un chapuzón. Por desgracia para ... muchos, la huelga de las piscinas municipales complica esta última posibilidad, ya que siguen con el cartel de cerrado. La protesta ha tenido su reflejo inmediato en las piletas del Azkuna Zentroa, donde el número de usuarios se ha disparado hasta llegar incluso a situar las instalaciones al límite de su aforo un par de días. «Es una barbaridad la cantidad de gente que está viniendo estos días», asegura la recepcionista del centro. Por el momento, y hasta nuevo aviso, el Azkuna Zentroa seguirá siendo el único lugar de Bilbao en el que poder hacer unos largos.
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La huelga convocada por ELA sigue sin obtener los resultados que la plantilla desea. Pese a que se firmó hace unas semanas un convenio provincial con el que los sindicatos parecían estar conformes, los trabajadores consideran que los mínimos alcanzados son «demasiado bajos». Entre las principales quejas destacan calendarios laborales de lunes a domingo, sin pluses los fines de semana; el prorrateo de pagas que «adornan los sueldos bajos»; o falta de permisos de libre disposición, «ni siquiera para ir al médico», apuntan los afectados.
«El Ayuntamiento de Bilbao es el que más difícil lo está poniendo. Y la empresa intermediaria se niega a reunirse con nosotros, alegando que ya se llegó a un acuerdo en el convenio provincial», abunda Jonatán Álvarez, uno de los portavoces de ELA.
La subida de los termómetros corre en paralelo al volumen de las quejas, ya que al enfado de los trabajadores se suma ahora el de los usuarios. Encarna Morales y su nieta pasean por los alrededores del polideportivo de Artxanda. «Venimos casi todos los días, a ver si ya están abiertas. Pero una vez más tenemos que darnos media vuelta. No hay tu tía. Otro día más que la cría no puede nadar».
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No son las únicas en mostrar su enfado. Eneko Lara también quería refrescarse en la piscina. «Muchos nos quedamos en verano en la ciudad y nos gusta aprovechar el tiempo libre para bañarnos. Cuando lleguen las olas de calor, las cosas se van a poner feas de verdad», advierte. Antolín Cortés es de su misma opinión: «Es una vergüenza. No puedes tener una ciudad sin piscinas en pleno verano». Añade que comprende a los trabajadores, pero no al Ayuntamiento. «¿A qué esperan para encontrar una solución?».
En el polideportivo de Artxanda confirman que son muchos los que están protestando. El descontento es de dos tipos: están los que se quejan «porque son familias con niños y no saben adónde llevarlos»; y los que piden que se les devuelva el dinero de los bonos. «Ni les podemos devolver el dinero ni tampoco se pueden ir a otra piscina municipal, porque están todas cerradas». Los empleados sugieren a los usuarios que pongan una reclamación en Bilbao Kirolak, «porque están haciendo oídos sordos a las quejas y mientras siguen embolsándose el dinero».
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