El gran velero ecuatoriano que podrá visitarse en Bilbao

El 'Guayas' vuelve por primera vez 47 años despuésde su viaje de incorporación, que se inició el 28 de julio de 1977 en el canal de Deusto y que concluyó en Guayaquil el 1 de octubre de ese año. Aquella partida fue muy sentida en Erandio: la demora que se dio en la construcción de la nave hizo que la tripulación acabara siendo acogida como parte del vecindario. «Me da mucha pena dejar estas tierras. Me han tratado tan bien, que me quedaría siempre», declaraba entonces uno de sus oficiales, el segundo comandante Rubén Armendáriz, que había descubierto el origen vasco de su apellido durante su estancia.

En 1974 las autoridades ecuatorianas decidieron dotar a su Armada de un buque escuela. Estos grandes veleros no eran –ni son– muy comunes y los astilleros especializados no abundaban. Una vez que se decidió que el barco se construiría en España, la opción clara fue Astace, de cuya grada ya había salido el 'Gloria', construido en 1968 para la Armada de Colombia.

Los primeros trámites, negociaciones, diplomacias y burocracias de rigor se solucionaron con rapidez. En marzo de ese mismo año el Ministerio de Marina español lo dispuso todo para que la primera tripulación ecuatoriana se formara en navegación a vela en la Escuela Naval Militar, en Marín (Pontevedra). El 22 de mayo, en Quito, en el Ministerio de defensa Nacional, se firmaba el contrato de construcción de un buque escuela a vela, tipo bric-barca, con Astilleros y Talleres Celaya, S.A. de Bilbao. El buque sería la construcción 157 de este astillero. Como el 'Gloria', del que es una versión mejorada, el 'Guayas' fue proyectado por Sener siguiendo un modelo alemán, el bricbarca 'Gorch Fock' construido en 1958 por Blohm & Voss en Hamburgo.

El estado mayor de la Armada de Ecuador escogió el nombre del barco entre varias posibilidades y a través de un concurso, siendo las dos opciones finales 'Alcance' y 'Guayas'. La segunda fue la definitiva porque resultaba ideal: Guayas fue el nombre de un cacique histórico huancavilca; lo es también del río Guayas, decisivo en el desarrollo socio económico, político y cultural del Ecuador; así se llamó el primer buque a vapor construido en América del Sur y 'Guayas' fue también el nombre de una fragata que resultó fundamental en el desarrollo de la moderna Armada ecuatoriana.

Tal y como recordaba el ingeniero naval Juan José Alonso Verástegui, que fue director gerente de Astace, los responsables del astillero erandiotarra se vieron sorprendidos por la celeridad con la que se desempeñaba la Armada del Ecuador: su primer representante, su director de Material y Finanzas, el capitán de navío Alfredo Cuvi Ortiz, ya estaba en Bilbao el 18 de junio.

«Se estipuló entregar el barco no más tarde del 31 de diciembre de 1976», contaba Alonso Verástegui en 'Guayas: Un buque escuela nacido en Erandio', libro editado por el ayuntamiento de esta localidad. Pero no pudo ser: «Coincidieron las cosas con una época plagada de conflictos político laborales. Se acumularon los retrasos y se aplazó la entrega prevista al 23 de julio de 1977».

Pero la Armada Ecuatoriana «no supo de conflictos» y se ajustó a su calendario: «El jefe de la misión, el capitán de navío Nelson Armas, se presentó en el astillero el 23 de febrero de 1976, inaugurando una larga estancia de gratísimos recuerdos para todos». Tras él, llegaron los oficiales y tripulantes. «La situación amenazaba con problemas de gastos de estancia y de ocupación de personal». Bilbaínos y erandiotarras ayudaron «a minimizar las compliaciones. Se consiguieron locales de estudio e instalaciones deportivas para la marinería y se les alojó en casas particulares de Erandio, donde las familias les acogieron con mucho cariño». Como suele suceder en estas situaciones, «hubo emparejamientos» entre marineros y jóvenes locales, lo que «supuso muchas lágrimas» cuando el barco tuvo que partir. Algunos oficiales trajeron a sus esposas y a sus hijos, «en unas inesperadas vacaciones familiares».

El 1 de junio de 1976 se celebró la ceremonia oficial de puesta de quilla. La bendición se hizo el 23 de septiembre del mismo año, momento en el que el barco empezó a aparecer en la prensa bilbaína, además de por el interés del vistoso navío en sí, porque al acto asistió como madrina Alicia Pizzibombo, esposa del almirante Alfredo Poveda Burbano, entonces presidente del Consejo Supremo de Gobierno de Ecuador. «La ilustre señora», contaba EL CORREO, «llegó a Bilbao acompañada por el embajador ecuatoriano en España. don Alfonso Barrera, asistentes particulares y personal de la Armada ecuatoriana».

El barco fue bendecido por el superior de los trinitarios de Algorta, Eusebio Goiricelaya. Tras la ceremonia religiosa, «la señora de Poveda rompió contra lo quilla la tradicional botella», contaba el periódico al día siguiente, y el acto terminó con un discurso del capitán de navío Aníbal Carrillo, que iba a ser el comandante del buque.

Pero el 'Guayas' no tocó el agua ese día. La puesta a flote se hizo un mes después, el 22 de octubre, y de madrugada, por la oportunidad de las mareas. Como en los astilleros de Astace la carretera se interponía entre la grada y la ría, hubo que cortar el tráfico para que el barco se deslizara sobre la calzada.

El 'Guayas' fue conducido al dique de La Naval, en Sestao, «para rematar su armamento, arboladuras y jarcias». Además se instalaron «cañones de saludo, piezas de urbanidad fundamentales» en este tipo de barco. También se puso el mascarón de proa, un cóndor modelado en poliester.

A primeros de junio de 1977 comenzaron las pruebas de mar, que fueron un éxito. Por fin, el 23 de julio se llevó a cabo la ceremonia de cambio de bandera en los muelles del canal de Deusto y el barco fue entregado a la Armada ecuatoriana. El buque partió de Bilbao el 28 de julio de 1977. «Visitará en viaje a su país la Escuela Naval de Marín, en Pontevedra: los puertos de Cádiz, Ceuta, Canarias, La Guaira, Veracruz, Cartagena de Indias y llegará al puerto ecuatoriano de Guayaquil», avanzó EL CORREO y así fue. El viernes volverá a Bilbao por primera vez, 47 años después, para visitar el puerto que lo vio nacer.