![«Cuando hallaron la tibia lloré como una loca. Sabía que era mi padre»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202008/23/media/cortadas/sololuze11-kP5F-U1101123648299ykC-1248x770@El%20Correo.jpg)
![«Cuando hallaron la tibia lloré como una loca. Sabía que era mi padre»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202008/23/media/cortadas/sololuze11-kP5F-U1101123648299ykC-1248x770@El%20Correo.jpg)
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La aparición este lunes del cuerpo de Alberto Sololuze, uno de los trabajadores sepultados en el vertedero de Zaldibar desde el 6 de febrero, ha supuesto un alivio para su familia que confirma su hija Nahia. Tras seis meses «muy duros», podrán comenzar un duelo ... y despedir al eibarrés «como se merece». No olvidan la labor de los que han participado en la búsqueda y esperan que pronto encuentren también a Joaquín Beltrán, el otro operario desaparecido. Pero el hallazgo no cambia de idea a Nahia, que cree que la catástrofe «podría haberse evitado». Por eso pide justicia para que la muerte de su padre «no sea en vano».
- Tras esta semana cargada de emociones ¿Cómo se encuentra?
- Es un momento agridulce. Estamos contentos de que aita esté donde debe estar y no entre basura. Pero, por otro lado, te confirman definitivamente que ha muerto. Sabía que no había nada que hacer pero, en el fondo del subconsciente, siempre tenía una pequeña esperanza.
- ¿Encontrarle ha supuesto un alivio?
- He empezado a descansar, me he quitado un gran peso de encima. Mi madre dice que una losa. Vivía pendiente del teléfono, encontrarle era mi prioridad. Soñaba que iba al vertedero y no le encontraba. Estábamos estancados, y ahora podemos empezar a mirar hacia adelante y sufrir la pérdida de un ser querido, como en muchas familias. Darle descanso donde se merece. Ayuda mucho para poder comenzar el duelo.
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aiende s. jiménez
- Han sido seis largos meses, con coronavirus de por medio.
- Es difícil de explicar con palabras. Sabía que mi padre estaba muerto desde el principio. Te cambia hasta cómo eres, el humor, no disfrutas de las cosas. Desde un inicio nos dijeron que iban a tardar 5 o 6 meses en llegar al sitio y cuando vi como había quedado el vertedero sabía lo que había. Y, en el fondo, la crisis sanitaria me ha venido bien, porque ha servido para calmar un poco el foco mediático y porque, al no tener que ir a trabajar, he podido centrarme en esto.
- ¿Cómo se enteró del derrumbe y de la desaparición de su padre?
- No se me va a olvidar en la vida. Estaba trabajando y había escuchado que había habido un derrumbe en la carretera, pero no sabía que era del vertedero. Me llamó mi madre, que no fue capaz de hablar, y una compañera suya de trabajo fue la que me dijo que había pasado algo con mi padre. Y ahí ya hilé todo. Entré en shock. No era capaz de coger el coche. Fui con mi marido y tardamos dos horas en llegar de Azpeitia a Eibar, porque la carretera estaba cortada. En el trayecto llamé a mi madre 20 veces, pero no me imaginaba la gravedad de lo ocurrido. Cuando llegué ya me dijeron que había dos desaparecidos y que uno era mi padre. Y se me vino el mundo encima.
- ¿Qué expectativas tenían en ese primer momento?
- Había esperanza porque su móvil daba tono. Y tenía cerca la escapatoria, porque la báscula, donde él trabajaba, está junto a la entrada. No sé, en terremotos se encuentra a la gente horas después. Pero a las diez de la noche la persona de mayor rango en la búsqueda nos dijo que no mantuviéramos esperanzas de que estuviera vivo. Que estaba muerto. Hasta entonces no había hablado con la psicóloga, pero me tuve que ir a dar una vuelta con ella.
Los primeros momentos
- ¿Les dijeron que había posibilidad de no encontrarles?
- No, eso nunca. Y aunque ese era mi mayor miedo, nunca he perdido la esperanza. Si encuentran huesos de hace cien años de la Guerra Civil perdidos en un monte tenían que encontrar a mi padre, que sabían que estaba ahí.
- ¿Han recibido ya el cuerpo?
- Todavía no, pero estoy tranquila, por lo menos ya no está allí. No me importa lo que tarden. Puedo esperar un poco más, me da igual, porque no está allí.
- ¿Cree que el derrumbe se podría haber evitado?
- Claro. Me he preguntado muchas veces por qué ocurrió y de quién es la culpa. Tengo mucha rabia por eso.
- ¿Qué opina de la gestión del Gobierno vasco?
- Seguro que hay muchas cosas que se han hecho mal, pero si no es por ellos no hubiese recuperado a mi padre. Porque la empresa no se iba a hacer cargo y yo no tengo los medios para hacerlo.
ánimo a la familia de Beltrán
- El domingo pasado aparece por primera vez un resto humano, una tibia. ¿Cómo lo supo?
- Una persona del operativo me llamaba todos los días. Me dijo que habían encontrado un resto óseo y le pregunté si tenía ropa, si era un chándal negro. Me dijo que sí, y me puse a llorar como una loca. Sabía que era de mi padre. Mi madre me decía que no me hiciera ilusiones, pero yo lo sabía.
- Y el lunes aparecen más restos.
- Se dijo que junto al cuerpo había un reloj y un móvil suyos, pero qué va, era parte de la basura. Aunque sí encontraron un objeto personal en la ropa que era suyo. Esa misma tarde me llamaron para decirme que era él, aunque faltaba que lo confirmase la prueba de ADN. No podíamos decírselo a nadie, pero respiré. Ha sido un descanso, para él y para nosotras.
- Una vez cerrado este capítulo, ¿cómo afrontan el juicio?
- Ahora con más fuerza. Quiero que la muerte de mi padre no haya sido en vano, que sirva para que no pase otra vez algo así, en eso se centra toda mi rabia.
- En un comunicado agradecen el trabajo a los que participan en la búsqueda. ¿Lo harán también en persona?
- Sí, ya hemos quedado con ellos. Sé que han estado muy involucrados, que su objetivo era encontrar a mi padre y a Joaquín y que cada día sin hacerlo les frustraba mucho. Me consta que el momento de la aparición de mi padre fue emocionantísimo para todos, ertzainas, palistas... No puedo estar más agradecida.
- Ahora la búsqueda se centra en encontrar a Joaquín.
- Espero que su familia tenga la misma suerte y que puedan descansar. Sabemos lo que es estar esperando, es inhumano, lo están pasando mal. Nadie se merece que le pase esto, no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
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