Urgente Un incendio en un bloque de viviendas desata la alarma en Basauri
Imanol Arias, Ana Rosa Quintana y Miguel Bosé.

Los 60 ya no son lo que eran

Cada vez sirven menos como frontera simbólica de la vejez. Miguel Bosé acaba de superarlos: ya puede sacarse la Tarjeta Dorada para viajar con sus cuatro hijos de 4 y 5 años

Carlos Benito

Viernes, 15 de abril 2016, 21:44

Muchas veces, contemplamos una foto antigua de nuestros padres o nuestros abuelos y tenemos la impresión de que su aspecto no se corresponde con su edad: sabemos que, cuando posaron ante la cámara, tenían cincuenta y tantos o sesenta y tantos años, pero esas personas ... en blanco y negro nos parecen mayores, viejas ya, con un desgaste físico más propio de un octogenario. La punzada de extrañeza se acentuará si nosotros andamos cerca ya de la edad que ellos tenían en la imagen: ¿estaremos quizá así de baqueteados y ni siquiera nos hemos dado cuenta? Si leemos un periódico de hace un siglo, veremos que las personas de 60 años eran descritas, de manera casi invariable, como ancianos. Y a esos ancianos de 60 años solían ocurrirles cosas muy tristes, como quebrarse huesos al bajar del tranvía o sucumbir a alguna enfermedad terrible en plena calle.

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Parece claro que los 60 ya no son lo que eran. Las fotografías de estas páginas dan una idea de cómo han evolucionado las implicaciones de esa edad, considerada tradicionalmente la frontera simbólica de la vejez: todos ellos son personajes populares que la atravesarán en 2016 -algunos lo han hecho ya en el tiempo transcurrido desde enero- y evidentemente no tienen ninguna pinta de pandilla crepuscular, ni tampoco proyectan refugiarse en un hogar del pensionista para matar el tiempo jugando al guiñote. «Una persona de 60 años hoy no tiene ni punto de comparación con una persona de la misma edad hace medio siglo. La diferencia más importante está relacionada con la salud: a mediados del siglo XX, en 1960, la esperanza de vida a los 60 en España se situaba en algo menos de 18 años, mientras que en la actualidad ha pasado a ser más de 25, quizá 26. También habrá muchas diferencias sociales y culturales: entre los que cumplían esa edad hace medio siglo, el nivel educativo era muy bajo, bajísimo en el caso de las mujeres», resume David-Sven Reher, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense y coordinador del Grupo de Estudios Población y Sociedad.

Ciertamente, nuestros protagonistas pueden sacarse la Tarjeta Dorada de Renfe. Y, como escribía el poeta Luis Alberto de Cuenca, tienen la certeza de que su edad ya no podrá doblarse. Pero también es muy probable que, al menos a ratos, compartan la reflexión del cantante Sting cuando se vio en ese trance: «No me siento con 60 años. En muchos aspectos, me siento como alguien de 14 años y medio». Y quizá concuerden incluso con El Gran Wyoming, que los cumplió en mayo del año pasado y consideró que por fin había llegado el momento oportuno para «dejar la masturbación». Más allá del buen ver, entre los personajes de las fotos encontramos numerosos ejemplos de que los 60 de hoy en día son a menudo una edad repleta de retos vitales, de proyectos ambiciosos, de efervescencia casi juvenil: es ese fenómeno que se suele resumir con la máxima un poco panoli de que los 60 son los nuevos 50, o incluso -si nos dejamos llevar por el entusiasmo- los nuevos 40.

Ahí están, por ejemplo, Geena Davis y Ana Rosa Quintana, ambas con hijos en primaria. La actriz estadounidense se casó en 2001 con Reza Jarrahy, un cirujano plástico de origen iraní al que saca quince años, y dio a luz a su primera hija en 2002, cuando ya había cumplido los 46. Dos años después, vendrían los gemelos: «Por ahora, los 60 me están encantando. Creo que son guays», ha dicho la protagonista de Thelma y Louise, con una profundidad de análisis que no permite sospechar su cociente intelectual de 140. También Ana Rosa Quintana tiene mellizos de 11 años, fruto de su matrimonio con el arquitecto Juan Muñoz. «Animo a todas las mujeres que pasamos las décadas a seguir luchando por su sitio y no hacerse invisibles. ¡Todo mi apoyo a las sesentañeras!», dijo la presentadora en su programa el día de su cumpleaños, aunque sus colaboradores apuntan que «no le motiva nada» hablar de este asunto. Entre los hombres, Miguel Bosé -y qué extraño resulta para quienes han seguido su trayectoria que Bosé, el efebo seductor, el madurito de encanto perenne, sea ya sesentón- tiene cuatro hijos nacidos en 2011, una doble pareja de mellizos gestados por madres de alquiler.

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Desnuda ante el espejo

«¡Decidir ser padre a las puertas de los 60 dice mucho sobre las expectativas que se tienen a esta edad!», exclama Rosa Villacastín, autora del libro Si a los 60 no te duele nada, es que estás muerta. «Cuando cumplí los 50 -relata-, me puse desnuda ante el espejo, me miré y vi que mi cuerpo no había cambiado nada desde el día anterior, cuando tenía solo 49. Entonces escribí el libro Hay vida después de los 50. Diez años después, repetí la operación del espejo: hombre, tenía un poco más de cintura, pero desde luego no había perdido la curiosidad, las ganas de vivir y la alegría, y eso es lo fundamental, tengas la edad que tengas. Los condicionamientos que uno se pone son peores que las auténticas limitaciones». La periodista destaca que, en generaciones pasadas, se solía considerar que a estas alturas ya estaba todo hecho y no cabía esperar mucho de la trama de la vida: «Ya habían tenido los hijos, que se habían hecho mayores, y su matrimonio era hasta que la muerte los separaba... Habían cumplido. Hoy la gente vive más en todos los sentidos: ahí están, con bastantes más de 60, Vargas Llosa, el Cordobés viejo o el marqués de Griñón, con una chica que se pone diez años para nivelar la cosa».

También entre los nuevos sexagenarios de nuestra galería se pueden encontrar amores florecientes, muchas veces con una marcada diferencia de edad. Imanol Arias ha rehecho su vida sentimental con la diseñadora Irene Meritxell, veintiún años más joven que él. La actual novia de Mel Gibson es Rossalind Ross, excampeona de hípica de 25 años. El mago David Copperfield le saca veintiocho años a la modelo francesa Chloe Gosselin, que es la última pareja que se le conoce a este hombre misterioso. Y Jerry Hall acaba de estrenar matrimonio, aunque en su caso el mayor es él, el magnate Rupert Murdoch, que ha cumplido ya los 85. Las connotaciones de las distintas edades van cambiando, pero, por mucho que el atractivo no tenga por qué caducar a los 60, sigue existiendo una desagradable diferencia entre las miradas que se dirigen a uno y otro sexo.

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«Aún está demonizado que las mujeres cumplamos años, sobre todo en ámbitos como el de las actrices y presentadoras -lamenta Villacastín, a quien le caen los 70 el año que viene-. Hay profesionales que han llamado a las revistas para pedir que no pongan su edad, porque la llevan como una carga. Y somos las propias mujeres quienes debemos pelear contra esto, porque los hombres no van a hacernos ese favor: decir los años que tienes y cómo te sientes al tenerlos sirve como primer paso para luchar contra los estereotipos. Es importante decir tengo 60 años, tengo arrugas y sé mucho más que usted».

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