El programa de gobierno para los próximos cuatro años que se elaborará en base al pacto PNV-PSE firmado tras las elecciones municipales contempla también un nuevo Plan Estratégico de Seguridad y la actualización del Pacto por la Seguridad Ciudadana, firmado en 2018 por todos ... los partidos políticos de la ciudad. Aquello fue un hito, y alcanzarlo tuvo mucho que ver con el momento delicado en el que estaba la ciudad tras varios crímenes que habían causado gran impacto. Habrá que ver si ahora el momento es propicio para revalidar aquella unanimidad.
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Pero más allá de los grandes pronunciamientos institucionales, cuyo alcance a menudo se queda reducido a lo cosmético, están las cosas concretas. El plan de mandato va a hacer un énfasis especial en mejorar la convivencia en las calles de la ciudad y se hace una mención expresa a la realización de campañas contra el botellón y para reducir el «gamberrismo y vandalismo» en la vía pública. También se quiere «mejorar los sistemas de prevención e intervención policial en los casos de conflicto de convivencia».
Ya, nada de esto es muy concreto. Pero sí denota esta redacción que en el ánimo municipal está pacificar unas calles que en ciertos momentos se tensan un poco para disgusto de los vecinos, cuyas protestas son tan recurrentes como infructuosas en relación a las molestias por el ruido que causa el ocio nocturno. Se menciona también en la hoja de ruta del Ayuntamiento la combinación de «presencia uniformada y no uniformada de la Policía Municipal en los diferentes barrios de la ciudad».
En cuanto a la policía de proximidad, los talleres de barrio y demás estrategias que pretenden aportar cercanía con los vecinos y que nos llevan acompañando los últimos años, se mantienen. Y también se pretende «implementar planes de seguridad específicos por barrios». Hay que tener en cuenta que la situación en las diversas zonas de Bilbao es muy diferente. Por ejemplo, en el último año la ola de asaltos en Santutxu sembró la inquietud y la indignación entre unos comerciantes y vecinos que se sintieron bastante abandonados por el Ayuntamiento, que durante meses y hasta que las evidencias saltaron a la vista rechazó que hubiese un problema allí.
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Por otra parte, tal y como avanzó este periódico, también prevé el gobierno municipal ponerse duro con los 30 km/h, límite de velocidad que ahora es mayoritariamente ignorado. Se trata de una amenaza recurrente por parte de las autoridades municipales que de momento no ha pasado a más. También es cierto que la siniestralidad vial está en mínimos.
En términos de infraestructuras se contempla la apertura de nuevas comisarías (el alcalde anunció en campaña electoral una en Santutxu) y también un nuevo equipamiento para los bomberos en Deusto tras muchos años de protestas por parte de este colectivo.
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En lo referente a las relaciones directas con la ciudadanía también se prevé mejorar los medios para «facilitar la denuncia de delitos a través de internet, en las comisarías y en itinerancia» y «mejorar la formación» de los agentes «en la atención a las víctimas especialmente vulnerables», con mención expresa a quienes sufren violencia de género.
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