La subida de los tipos de interés ha penalizado seriamente a miles de vascos que tienen su hipoteca en formato variable, pero esa tendencia aún no se ha traducido en una crisis social. Es decir, en 2022 no ha habido un incremento de los desahucios ... en Euskadi. Sin embargo, el Gobierno vasco prevé que esos efectos tan dramáticos van a llegar próximamente: «Ante ante la previsión de que en 2023 y 2024 se mantengan o incluso incrementen los tipos de interés y, por tanto, el importe de las cuotas hipotecarias, es previsible que aumente el número de personas y familias que van a tener que afrontar un esfuerzo financiero para el pago de la hipoteca que sobrepase las cotas tolerables». Esas cotas tolerables se sitúan «en torno al 30% de los ingresos».
Publicidad
Con semejante panorama a la vista desde el Área de Vivienda del Ejecutivo comienzan a poner el foco sobre la banca. Así, recuerdan que las entidades financieras «tienen la posibilidad de flexibilizar los esfuerzos requeridos a sus clientes de una manera temporal aportando asimismo soluciones idénticas de una manera voluntaria». Apelan en el departamento de Iñaki Arriola a las declaraciones de responsabilidad social corporativa «con compromisos hacia la sociedad y sus clientes», y lanzan una frase que suena a invitación: «Es buen momento para ponerlos en práctica».
El análisis, la previsión, y la petición a la banca están en el estudio del Observatorio Vasco de la Vivienda llamado 'Informe sobre el impacto social de la subida de tipos de interés en Euskadi'. Ese impacto ha sido «progresivo» durante el pasado ejercicio para «decenas de miles de hogares en Euskadi» que tienen sus hipotecas a tipo variable. Hace una simulación: en un préstamo medio de 160.000 euros a 30 años el coste de la subida del 0,5% al 3,5% «supondría cerca de 250 euros mensuales de incremento del coste financiero».
Prevenida como estaba la gente de que esto iba a ocurrir, y de que estaba ocurriendo, cada vez más familias optan por los tipos fijos. Hace seis años sólo el 10% de las hipotecas se firmaban con estas condiciones, y en 2022 subieron al 58%. El problema, claro, es para esa gran mayoría de hogares que arrastran la hipoteca de años atrás (son unos 300.000).
Publicidad
Pese al panorama del euribor, no se ha ralentizado el mercado y el pasado ejercicio se firmaron 22.905 préstamos hipotecarios. No llegan a los 30.000 anuales que se registraban durante la primera década de siglo, en plena burbuja, pero sí es un avance notable y sostenido respecto a los 12.146 de 2013, en plena recesión. En realidad, no era difícil mejorar con respecto a aquella situación de parálisis económica. ¿Cómo es posible que la subida de tipos no haya afectado a la situación en 2022? En el estudio se dice que «todavía es pronto para ver los efectos de la subida del Euribor en la concesión de hipotecas. Estos efectos y el endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito a hogares y empresas se verán a lo largo de 2023 como mínimo».
En los últimos cuatro años, pese a la pandemia, se ha ido incrementado el precio medio de la hipoteca constituida en Euskadi, de los 150.995 euros de 2019 a los 163.493 del pasado ejercicio. Hay diferencias entre los distintos territorios, naturalmente: Gipuzkoa sigue siendo el más caro, con 171.020, Álava el más barato, con 132.868, y Bizkaia se queda en el término medio, con 167.862. Todos, eso sí, por encima de la media estatal, que se queda en 147.000 euros.
Publicidad
Lo que ocurre es que con esos aumentos en el dinero que se pide prestado también sube el esfuerzo para el pago de la hipoteca, que en 2022 fue, de media, de 720 euros al mes. Pues bien, eso supone un 30,22% del salario disponible, bastante por encima del 28,2 del año anterior. Y, sobre todo, en el límite de lo que el Gobierno vasco considera tolerable que, recordemos, «se sitúa en torno al 30% de los ingresos». Es decir, ya estaríamos ligeramente por encima. Y «las previsiones apuntan a que se mantenga esta tendencia salvo que los salarios crezcan en una proporción similar», lo que el propio informe califica como «muy poco probable».
Cuando se dice que de momento no ha habido efectos sociales dramáticos, el estudio se refiere a que en 2022 se registraron 180 ejecuciones hipotecarias en Euskadi, que fueron incluso menos que las 239 de un año antes. De hecho, el País Vasco es la autonomía con menos casos por cada 100.000 habitantes (8). Los lanzamientos en los que derivaron esos procesos se mantienen estables desde 2019 y los tres primeros trimestres de 2022 (son los últimos datos disponibles) hubo unos 120.
Publicidad
Lo que ahora preocupa en Lakua es que la escalada de tipos se deje sentir este año, o incluso el próximo, en un entorno en el que las familias no sólo deben hacer frente al aumento de las cuotas hipotecarias, sino también de la factura energética y la inflación en general con unos sueldos que apenas crecen.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.