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La planta que la empresa Sader tiene en Zorroza va a recibir a partir de ahora más residuos procedentes de Gipuzkoa para su tratamiento. Así lo aseguró el pasado miércoles el diputado de Sostenibilidad del territorio vecino, José Ignacio Asensio (PSE), que anunció que «todos» ... los lixiviados (líquidos y lodos que se filtran en la central de basuras de Zubieta) se dirigirán a Bilbao. Una medida que se toma después de que el Gobierno navarro cerrara el centro industrial que los acogía por irregularidades relacionadas con estos envíos. Todo ello en mitad de una fuerte polémica y un agrio enfrentamiento político e institucional entre dos administraciones en las que los socialistas tienen responsabilidades de gobierno.
El año pasado, Gipuzkoa derivó 3.400 toneladas de esos lixiviados a sus vecinos navarros. Esta sería aproximadamente la cantidad de residuos anual que se enviaría a partir de ahora a Bilbao, como remesa adicional a lo que ya llegaba a Zorroza desde Zubieta. En su comparecencia del miércoles, Asensio evitó hablar de cifras y ayer su equipo de asesores tampoco respondió a las preguntas formuladas por EL CORREO sobre el número de toneladas y de camiones que descargarán en Sader, en adelante. «No podemos dar respuesta hoy a las cuestiones que formula, es una información muy técnica y necesitaremos algún tiempo para recabar la información», se excusaron.
Desde agosto de 2022, la planta de Sader está recibiendo un camión cisterna diario cargado con lixiviados de Gipuzkoa. Así lo asegura la empresa, que desconoce cuáles son los planes de los gestores forales a partir de ahora y dice ser «parte de la solución» a esta crisis. La compañía informa de que tiene todos los permisos legales para tratar lo que le llegue, «conforme a su autorización ambiental integrada emitida por el Gobierno vasco».
Respecto a la polémica abierta sobre si el residuo a tratar es peligroso o no (el Gobierno navarro le ha reprochado a los responsables guipuzcoanos una posible toxicidad), Sader afirma que la responsabilidad de la catalogación del desecho es «del que lo produce», no del que lo recibe, pero aclara que, en cualquier caso, la compañía tiene permiso para tratar ambos tipos de residuos. «En nuestro caso, es indiferente la codificación dada puesto que para ambos casos dispone de autorización e instalaciones adecuadas para su tratamiento».
La noticia del anunciado incremento del envío de lixiviados no ha pasado desapercibida a los vecinos. La Asociación El Canal-Kanala, que aúna a los residentes en San Ignacio y que lleva años quejándose de la actividad de Sader y de la fábrica de fertilizantes anexa (ambas pertenecen al grupo Agaleus), criticó ayer con dureza las novedades. «No solo no se traslada a esta compañía (es la última fábrica enclavada en el núcleo urbano de Bilbao) sino que desde las instituciones se le da carga de trabajo a estas viejas y desfasadas instalaciones».
La entidad afirma que la planta está «claramente obsoleta y es el origen de la pésima calidad del aire» de la zona. Y añaden que «Bilbao se ha convertido en el estercolero de la cornisa Atlántica, ya que se importan los residuos peligrosos de otras comunidades y de otros países como Francia e Italia para que sean tratados en Sader, a escasos metros de la población».
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