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El hospital de Urduliz -su nombre oficial es Alfredo Espinosa en recuerdo de quien fue consejero de Sanidad del Gobierno de José Antonio Agirre- tiene ya un año. Después de una inversión de 60 millones de euros y cinco años de obras, el 7 de ... julio de 2016 abrió sus puertas a los primeros pacientes de las comarcas de la Margen Derecha, Uribe y Mungialdea. Pero la celebración de este primer aniversario ha resultado más amarga que dulce para los responsables del Servicio Vasco de Salud: los quirófanos todavía no han abierto y las plantas de habitaciones permanecen cerradas. ¿El motivo? Carece de servicio de cocina, lo que impide servir menús y, por lo tanto, ingresar a los pacientes. Así que para los 175.000 vecinos de18 municipios, Cruces sigue siendo el centro de referencia para intervenciones quirúrgicas y hospitalizaciones.
«Es el ambulatorio más caro de Euskadi», ironiza el responsable de Comisiones Obreras para temas sanitarios, Iñigo Garduño, en alusión a que, a día de hoy, el centro recibe pacientes únicamente para consultas, pruebas diagnósticas y urgencias sin gravedad. Si una persona acude a este servicio y necesita ser hospitalizada o intervenida quirúrgicamente, es derivada a Cruces o Gorliz, una situación que se produce de media cinco veces al día.
La apertura de un hospital se realiza de forma progresiva. En el caso de Urduliz, la previsión inicial marcaba la apertura de las 148 camas y los seis quirófanos en el primer y segundo trimestre de 2017. El cronograma no se ha cumplido por un conflicto sindical. CC OO y ESK recurrieron la externalización de la limpieza, la lavandería y la cocina ante el Órgano Administrativo de Recursos Contractuales de Euskadi (OARC), una institución creada por el Gobierno vasco con el objetivo de controlar la contratación pública.
Garduño y José Ignacio Martínez, de ESK, sostienen que «en democracia los acuerdos están para cumplirlos», en referencia a los dos pactos que hay en vigor: uno de 2008 alcanzado entre Osakidetza y las centrales en la mesa sectorial de sanidad, en el que se comprometía a no privatizar más servicios; y un segundo, firmado en 2010, en la mesa general del Gobierno vasco. El OARC ha admitido los recursos de estas dos centrales -el resto de sindicatos, salvo el de médicos, los avalan-, de modo que los concursos para llevar a cabo la subcontratación han quedado anulados.
42.000 consultas han pasado los médicos del nuevo hospital en doce meses. Las especialidades más reclamadas son Oftalmología, Trauma y Otorrino.
30.000 pruebas diagnósticas se han realizado en un año; de ellas, 4.000 TAC, 5.000 ecografías y 3.500 mamografías en la unidad de Cribado de Cáncer de Mama.
3.800 pacientes han pasado por las Urgencias abiertas en mayo pasado. En el hospital trabajan 229 personas. Cuando esté a pleno rendimiento serán 600.
El Servicio Vasco de Salud ha recurrido esta decisión mediante una demanda ante el juzgado de lo contencioso administrativo. En tanto se resuelve, ha pedido al juez que suspenda cautelarmente la anulación de los concursos, para que pueda contratar la cocina y programar la apertura del hospital.
Osakidetza está dispuesta a que la limpieza o la lavandería se lleven a cabo con personal propio, aunque de momento está utilizando las contratas de la organización sanitaria Uribe. Sin embargo, ha hecho de la restauración una ‘línea roja’. ¿El motivo? Quiere para Urduliz «el mismo modelo de los hospitales comarcales de Gipuzkoa y el de San Eloy, de Barakaldo», ha repetido hasta la saciedad la directora general de la mayor empresa vasca, María Jesús Múgica.
Ni ella ni los altos cargos del Departamento de Salud alcanzan a entender cómo la apertura del primer hospital público en más de treinta años puede paralizarse por el ‘catering’, cuando la bandera de Osakidetza es ofertar una asistencia sanitaria pública y universal. Resaltan, en este sentido, que Urduliz costará al erario vasco 45 millones anuales cuando esté a pleno funcionamiento.
Pero también los sindicatos han hecho de la comida hospitalaria ‘causa belli’, tanto que se negaron a hablar de esta cuestión cuando Osakidetza pretendió incluirla en la negociación de la oferta pública de empleo, como contrapartida al incremento de un millar de puestos: en total serán más de 3.300.
El Sindicato Médico de Euskadi (SME) se mantiene al margen del conflicto. Considera «una pena» que el hospital no funcione «cuando podía estar ya casi al cien por cien». El de enfermería (SATSE) también muestra cierta tibieza al respecto, aunque defiende que los acuerdos deben cumplirse. Sin embargo, ELA, UGT y LAB se mantienen inflexibles y culpan a Osakidetza de la situación. «Se puede abrir con medios propios», argumentan.
La respuesta de los responsables sanitarios es incrementar la actividad en los servicios que no requieren ingreso. Así, el balance de un año se cierra con 42.000 consultas, 30.000 pruebas diagnósticas y algo más de 3.800 personas -el 20% niños- atendidas en las Urgencias que abrieron hace dos meses.
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