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Al menos 306 camas de la red sanitaria pública van a cerrar este verano. Los datos los ha recabado SATSE, el sindicato de enfermería, en los propios hospitales y son consecuencia de la falta de profesionales -muchos de ellos enfermeras- que se registrará durante los ... meses de julio y agosto por las vacaciones de la plantilla de Osakidetza. Las direcciones de los centros optan por dejar sin uso plantas o zonas concretas de sus instalaciones para concentrar a sus empleados en las que sí mantienen operativas.
Según la información a la que ha tenido acceso SATSE, en Basurto se inhabilitarán 87 camas; 56 en el hospital de Galdakao; 84 en Santa Marina; y 30 en el equipamiento de Gorliz. En el caso de Cruces, la dirección no ha facilitado detalles a las delegadas sindicales, aunque las mismas fuentes estiman que se verán afectadas un mínimo de medio centenar, como en veranos anteriores.
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Medios del Departamento de Salud indicaron que la población no debe alarmarse por esta decisión y subrayaron que cualquier ciudadano que durante julio y agosto necesite ser ingresado contará con una cama «garantizada». La reducción de plazas hospitalarias no es la única medida que adopta el Servicio Vasco de Salud en época estival. Durante este tiempo también permanecerán cerrados los quirófanos de tarde, apuntaron desde SATSE.
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Y otro servicio que se reajusta es la Atención Primaria. La pauta general de Osakidetza a lo largo de estos dos meses es que los ambulatorios que cierran a las 20.00 horas lo hagan a las 17.00 y los que lo hacen a las 17.00 adelanten el final de su jornada laboral a las 15.00. Una iniciativa que la consejería en manos de Gotzone Sagardui justifica tanto por el descanso de los sanitarios como porque, según las estadísticas que manejan los responsables del Departamento, la demanda de asistencia en los centros de salud se reduce un 30% de media en verano.
Amaia Mayor, secretaria de SATSE en Bizkaia, rechaza todas estas restrcciones sanitarias porque, a su juicio, «constituyen un recorte de servicios a la ciudadanía». Mayor recuerda además que la reapertura de plantas cerradas por un aumento sobrevenido de pacientes no es algo excepcional. Ya ha ocurrido durante la pandemia, y también en años anteriores. «Son situaciones que generan estrés a las enfermeras -explica-. Preparar nuevas camas a todo correr puede inducir a errores, afectar a la calidad de la atención o incluso propiciar accidentes biológicos en el colectivo profesional; por ejemplo, si se pinchan con alguna aguja por las prisas».
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