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m. j. tomé
Martes, 12 de septiembre 2017
22 caracoles gigantes, de unos 15 centimetros de longitud. Ese fue el inesperado hallazgo que agentes de control de equipajes de la Guardia Civil del aeropuerto de Loiu realizaron dentro de la maleta de una pasajera procedente de Lagos (Nigeria) con residencia en Bizkaia. Los ... ejemplares de esta especie africana estaban vivos y su propietaria pensaba destinarlos para su crianza en un terrario.
Se trata de un nuevo episodio de 'bushmeat', una práctica muy peligrosa y que puede acarrerar graves riesgos para la salud pública: la introducción de especies autóctonas de otro país, sin ningún tipo de control sanitario, con destino al consumo humano. En este caso, estos caracoles originarios de África (Achatina Fulica) pueden ser «portadores de diferentes parásitos suceptibles de llegar a provocar diversas afecciones a la salud» si se ingieren, resaltan fuentes de la Guardia Civil. Además, están considerados como una de las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por su potenciar colonizador, lo que les convierte en «una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas».
La aprehensión se llevó a cabo cuando los agentes de la Guardia civil revisaron el equipaje del vuelo procedente de Nigeria. Al inspeccionar la maleta de una de las pasajeras, una mujer de nacionalidad española pero originaria de este país africano, los miembros del instituto armado encontraron un saco, de 4,4 kilos, con los 22 ejemplares gigantes. Esta especie de caracol terrestre, de la familia Achatinidae, está incluida en el catálogo español de especies exóticas invasoras, por lo que su propietaria ha sido denunciada por una presunta infracción administrativa de la ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, un expediente que será tramitado por el Departamento de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente del Gobierno vasco.
La revisión del equipaje del pasaje procedente de Guinea se realizó atendiendo «a criterios preventivos de riesgo», dado el incremento detectado en los casos de introducción ilícita de animales, tanto vivos como muertos, en vuelos procedentes de destinos exóticos de África y Sudamérica. La creciente inmigración y la mayor conectividad aérea ha propiciado el que se disparen este tipo de 'hallazgos'; también en la terminal vizcaína.
Hace unos meses, por ejemplo, Loiu era escenario de uno de los primeros casos de los que hay constancia de 'bushmeat' en España. Los agentes de instituto armado encontraron en aquella ocasión un mono colobo y dos pangolines -especie similar a los armadillos- en el equipaje de una pasajera procedente de Guinea Ecuatorial.
La mujer abandonó la maleta en la terminal y se dió a la fuga, ante la evidencia de que iba a ser descubierta. Los animales, especies muy cotizadas y valoradas culinariamente en aquel país africano, estaban muertos, eviscerados y pelados. Es decir, listos para su consumo aunque los signos de descomposición tras el largo viaje eran más que evidentes.
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