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El futuro bulevar de la ría deberá salvar en su discurrir de 6,5 kilómetros el cauce del río Asua, en Erandio, y el arroyo ... Udondo, en Leioa. En este segundo punto será necesario intervenir sobre el actual puente por el que discurre la BI-711, una estructura del siglo XIX considerada un «tesoro» de la ingeniería al estar construido con un arco del pretérito puente de Isabel II de Bilbao, el primero de hierro tendido en España. «El proyecto plantea ponerlo en valor, sobre todo el forjado de hierro fundido, que salió de la Fundación Santa Ana de Bolueta, en Bilbao», ha explicado el diputado general, Unai Rementeria.
Construido en Bilbao en 1845, fue demolido en 1876 tras haberlo dañado el bombardeo carlista dos años antes. Su historia permaneció oculta hasta 2006, cuando la estructura fue 'descubierta' casualmente por Joaquín Cárcamo, de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP). Más que de descubrimiento, cabe hablar de identificación. «Fue en un paseo por la ría con el arquitecto Iñaki Uriarte», recuerda Cárcamo. Al pasar a la altura de la desembocadura del Udondo-Gobelas, «me llamó la atención la tipología» del viaducto que la supera. « Era un puente de la primera mitad del siglo XIX» que parecía estar fuera de lugar. La investigación le llevó a comprobar que se trataba de uno de los tramos del puente de Isabel II, que se construyó en el mismo lugar que ocupa ahora el de El Arenal bilbaíno.
Su construcción, que comenzó a mediados de 1845 sobre un proyecto de Antonio de Goicoechea, fue muy importante para Bilbao. Como precisa Cárcamo, a Goicoechea lo sustituyó «en la dirección de la obra Pedro Celestino Espinosa, nombrado por el Cuerpo de Ingenieros de Caminos. El puente fue inaugurado el 23 de enero de 1848», cuando aún faltaban por rematar algunos detalles. Como obra de ingeniería, la construcción fue pionera. Sus arcos eran de hierro fundido o colado, ensamblados con piezas como «un verdadero mecano desmontable». Fue el primer viaducto de este tipo construido en España, seguido poco después por el también llamado puente de Isabel II de Sevilla, tendido «entre 1847 y 1852 por ingenieros franceses».
El impresor Juan E. Delmas describía así el puente bilbaíno en su 'Guía histórico-descriptiva del viajero en el Señorío de Vizcaya' de 1864: «Pertenece su construcción a los llamados de fierro, y se tomó por modelo el puente de las Artes de París. Sobre el arco del centro se levantaban cuatro templetes de columnas corintias con sus cascarones y remates de armas, elaborados en la fábrica de Santa Ana de Bolueta». En cada templete «había un aparato que levantaba o bajaba la mitad de la rampa del arco del centro, para dar paso a las embarcaciones que subían o bajaban a cargar y descargar sobre los muelles del puerto».
Esta parte central levadiza dejó de funcionar muy pronto. Cuando se proyectó el viaducto no se sabía que junto a él «se situaría la estación de un ferrocarril». «Tan pronto como se inauguró aquella grande obra se resintió el puente de tal modo que hubo de desmontarse inmediatamente el levadizo para el paso de las embarcaciones y que reparar el arco que lo sostenía y los dos inmediatos. Cerróse el puente, y con él el paso de las naves río arriba», escribía Delmas. Pero lo peor estaba por llegar.
Durante el sitio al que fue sometida la villa por los carlistas en 1874, la estructura sufrió daños en el bombardeo del 2 de abril. Por si fuera poco, días después, el 11 del mismo mes, un aguaducho arrastró varios gabarrones y un vapor que chocaron contra los pilares. El puente ya estaba condenado y cuando se levantó el sitio se propuso la construcción de uno nuevo, cuyas obras comenzaron en 1876.
No acabó ahí la historia. La carretera que unía Las Arenas y Bilbao necesitaba un puente sobre el Udondo, pues el que había fue volado durante el asedio. Era un puente de 11 metros, casualmente la medida de los cuatro arcos mayores del puente bilbaíno. La del Udondo fue una obra de urgencia. «El ingeniero jefe de Obras públicas de Vizcaya propuso la compra al Ayuntamiento de Bilbao de uno de los arcos de hierro por ser aplicables para la reconstrucción de la pasarela de Udondo», como se dice en el oficio leído en el pleno municipal del 16 de junio de 1876.
Así se hizo, y desde entonces lo que queda del puente de Isabel II ha seguido prestando su servicio con discreción, cubierto por una moderna tabla de hormigón y ensanchado con piezas del mismo material que hacen que la estructura histórica solo sea visible desde la ría.
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