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A las dos de la tarde la Policía Municipal selló en cuatro puntos diferentes los accesos a Getaria haciendo imposible llegar en vehículo privado desde Zumaia o Zarautz. Sólo se podía pisar la villa marinera con una lanzadera situada en el polígono Sansinenea, a ... las afueras de Zumaia. Desde las once de la mañana Getaria estaba completamente abarrotada, con interminables hileras de vehículos aparcados en arcenes y aceras. La expectación por la llegada del 'Juan Sebastián Elcano' desbordó la localidad marinera muchas horas antes de que se viera en el horizonte su palo mayor. Llenó los bares, colapsó las barras de pintxos y los comerciantes aprovecharon para sacar su género a la calle en medio de las batucadas. Todo jalonado con actividades para pequeños y mayores.
José y Adoración, una pareja de vallisoletanos aficionados a la historia, se fotografiaron ante el listado de los 18 marineros que, exhaustos y con cirios en las manos, desembarcaron en Sevilla tras la primera circunvalación. «Es muy bonito este fuerte y la escultura de Victorio Macho, que era de nuestra zona. Impresiona ver los nombres, aunque no entendemos lo que dice la placa». Se referían a la que rinde homenaje en euskera a los supervivientes de la primera vuelta al mundo.
Tenían previsto esperar al buque escuela hasta la noche y dormir luego en San Sebastián. «Nos gusta Juan Sebastián Elcano porque es un símbolo por todo lo que significó», ahondaban. Previsores, habían dejado el coche en Zarautz para vadear los cortes. Si recientemente en Bilbao habían comido en el Azurmendi, este sábado hacían lo propio en el Elcano, el célebre asador de la localidad.
En sus fogones exteriores Aitor Arregi, hijo de los propietarios, se afanaba en encender la brasa mientras los miembros de la cocina y el servicio empezaban a comer un arroz salteado y regado con txakoli de la zona. «Se ha encontrado hace poco el testamento de Elcano. ¿Sabes qué dejaba? Dos parrillas. La única manera de cocinar entre los marineros, algo que forma parte de nuestra manera de ser. Ese es el legado que mantenemos», valoró Arregi, que reconocía que «un evento como este trae más gente que vecinos tenemos». Conocidos por el rodaballo, él añadía los platos provenientes de «la pesca de bajura de Getaria, ahora bonito, antes anchoa o verdel». El ancla símbolo del restaurante es la de la nao 'Victoria'.
Muy cerca de allí está la calle San Roque, un callejón con una placa en el solar donde nació Elcano. La casa se ha perdido. Los muros de piedra están semiderruidos y la puerta verde desvencijada. Pero los turistas la buscan, como Isabel, una vitoriana que fue expresamente para ver la exposición y el velero bergantín-goleta. O Natalia y su pareja, que llevaron a sus hijos a conocer la zona desde El Priorat. «Luego visitaremos las viñas de txakoli, que somos de zona de vinos. Es una pena que el barco no entre al puerto hasta tarde. Debe ser por la marea», explicaba.
No hay descendientes conocidos de Elcano entre los vecinos. Todos los varones de la familia murieron en el hundimiento de su barco años después de la circunvalación. Su efigie preside la plaza del pueblo y su nombre está en la primera losa de la iglesia local, una belleza del siglo XIII ó XIV donde este sábado los turistas se sacaban fotos junto a un barco de madera situado a la derecha del altar. Es su vecino más célebre, capaz de convertir Getaria en una fiesta cinco siglos después.
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