Bizkaia vive sumida en las dos últimas semanas en un carrusel de alertas meteorológicas. A esta problemática se va a unir una nueva dificultad que amenaza con cortar carreteras y vías de comunicación, sobre todo secundarias, en los dos próximos meses. Los geólogos y ... los ingenieros de caminos avisan de que el territorio ha entrado en una situación de riesgo elevado ante la posibilidad de que se produzcan «recurrentes» desprendimientos y avalanchas de tierra. Se trata de un peligro latente y soterrado. No hace ruido pero esta ahí y dará más de un susto «de aquí a principios de marzo».
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En los últimos días se han producido aludes de lodo y rocas en los alrededores de San Juan de Gaztelugatxe, en la carretera que une Lekeitio con Markina, en Urduliz (que mantiene cortado el servicio de metro hacia Plentzia desde el miércoles), en los acantilados cercanos a Gorliz y, ayer mismo, en Orduña. «Sólo es el comienzo, los primeros de los que están por venir», avisa el geólogo Fernando Aizpiri.
Fernando Aizpiri | Geólogo experto en desplomes
¿Es nueva esta situación de riesgo? «Sucede con más o menos frecuencia, pero sí es cierto que este diciembre marcó un récord de lluvia histórico en lo que llevamos de siglo», explica el experto. «A esto hay que añadir que ha caído mucha nieve en los últimos días y se espera más para este fin de semana. Todo ello hace que la tierra esté saturadísima de humedad y esto es lo que favorece los desplomes y nos lleva a una situación excepcional», añade el geólogo, autor de una guía sobre desprendimientos publicada por SOS Deiak.
La naturaleza es caprichosa y el factor que condiciona el riesgo de deslizamientos del terreno tiene que ver con las precipitaciones, pero hace falta un patrón muy específico, que es el que ahora se está dando de forma extraordinaria. «No se trata de que llueva de forma torrencial un par de días o tres. Eso tiene otro efecto, quizás de arrastre, pero, en esos casos no se filtra demasiada agua al subsuelo», asegura José Tesán, decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos del País Vasco. «La clave está en que si esas precipitaciones son moderadas, pero muy continuadas en el tiempo (en diciembre pasado sólo hubo tres días en los que no cayó una gota) la tierra empieza a dar síntomas claros de agotamiento y ahí surge la amenaza, porque la humedad actúa como lubricante, resta adherencia, es un catalizador de los deslizamientos».
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Por si esto fuera poco, la actual coyuntura se va a acentuar a corto plazo. «La innivación (presencia de nieve en el medio natural), si no hay una subida fuerte de la temperatura, generará un aporte de agua permanente, constante en el tiempo... que es precisamente lo que peor le viene al terreno», valora Aizpiri.
En definitiva, la situación es excepcional dentro de que se trata de algo «natural» y contra lo que el hombre «poco puede hacer». La Diputación mantiene un ambicioso programa de vigilancia sobre 1.195 taludes. En 2019 dedicó casi 10 millones de euros a una tarea en la que se emplean habitualmente drones e imágenes satelitales para detectar posibles problemas. «La verdad es que la tecnología está ayudando mucho, los geólogos (hay 230 en Euskadi) seguimos usando también los inclinómetros de toda la vida, pero las herramientas de análisis desde el cielo están proporcionando datos muy valiosos».
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El decano de los ingenieros de caminos estima que la institución foral dedica un presupuesto importante a prevenir desprendimientos. «Se hace un esfuerzo relevante y satisfactorio para la sociedad», añade. También lo piensa Aizpiri. Con todo, los geólogos vienen sugiriendo en los últimos años la necesidad de que se realice un nuevo mapa de riesgo por aludes y desplomes del terreno. «La cartografía que hay se elaboró tras las inundaciones del 83 y se centró, sobre todo, en el riesgo de arrolladas. Por este motivo -sostiene- sería interesante actualizarlo y trabajar en este campo, ya que la relación coste/beneficio es grande para nuestro territorio».
Bizkaia es una zona muy sensible a los desprendimientos. No sólo por la meteorología y su accidentada orografía, sino también porque hay una notable intromisión humana en el medio. «Cualquier actuación, como una vivienda o una carretera, tiene un efecto en la naturaleza, que tiende siempre a recuperar su espacio», concluye Tesán.
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