Pierre Casiraghi, ayer en el catamarán ‘Malizia’, en la bahía de Palma.

Pierre Casiraghi: «Soy un tipo muy relajado»

Una charla informal en el Náutico de Palma con el tercer hijo de Carolina de Mónaco descubre a este príncipe monegasco como un joven sencillo, simpático y accesible

ARANTZA FURUNDARENA

Martes, 2 de agosto 2016, 23:46

¡Abajo los prejuicios! Pierre Casiraghi no es un estirado, ni un borde, ni va por la vida de príncipe inaccesible. Ayer, bastó con esperar a que desembarcara de su catamarán volador, en uno de los pantalanes del Real Club Náutico de Palma, para mantener ... con él una relajada charla. Dos perfectas desconocidas (esta periodista y Carmen Duerto, de La Razón) le abordamos con una sonrisa y un ¿Qué tal, Pierre? Y él, como si nos conociera de toda la vida, contestó con un «Muy bien, gracias», en perfecto castellano. Pero eso es todo lo que se dignó a hablar en la lengua de Cervantes. A partir de ahí la conversación transcurrió íntegramente en inglés, idioma que este monegasco de 28 años domina junto con el francés y el italiano.

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Embutido en un neopreno que ceñía su casi 1,90 de estatura, con un torso atlético y un levísimo apunte de barriguita cervecera, las bermudas en salmuera, los rubios rizos revueltos y barba de náufrago... El tercer hijo de Carolina regresaba a puerto hecho un poema tras cinco horas de entrenamiento en el mar con el Malizia, un carísimo juguete (catamarán volador de 32 pies y 300.000 euros) con el que a partir de hoy competirá en la 35 Copa del Rey Mapfre de Vela. Tenía muchas razones para no detenerse a contestar la sarta de preguntas que le tenían preparadas dos curiosas insaciables... Pero se detuvo.

¿Has venido a Mallorca solo para navegar o también para irte de fiesta?, le pregunté.

Estoy aquí para competir con mi barco. Ese es mi principal objetivo, respondió con una sonrisa guasona.

Mmmm... Entonces, me temo que vas a frustrar las expectativas de los paparazzi.

Bueno, dijo él riendo, depende de qué expectativas sean esas.

Esta es la primera vez que Pierre visita Mallorca. Eso aseguró. Se incorporó ayer después de acompañar a su mujer, la periodista y aristócrata italiana Beatrice Borromeo, en el funeral de su abuela, la condesa Marta Marzotto. «Beatrice está bien declaró, pero no tiene previsto venir a Palma». Un disgusto para quienes soñaban con ver en la isla a esta pareja de anuncio.

Al hijo de Carolina le han gustado las condiciones de su nuevo campo de regatas y le seduce competir en la Bahía de Palma, aunque es consciente de que «la velocidad siempre será menor que en un lago donde no hay olas y la superficie es plana». Ayer desembarcaba contento tras haber alcanzado una velocidad de 26 nudos con su GC32. Para hacerse una idea, los monocascos mas veloces de la regata rondan los 15 nudos de velocidad punta. El catamarán de Pierre puede alcanzar los 35. Eso, y el reciente accidente del Malizia en el italiano lago de Garda (aterrizó literalmente sobre una lancha neumática y no hubo muertos de milagro) explica las medidas extraordinarias que ha tenido que adoptar la 35 Copa del Rey Mapfre, y justifica también que sus cinco tripulantes naveguen con chaleco salvavidas, casco y una pequeña botella de oxígeno para sobrevivir en caso de que se produzca un vuelco y queden atrapados bajo el agua.

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«Me encanta la velocidad», admitió Pierre, que lleva por tercer nombre Stéfano, como su padre, y ha heredado de él además del atractivo físico el amor al riesgo. No hace falta recordar que Stéfano Casiraghi, segundo marido de Carolina de Mónaco, falleció trágicamente en 1990, en un accidente náutico, al volcar su lancha ultrarrápida. «Pero es que yo no considero este deporte tan peligroso aclaró el hijo de Carolina a pie de pantalán. Es arriesgado, pero a mí me parece seguro. Yo desde luego no paso miedo». Pierre admite que solo lleva «tres meses» pilotando el barco de vela más rápido del mundo, pero apela a su gran experiencia en la mar... «He navegado toda mi vida». Su hermano Andrea, según contó, también ha probado ya el Malizia. Carolina no debe de ganar para disgustos...

Aquel flacucho con gafas

De infancia bucólica y provenzal, Pierre era aquel flacucho chavalín con gafitas y chaleco de pastorcillo que en los 90 caminaba de la mano de su madre por las empedradas calles de Saint Rémy. Carolina era entonces una joven y atractiva viuda que intentaba rehacer su vida sentimental y él, un niño que había perdido a su padre con apenas dos años. Sería quizá por las gafas que el menor de los tres Casiraghi Grimaldi pronto pasó a ser considerado el intelectual de la familia (lo cual tampoco es difícil). Luego crió fama de ecologista, rebelde y poco apegado a su condición de aristócrata... Hasta que dio el campanazo casándose con la heredera de una de las familias de más rancio abolengo de la aristocracia italiana, que para remate es una aguerrida periodista, martillo de Berlusconi y de la mafia.

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Periodista él también de profesión (aunque ejerce más como navegante) y saxofonista aficionado, a Pierre sus compañeros de regata le definen como un patrón «duro e implacable». Pero él tiene otro concepto de sí mismo. «Soy un tipo muy relajado», le confesó a esta reportera. «Hay que ser muy tranquilo para llevar este tipo de barcos».

Pierre, que por la mañana había posado junto a Javier Sanz, presidente del Náutico de Palma, y había solicitado a la organización «toda la tranquilidad y privacidad posibles», por la tarde, recién bajado del barco, con ese estilo cool y décontracté que parece llevar por bandera, matizó que «en realidad los paparazzi también están bien, no me molestan». Le quedan por delante cuatro días de regata, y cuatro noches, para comprobarlo.

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