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Las máquinas dejaron de trabajar ayer en la inmensa mayoría de las obras de Euskadi, tanto públicas como privadas, en cumplimiento del decreto del Gobierno que limita aún más la circulación de personas y la actividad productiva no esencial, con el objetivo de derrotar ... al coronavirus. Salvo alguna promoción de viviendas donde los obreros se afanaban en terminar elementos estructurales que había que rematar por seguridad (tejados o vigas maestras), la construcción, que emplea a 50.000 personas en Bizkaia, se detuvo todo lo rápido que pudo.
Porque paralizar una obra «no es nada sencillo», asegura José Tesán, decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos del País Vasco. «Suelen llevar una inercia y hay que actuar con cabeza para no arruinar parte del trabajo hecho. Se habría necesitado una semana para lograr un cierre adecuado», advierte el experto.
El TAV, la mayor obra pública de la historia de Euskadi, por ejemplo, no avanzará ni un centímetro más en las dos próximas semanas, pero mantendrá una actividad mínima orientada a garantizar que los viaductos en construcción no se vengan abajo o que los túneles a medio excavar no se derrumben. Hay taludes que supervisar y pozos de bombeo y máquinas extractoras que alimentar para que buena parte del avance logrado hasta la fecha no se convierta en un fiasco por el paso del tiempo, las lluvias o un inesperado corrimiento de tierra.
De hecho, el Gobierno vasco, que gestiona la parte gipuzcoana del trazado, dio ayer la orden a las empresas adjudicatarias de abandonar los tajos, pero hacerlo de una manera «ordenada» y «en condiciones de seguridad» para preservar «las necesarias adaptaciones de vigilancia de las instalaciones construidas». La mayoría de las personas que trabajan en el TAVse quedarán hoy en casa, pero habrá un equipo pequeño de profesionales que velará por que la paralización no cause estragos.
El TAV lleva construyéndose desde septiembre de 2006. Son 18 años de esfuerzo y 5.000 millones de euros invertidos. Ahora encaraba su recta final, con la vista puesta en una entrada en servicio anunciada para finales de 2023. ¿Cómo puede influir este parón en los plazos? «Desde luego que no es bueno, porque intentamos trabajar a pleno pulmón, pero es pronto para evaluar con precisión qué repercusión tendrá», señalan las fuentes consultadas.
El decano de los ingenieros, por su parte, sí que advierte de que, en las grandes obras públicas, 15 días de paralización no suponen un retraso equivalente, sino que hay un efecto multiplicador. «Volver a arrancar un tajo es complicado y costoso y, en este caso, me parece a mí que todo el mundo va a querer apretar el acelerador a la vez y va a haber problemas de stock en materiales y recursos humanos», avisa. Además, insiste, «cualquier abandono, sobre todo si es precipitado, implica una degradación, porque en la construcción hay tareas que se solapan y que, si las detienes, arruinas el paso realizado con anterioridad». Por todo ello, Tesán cree que habrá retrasos y también sobrecostes. «Estaremos hablando de encarecimientos de entre un 2 y un 7 u 8%», dice. «No es algo excesivo, pero ahí están».
Además del TAV, también paró ayer la ampliación de la Supersur y otras obras de la Diputación, como el enlace de Kukularra, el Parque Tecnológico de Ezkerraldea o los tramos de mejora de las carreteras de La Avanzada y de la N-634 en Euba. La institución foral sí trabajará en el mantenimiento de las vías de comunicación y también en el operativo de vigilancia del vertedero de Zaldibar. Se ha detenido igualmente la Torre Bizkaia (antiguo BBVA de Abando). Y el Gobierno vasco paralizó el avance del puente que unirá San Ignacio con Zorrozaurre. El Consistorio de Bilbao hizo lo propio con todas las obras de urbanización en la ciudad.
En cuanto al sector privado, las grandes promotoras han paralizado promociones en Bolueta, Basurto, el centro de Barakaldo o Zorrozaurre. «Estamos muy preocupados y habrá que ver si podemos volver a la actividad en el plazo anunciado o esto se demora más tiempo, lo que sería ya un mazazo terrible», advirtieron desde la asociación Ascovi.
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