«¡Ni botellón he hecho!»

Seguro que no habrá bolsos, porque su último capricho ha sido un Louis Vuitton que se suma a los varios Birkin de Hermès que su chico le ha regalado (cuestan desde 6.000 a 50.000 euros y hay lista de espera) en los dos años y medio que ya llevan juntos. «¡Es que es mi bolso preferido!», admite quien curiosamente en su foto de perfil de whatsapp no aparece con su pareja... ¡sino con George Clooney en una de las fiestas de Porcelanosa! «Fernando ya me conoció con esa imagen puesta, así que...», detalla entre risas a este periódico.

Un regalo adelantado de cumpleaños le ha llegado estos días con su nombramiento como Chica Ipanema 2016, labor en la que releva como imagen a Sara Carbonero y Clara Lago gracias a su «inteligencia, talento e imagen natural», según resalta la marca de sandalias. Y ella encantada, porque le pirra la playa y pasarse el verano en chan-clas. «De hecho, mi cita más romántica sería sin duda en un lugar con mar y arena», comenta tras pasar las vacaciones de Semana Santa en Argentina y las Bahamas con parte de la familia, de la que ha presumido en sus redes sociales. Ha montado a caballo, se ha bronceado junto a Julio José y Enrique Iglesias, pero también ha tenido tiempo para seguir avanzando en el libro Dime quién eres, de Julia Navarro, que lleva en un iPad que le acompaña siempre.

Convertida en una cara apetecible para las marcas, a la pequeña del clan Boyer-Preysler al principio no le tiraban mucho los focos y prefería centrarse en su doble licenciatura en Derecho y Administración y Dirección de Empresas (que compaginó con un curso en San Diego y un verano en Nueva York como becaria del Banco Santander), posando solo de vez en cuando de la mano de la reina de corazones. Pero llevar en el dni -y en las facciones- el apellido Preysler tira... y mucho. «Soy tímida y al principio me costaba aceptar las cosas que me ofrecían hasta que poco a poco he ido sintiéndome más cómoda en esto», explica consciente de la expectación que levanta su familia. Acostumbrada a leer críticas desde que apenas levantaba un palmo del suelo, prefiere quedarse con lo positivo y de vez en cuando se echa unas risas en el grupo familiar de whatsapp con los rumores que publican de todo el clan. De ella la que menos...

«El cerebro de Miguel Boyer en el cuerpo de Isabel Preysler» pasa por ser la definición que más repiten de Ana Boyer los que la conocen. Ella la escucha y se ruboriza. Solo acepta que de su padre heredó la afición por los libros y su gusto por estudiar hasta el punto de que ni salía para quedarse en casa entre apuntes y lograr unas notas excelentes. «Pero la política no me atrae», puntualiza. De su madre, aparte de su físico, ha aprendido a ser disciplinada.

Siempre la vemos muy comedida y seria. ¿Ha hecho alguna vez una locura? ¿Ha llegado a desfasar?

La verdad que no he hecho casi ninguna locura (risas). Cuando me da por recordar la adolescencia veo que no le he dado disgustos gordos a mis padres ni he desfasado.

Pero habrá hecho algún botellón al menos ¿o no?

¡Tampoco! (risas).

Sus más cercanos la definen como una chica de educación exquisita, discreta y muy atenta que hasta cuenta chistes cuando se suelta. «Y ni cuando se enfada pierde los papeles», enfatizan.

Los que la conocen y han trabajado con usted la piropean. ¿Tiene algún defecto confesable?

¡Muchísimos! No sabría ni por dónde empezar. Ahora que me he independizado, uno muy importantes es que no sé cocinar; solo hago cosas muy básicas. Estoy esperando a ver si Fernando aprende.

Revisa todos los contratos

Habla a la perfección inglés y portugués y fuera de los focos trabaja en una consultoría estratégica de la que prefiere dar pocos datos. Ni siquiera su horario aunque cuentan que es maratoniano. Para las promociones y actos publicitarios se pilla días de vacaciones para no interferir con sus provechosas tareas (ha podido embolsarse 6.000 euros por algún photocall y eso que solo el 52% de las mujeres de 25-35 años la conoce, según Santiago Mollinedo, director de Personality Media, empresa que asesora a los anunciantes sobre qué cara conocida resulta más rentable para sus campañas).

En casa también le toca trabajar. Su buen manejo de los números y leyes hace que sea la primera en revisar los contratos de la matriarca y de su hermana Tamara. «Los empieza a leer y va tachando: esto sí, esto no, esto tampoco. Y mami y yo nos miramos y ni rechistamos», ha contado Tamara en alguna ocasión. Por eso la reina de corazones también la situó como cerebro financiero de su línea de cosméticos. «Yo detesto los números, pero ella ha sacado la inteligencia de su padre, negociando los contratos es una fiera», desveló Isabel en el lanzamiento de sus cremas.

Madridista de plantarse en el Bernabéu bufanda al cuello, a Ana Boyer le pirra el sushi y la cocina creativa, aunque nunca se vería mostrando su vida como hizo Tamara Falcó en televisión. Ella prefiere ver series y muchas películas. Hasta que su padre murió, las noches de los viernes las dedicaban a devorar juntos cintas en su casa mientras se comían entre los dos una tableta entera de chocolate. Ahora eso lo ha cambiado por cubos de palomitas en el cine. «Veo desde comedias románticas hasta pelis de acción y ciencia ficcón. Hay amigas que me dicen: ¡Pero cómo puedes ir a ver eso!. Pero me encantan, como las basadas en los cómics de Marvel».

¿Y usted qué hace de cine?

Organizo y ordeno las cosas muy bien.

Normal teniendo esa madre... Aunque usted apunta maneras...

¡Qué va! Estoy lejísimos de superarla.

Hace unos días su madre comentaba que a ver si Fernando y usted se casan antes que ella. ¿En eso sí la superará?

No tengo ni idea de lo que pasará, pero de momento nosotros no tenemos en nuestros planes casarnos... aunque nunca se sabe.