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Joaquín Reyes.
La barba ha muerto, ¡viva el bigote!

La barba ha muerto, ¡viva el bigote!

Los hombres que lo lucen se casan más y tienen más hijos ilegítimos. Hay un mundo de teorías sobre el mostacho, un rasgo considerado antiguo y caduco y que ahora vuelve a ser moderno

francisco apaolaza

Sábado, 11 de junio 2016, 01:25

La historia es caprichosa. Cuentan que andaba un español en la corte de Carlos V y vio que aquellos caballeros germanos bebían de las jarras de cerveza y después se sorbían los pelos de debajo de la nariz y gritaban «¡bey gott!» o algo parecido. ... En realidad estaban blasfemando y nombrando a Dios, se supone por lo rica que estaba la cerveza y porque eran muy del gusto de acordarse de las divinidades, y los españoles pensaron que se referían al mostacho. Desde entonces, los bigotes se han convertido en una manera de ser algo: maduro, agresivo, revolucionario, artista, serio, avanzado, sexualmente potente, responsable, determinado, joven y a la vez mayor. Bigotes mínimos, casi pintados con rímel, mostachones como selvas, bigotes aparentemente dejados, peinados, que apuntan hacia arriba, hacia abajo, bigotes chicanos, tristes, bigotes locos de Dalí casi clavándose en los ojos, bigotes encorsetados de dictador, exuberantes como de domador de leones, exiguos de adolescente que quiere que pase el tiempo, bigotes orientales de malo de película de kárate... Se han llevado de todas las maneras. Ahora está de moda de nuevo. Aguarden, porque los expertos admiten que van a empezar a verlos de todos los colores y formas.

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