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La pandemia ha hecho aflorar con toda su crudeza el hambre, las averías sociales, la realidad de un mundo desigual y la escasez que sufre ... un tercio de las familias vizcaínas como consecuencia de la combinación de la inseguridad laboral, el empleo inestable y los bajos salarios. Personas sin hogar y muchas otras que se han visto sumergidas en una crisis de magnitud y consecuencias tan inciertas como inquietantes cuando todavía no habían salido de la anterior. Hablamos de gente que está pasando hambre y que tiene que racionar lo poco que tiene, y de familias con niños. Trabajadores precarios que llevan años viviendo al día con lo que ganan a los que el parón de la economía por el coronavirus ha cortado de manera drástica o reducido sus ingresos corrientes cuando ya carecían de ahorros o cuando ya tenían dificultades para afrontar gastos imprevistos y se ven ahora tocando la puerta de los servicios sociales a los que, en muchos casos, nunca imaginaron verse en la necesidad de recurrir.
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Sólo Cruz Roja ha atendido desde el inicio del estado de alarma a «600 nuevas familias de una media de tres miembros» en busca de un agarradero que les permita capear esta situación, advierte Manuel Calvo, coordinador de la entidad en Bizkaia. «En su mayoría son personas que vivían del mercado callejero, de la hostelería y del servicio doméstico», explica. La entidad también se ha visto obligada a «reforzar las entregas de alimentación» y ha repartido tarjetas monedero con un saldo de entre 50 y 100 euros para evitar, en cierta medida, la vergüenza que algunas familias sufren a la hora de tener que acudir a un banco de alimentos y que en algunos casos hace que renuncien a recibir este tipo de ayudas.
nuevos perfiles
En la asociación Sortarazi, que desde 1991 trabaja por la inclusión sociolaboral de personas en situación de riesgo de exclusión en Bilbao, Getxo, Uribe Kosta, Leioa y Erandio, hablan de «la avalancha de derivaciones recibidas por parte de los Servicios Sociales» y de la atención, en su principal ámbito de actuación durante la pandemia, la Margen Derecha, de «150 familias nuevas aparte de las 200 que ya atendíamos». «Y no sabemos cuántas más pueden ir viéndose abocadas a pedir ayudas básicas», subrayan Pilar Maroto e Itxaso Urcelay, coordinadora de la asociación y responsable del área de vulnerabilidad de la misma, respectivamente.
Todos estos datos implican ya la generación de al menos dieciséis familias nuevas pobres cada día del último mes y medio, a las que habría que añadir las derivadas por los ayuntamientos a otras organizaciones del Tercer Sector y que todavía no tienen computado el incremento de ciudadanos asistidos desde que estalló la emergencia sanitaria y llegó la crisis. Es el caso de Cáritas que, viéndose obligada a cerrar las puertas de sus 60 puntos de atención en Bizkaia y sustituirlos por una red telefónica sin precedentes -diez líneas en activo-, trata estos días de reunir los registros recogidos por su personal.
«Muchos de los que acuden a nosotros llevan años entrando y saliendo de nuestro circuito por épocas porque tienen trabajos inestables en la construcción, la hostelería y el servicio doméstico sobre todo. Trabajos en los que no acumulan meses de cotización y, en consecuencia, no tienen paro», explica Ana Sofi Telletxea, responsable del Departamento de Análisis y Desarrollo de esta entidad perteneciente a la Iglesia católica. Para «engordar el colchón de resistencia» en cientos de hogares, Cáritas ha «duplicado» las ayudas económicas en el último mes y medio. Desde el 14 de marzo ha hecho transferencias económicas a 1.100 personas por valor de 314.000 euros para ayudarles en gastos de alimentación, mantenimiento de la vivienda y copago de medicamentos. «A este paso superaremos este año los tres millones de euros, cuando habitualmente destinamos en doce meses una media de 1,3. Podríamos llegar a sobrepasar incluso el pico de los dos millones de euros que alcanzamos en 2011 en distribución de ayudas económicas», apunta Telletxea.
reparto de alimentos
El Banco de Alimentos de Bizkaia, que este mes no podrá hacer su tradicional recogida de primavera, ha reforzado su red de reparto por todo el territorio a petición de los consistorios vizcaínos. El secretario, Luis Crovetto, pone un ejemplo para entender la situación: «Si en el mes de marzo repartimos 50.000 litros de leche, en el mes de abril han sido 80.000, un 60% más que un mes normal, y los problemas siguen aumentando». En paralelo, «se han incrementado de forma notable las donaciones económicas que hemos recibido para hacer frente al aumento de solicitudes de comida registrada durante la pandemia. Cuando se cumplan dos meses haremos balance». En Bizkaia hay ahora 5.373 parados más que hace un año. 883 perceptores nuevos de la RGI en Euskadi en abril. El número de ERTE supera los 10.000 e implican a 60.300 personas. Ante esta realidad, las organizaciones que se vuelvan en las capas más precarias quieren estar a pleno rendimiento por lo que está por venir. El Banco de Alimentos espera por ello con ansia la apertura, mañana, del almacén ubicado en Mercabilbao para llenar siete camiones con los excedentes que no tienen salida para hacerlos llegar a los más necesitados.
Uno de los puntos de entrega de bolsas de comida es el comedor social San Antonio de Bilbao, atendido desde hace 60 años por los franciscanos de Iralabarri con la colaboración de unos cien voluntarios. «Ahora mismo estamos dando cobertura a un grupo de treinta personas que se ha escapado o les han expulsado de los albergues, a 200 familias con hijos de la zona y a una treintena de antiguos comensales que hasta ahora tenían un trabajo inestable y que ahora se han quedado sin nada y han vuelto. La mayoría tienen un lugar donde retirarse, como una pensión o habitación, una lonja o una tienda de campaña, pero nada más», avanza el padre Toño. Con el comedor cerrado, reparten el menú a la hora de la comida y de la cena. «Hoy tocan cinco huevos cocidos, tres sándwiches mixtos, refresco, batido de chocolate, dos plátanos, un kiwi, una bolsa de patatas y un frasco de espárragos para los que comen cerdo. Para los que no, bocadillo de tortilla de patata, pescado en salazón. No es comida caliente», explica disgustado el franciscano.
En los gestionados por Cáritas en Bilbao y Barakaldo también siguen dando 200 menús (primer y segundo platos y postre) pero en tuppers a personas sin hogar y «a mujeres solas con hijos sin ningún tipo de ingreso porque su principal soporte era la economía sumergida en tareas del hogar y cuidado de mayores que nos derivan los ayuntamientos». En el de Conde Aresti, donde entran unos pocos usuarios cada día en varios turnos para no coincidir, la situación es similar.
250.000 personas en Bizkaia tienen un colchón de resistencia débil. Algunas de ellas han sido las primeras en notar los efectos de la pandemia del coronavirus. La penuria alimentaria por falta de recursos se ha constatado en cerca de 40.000 hogares.
Vivienda, empleo, salud. El 22,2% de la población vasca está afectada por una situación de exclusión en vivienda. El 14,5% en empleo y el 15,5% en salud. Datos del IIInforme FOESSA Euskadi 2019.
RGI. En abril se engrosó la lista de perceptores nuevos en Euskadi: 883 más tras varios meses a la baja. En total suman 53.274.
Sin hogar. Un 25% lleva menos de un año en la calle y un 52,5% menos de tres. «No hay personas que sean 'sin hogar', sino que múltiples circunstancias provocan que personas dejen de tener hogar», señalan en Bizitegi, asociación para la inserción.
La crisis de 2008. Provocó el 'desclasamiento' de una cuarta parte de la clase media baja. Casi uno de cada seis hogares.
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