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fernando iturribarria
Viernes, 12 de agosto 2016, 01:46
Brigitte Trogneux forma con Emmanuel Macron una extraña pareja. No solo porque es 24 años mayor que el heraldo liberal de la socialdemocracia a la francesa. La razón principal parece desempolvada de las páginas rosas de la literatura sentimental o el celuloide meloso del cine ... romántico. Se conocieron y enamoraron en el instituto en el que ella daba clases de francés y él era un brillante alumno todavía menor de edad.
La atractiva profesora se divorció de su primer marido y se casó con aquel seductor discípulo aventajado que tiene la misma edad que la segunda de sus tres hijos. Ahora es abuela de siete nietos que sirven de disculpa al codiciado ministro de Economía para liberar su agenda porque les toca tener a los niños.
Las reseñas le suelen quitar cuatro años, pero en realidad tiene 63. La partida de nacimiento publicada por los internautas que se andan por las ramas del árbol genealógico da fe. La heroína del amor transgeneracional nació el 13 de abril de 1953. En Amiens (Picardía), como el héroe de la macroneconomía. Pero 24 años antes. Toda una vida que transcurrió bajo el discreto encanto de la burguesía provinciana.
Benjamina de seis hermanos, vino al mundo en el seno de una rica dinastía de chocolateros. Los Trogneux son confiteros de padres a hijos desde 1872, como pregonan con orgullo en la fachada de su tienda a dos pasos del ayuntamiento de Amiens. Amasaron su fortuna con las almendras y la miel de su famoso macarrón, especialidad enriquecedora de cinco generaciones.
En aquel hogar dulce hogar, la pequeña era la niña mimada. Fue la única de la fratría en nacer después de la Segunda Guerra Mundial. Tuvo la infancia en paz, a diferencia de sus tres hermanos y dos hermanas. Su padre tenía 44 años. El primogénito, 20 más que ella. Familia católica y de derechas. Educación estricta en centros privados. Veraneos en Le Touquet, estación balnearia del canal de La Mancha. Equitación, tenis y buenos partidos. También los casaderos.
El último bombón Trogneux contrajo matrimonio a los 21 años. En Le Touquet, por supuesto. Con André Auzière, un empleado de banca dos años mayor, hijo de un contable de París. Tuvieron tres hijos. Sébastien (1975), Laurence (1977) y Typhaine (1979). Hoy son ingeniero, cardióloga y abogada. Estudiaron en los jesuitas, donde la madre enseñaba francés. El liceo se llamaba La Providencia. El nombre fue premonitorio. En septiembre de 1993 llegó a la clase Emmanuel, un rubiales de 16 años hijo de un matrimonio de médicos de la ciudad. Ya nada fue igual. El taller de teatro los unió para siempre. «El amor se llevó todo a su paso y me condujo al divorcio. Imposible resistírsele», ha confesado en Paris Match.
La extraña pareja huyó del qué dirán. La mujer casada y el seductor estudiante escaparon del escándalo y la Picardía. Los amantes se instalaron en París, ciudad del amor sin calendario. La profesora encontró trabajo en otro liceo de los jesuitas, el elitista Saint-Louis de Gonzague. Cuando fallecieron sus padres, formalizó el divorcio para ahorrar a los confiteros el pasteleo de un trago amargo. El 20 de octubre de 2007 se casó con el galán que podría ser su hijo en el Hotel Westmister de Le Touquet, cerca de donde tienen una mansión de tres plantas estilo Belle Epoque. A la boda asistió el exprimer ministro socialista Michel Rocard, padre de la segunda izquierda y padrino ideológico del novio.
Ambición compartida
Cuando en el verano de 2014 Manu entró en el Gobierno, Bibí vio su verdad revelada por la prensa del corazón. Le pidió al quiosquero vecino del instituto que escondiera la portada delatora a la vista de sus alumnos. Terminó por pedir la excedencia en junio de 2015 para consagrarse al servicio de la meteórica carrera de su marido. Ese mismo mes se decidieron a aparecer por primera vez del brazo en público. Eligieron la cena de Estado organizada en el palacio del Elíseo en honor de los Reyes de España. La feliz imagen borró el interesado rumor sobre la homosexualidad del ministro propalado desde su propio bando.
«Mi esposa no está pagada por el contribuyente francés», replica Macron a las críticas sobre su participación en las reuniones del Ministerio. «No se trabaja bien cuando no se es feliz», alega. «Soy la presidenta de su club de fans», proclama ella en primera fila de boxes en la carrera al Elíseo. El 6 de abril asistió al lanzamiento en Amiens de En Marcha, la plataforma que el ambicioso político desea convertir en su trampolín para la conquista de la jefatura del Estado. En una cena de amigos, un comensal le comentó a la potencial primera dama que su esposo tenía todos los números para imponerse en las presidenciales de 2022. «Sí, pero para mí mejor en 2017, 2022 será demasiado tarde», replicó consciente de la fugacidad del encanto de la madurez.
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