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El Casco Viejo de Bilbao esconde algunos detalles que en ocasiones pasan desapercibidos para los viandantes. Es el caso de las hornacinas que decoran algunas de las fachadas de las Siete Calles y que atesoran en su interior vírgenes y santos. El paso del tiempo ... ha hecho olvidar cómo o por qué llegaron ahí, pero todas ellas cuentan parte de la historia de la villa. Sin embargo, corren peligro de caer en el olvido.
Ahí es donde surge la figura de Marino Montero, encargado una vez más de poner en valor esas pequeñas grandes cosas que enriquecen a la capital vizcaína. Este 'bilbainólogo', como él mismo se denomina, quiere no solo recuperar estos ornamentos, sino también usarlos como excusa para relatar a través de ellos los tiempos en los que cada calle tenía su patrón.
No es un trabajo sencillo, ya que «tras décadas de desatención, se han perdido muchas referencias», alerta. Hasta ahora ha logrado catalogar 25 santos y vírgenes distribuidos por distintos rincones de las Siete Calles -extendiéndose hacia toda Bilbao La Vieja-, pero solo tiene información de 15. Con el objetivo de desvelar sus misterios, Montero pide la ayuda de la ciudadanía.
«Cada detalle que recuerden de su infancia, historias que les hayan contado sus mayores, cualquier dato de las hornacinas es importante», asegura. Ha habilitado una dirección de correo electrónico donde los bilbaínos puedan remitirle la información que conserven: bilbaogloriamundi@gmail.com. Con todo el material que recopile podrá aportar más relatos al libro que ya está escribiendo.
Quien ya acompaña a este hombre, una de las figuras más reconocidas y reconocibles de la vida sociocultural de Bilbao, en su cruzada por conservar estos históricos espacios es Gabriel Rodrigo, exconcejal del PP en el Ayuntamiento de la capital. «Queremos poner en valor una historia de la villa que está oscurecida», subraya el popular que desde 2019 pide, junto con Marino Montero, que el Consistorio proteja, conserve y restaure estos elementos.
Las historias que cuentan algunas de las hornacinas ya documentadas son realmente sorprendentes. Por ejemplo, la de la Virgen de la Inmaculada Concepción fue sustituida por la de Aránzazu porque un padre quería honrar a su hija, así llamada; o la de San Lorenzo, en Barrenkale, que aparece con la parrilla en la que fue quemado vivo. También la colocada en la catedral de Santiago, hacia Belostikale, tiene su curiosidad: durante años se pensó que se trataba de San Juan, pero realmente representa a María Magdalena. Sin olvidarse de cómo llegó una Virgen de la Macarena hasta las Siete Calles... y así hasta 25 imágenes religiosas con algo que aportar a la historia de Bilbao.
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