Enrique de Gales, ayer, durante la visita al equipo de rugby de la Universidad de Bath.

A Enrique de Gales le asedian los disgustos

Una 'stripper' con la que se divirtió en Las Vegas dice que le golpeó con una fusta. «Él había bebido. Estaba desnudo y nos besamos»

a. p.

Viernes, 7 de abril 2017, 23:46

A Enrique de Gales le crecen los enanos. Pese a los esfuerzos por sentar la cabeza, siempre hay algo que perturba su tranquilidad. El hijo menor de Lady Di tiene que atender a dos frentes al mismo tiempo. Carrie Reichter, la famosa 'stripper' que dice ... conocer muy bien al príncipe Harry, no para de sacar punta al escándalo. Pese a que han pasado cinco años desde que se corrió una juerga monumental en Las Vegas con el nieto de la reina Isabel, aún se acuerda de los detalles. La 'stripper' dice ahora que tuvo que recurrir a su faceta de 'dominatrix' para satisfacer al pelirrojo. «Él había bebido bastante. Estaba desnudo y bastante receptivo, nos besamos y hasta le di con una fusta. Entre nosotros no hubo romanticismo, sólo diversión», argumenta Carrie, cuyo caché rebasa el poder adquisitivo de una economía doméstica. La antigua amiga del príncipe cobra entre 1.000 y 10.000 libras.

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Si Enrique de Inglaterra pensaba que llevando del brazo a Meghan Markle la gente se iba a olvidar de sus días de disipación y alcohol, se equivoca. Su acompañante en Las Vegas sigue tirando de la manta. «Meghan puede estar contenta. Harry está en la media, pero sorprende... Tiene unos labios increíbles y besa muy bien. De hecho creo que es uno de los mejores hombres que me han besado», apunta la muy lenguaraz Carrie.

No es el único problema que se le presenta al miembro de la Familia Real inglesa. Samantha Markle, hermana de la novia de Enrique, está preparando un libro en el que Meghan no sale muy bien parada. Samantha, que tiene el mismo padre que Meghan -un exdirector de iluminación ganador de un Emmy- acusa a su hermana de dejarla en la estacada. Cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple en 2008, Meghan siguió a lo suyo, que entonces era su carrera en Hollywood, y no hizo demasiado caso a las tribulaciones de su hermana.

Samantha ni perdona ni olvida. Ya tachó de «hipócrita» a Megham por dedicarse a obras benéficas en la India. «Subastando los zapatos que luces es como realmente ayudarías a esas niñas», escribió la enferma, que vive con su marido y sus tres hijos en Florida.

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