La delgada línea entre inspiración y plagio

Isabel Marant se sumó hace un par de meses a esta lista donde, a diferencia de otras que circulan entre pasarelas y 'photocalls', nadie quiere figurar. La denuncia no salió en esta ocasión de ningún compañero de profesión herido en su creatividad sino de un pueblo indígena mexicano que vio en una blusa creada por la francesa demasiadas coincidencias con una de sus prendas típicas. La túnica que visten las mujeres de la comunidad Mixe de Santa María Tlahuitoltepec, al sur del país azteca, posee unos reconocibles bordados y un precio que, eso sí, no tiene nada que ver con el coste de la supuesta copia incluida en la colección primavera-verano de la línea Étoile para este año.

La diseñadora, a quien pidieron la retirada de la pieza oaxaqueña, no lleva precisamente una buena racha en lo que a originalidad se refiere ya que el pasado invierno se vio en una situación similar por haber plagiado, presuntamente, las icónicas Stan Smith de Adidas. La forma de la zapatilla o el detalle en color en la parte trasera son dos de los argumentos para pensar que la marca alemana se ha servido de algo más que inspiración.

Iniciales y colores

Otra referencia en el universo del calzado deportivo es New Balance y el mismísimo 'kaiser', el objeto de su demanda en 2014. Karl Lagerfeld, actual 'alma mater' de la lujosa Chanel, dejó su sello en forma de 'K' en el lateral de sus nuevas zapatillas aunque la idea de bordar una inicial mayúscula no era precisamente novedosa. La marca denunciante encuentra una gran similitud gráfica con la 'N' que graba desde hace cuatro décadas en sus diferentes modelos cuyo coste, como en el caso de Marant, es más ajustado. Y sin dejar de pisar el suelo aparece otra acusación de plagio. Christian Louboutin no cree que fuera una casualidad que Yves Saint Laurent decidiera hace unos años pintar de rojo sus suelas, sino más bien la usurpación de un detalle que se ha convertido en su gran seña de identidad. El enfado del francés fue tal que se tradujo en la reclamación de un millón de dólares por esta supuesta copia. Un tribunal de Nueva York reconoció a Louboutin la exclusiva de colorear de 'red China' tono propiedad de la firma siempre que sea en contraste con el resto de la pieza esta parte del zapato.

Pero los plagios no siempre enfrentan a grandes nombres de la moda. Diseñadores menos conocidos se ven también enredados en este tipo de polémicas aunque sus denuncias, a menudo, no obtienen tanto eco. Le ocurrió a la británica Kesh quien se hizo un hueco a través de las redes sociales y hoy tiene entre sus clientes a Kanye West o Cara Delevingne con Versace cuando vio que el grafismo de una de las camisetas de la casa italiana compartía un importante parecido con el que ella había ideado para American Apparel. La creadora hizo público el hallazgo que provocó su enfado a través de Instagram, donde tachaba de "inaceptable" que el mismo estampado en blanco y negro se vendiera por 600 dólares más. La queja económica vuelve a repetirse.

El artista callejero Rime Joseph Tierney es su nombre verdadero también se sorprendió al encontrar uno de sus dibujos en un vestido de Moschino, el mismo que aupó a la cantante Katy Perry en una de las invitadas peor vestidas en la última gala del Metropolitan Museum (MET). El grafitero había pintado 'Vandal eyes' en Detroit para la organización The Seventh Letter y descubrir su mural plasmado en una pieza de alta costura, sin su permiso, le empujó hasta un tribunal de California. Allí lamentó que, además de apropiarse del grafiti, la marca hubiera superpuesto su nombre en la versión textil de la obra que la modelo Gigi Hadid ya había lucido sobre la pasarela en una maniobra que consideró un simple intento de "publicidad" para la firma.

Revisión de un 'souvenir'

Gösta Olofsson falleció antes de ver el pañuelo que creó como 'souvenir' turístico para un pequeño pueblo sueco reproducido bajo la marca Marc Jacobs. Se dio cuenta del parecido un periodista de ese país y el hijo del artista, en cuanto tuvo noticia, decidió tomar cartas en el asunto. La batalla acabó en una compensación de la que no trascendió el montante final a la familia por el error. Tal vez porque la copia resultaba bastante evidente pues repetía todos los elementos del original creado hacía medio siglo desde una iglesia o una escena pastoril hasta el escudo de armas del condado de Härjedalen y solo cambiaba el nombre de la población por el del diseñador.

Si la coincidencia entre la primera creación y su 'revisión' era en este caso prácticamente total, hay situaciones en las que se llega a hablar de copia sistemática de un proyecto global. Custo Barcelona sabe de qué se trata pues acusó de ello a Desigual por onsiderar no solo que emulaba sus diseños sino que incluso seguía a su 'casa' en la apertura de locales o contactaba con sus distribuidores. Pero la acusada negó tal denuncia y aportó como aval la experiencia acumulada desde los ochenta con un estilo propio. La polémica estalló a finales de la pasada década y desde entonces ambas marcas no han hecho más que crecer.