El hotel con más encanto de España está en Etxebarria

Para superar el proceso de selección e ingresar en ese selecto club priman los criterios de «ubicación, compromiso con la calidad, la decoración cuidada al detalle, el trato personalizado y profesional, además del compromiso con la sostenibilidad y el turismo responsable».

Para la familia que gestiona el negocio enclavado en el corazón de la cuenca del Artibai, a escasos kilómetros de Markina, el galardón representa el reconocimiento a veinte años de esfuerzo para alcanzar la excelencia y sacar adelante un proyecto que nació en 2002, cuando Emilio Hernando y Kata Etxebarria decidieron dar un cambio a su vida y emprendieron la aventura de transformar un edificio histórico de más de 600 años en un coqueto hotel con mucho encanto.

El amor de él por la naturaleza tuvo mucho que ver. Emilio, que falleció hace unos años, fue el alpinista más joven de la primera expedición vasca que logró la ascensión al Everest en 1980, y también el creador de la primera tienda de material de montaña de Bilbao, Mendiko Etxea. «Se quedó prendado del caserío y de su historia. Por contar una pequeña anécdota, se enamoró de las vigas que están hoy en día en el centro del hotel. Lo compramos en 1999 y las obras duraron un año, pero en total pasaron cuatro desde que nuestro padre conoció el caserío y empezó a trabajar el proyecto hasta que estuvo terminado. Abrimos en julio de 2003», explica Gontzal, uno de los hijos de los fundadores. También recalca el papel de su madre, la psicóloga Kata Etxebarria, responsable de la decoración con muebles rústicos restaurados y cabeceros convertidos en auténticas obras de arte.

Situado a los pies del monte Kalamua, el edificio data de 1413. Anteriormente acogía una antigua ferrería medieval, cuyo molino se mantuvo activo hasta la década de los 50. Cuando proyectaron la idea del hotel, los actuales propietarios apostaron por mantener el edificio original, el foso, la presa y el molino. Muestra de ello es que la estancia principal acoge un salón con un techo de más de trece metros de altura alrededor del cual se distribuyen las habitaciones.

«Además de ser un hito convertirnos en el primer alojamiento de Euskadi que recibe este galardón, para nosotros es como la guinda al pastel, porque 2022 ha sido el mejor año de toda la trayectoria», reconoce Gontzal. «Después de los duros ejercicios de la pandemia hemos cerrado una temporada estupenda a nivel de ocupación y facturación, pero sobre todo por el apoyo de nuestros clientes, que han reconocido nuestro trato familiar, el entorno, la gastronomía y la comarca», añade.

Buena parte de los clientes que llegan a Etxebarria para alojarse en alguna de las quince habitaciones que tiene el Antsotegi proceden de otras comunidades autónomas. «Los madrileños que nos visitan destacan casi siempre lo bien que se come y se duerme aquí», recalca Gontzal, que lleva las riendas de hotel junto a Anna Saumell. También destaca el ambiente bucólico. «El sonido de los pájaros, de la presa y del río al despertar, les resulta magnífico y es comprensible», argumenta. «Si a ello le unimos la gastronomía y la posibilidad de practicar circuitos de aventuras para los niños o turismo activo a través de Leaktibai, que lleva mi hermano, el plan es ideal para pasarlo bien y alejarse de aglomeraciones», añade.