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nuria rozas
Miércoles, 9 de diciembre 2015, 17:40
Melanie Griffith ya no volverá a gritar a los cuatro vientos la famosa frase de «¡la mujer de Antonio soy yo!», que soltó a una periodista cuando le preguntaba por una aventura de su marido con otra actriz. La razón es que desde ayer la ... pareja más spanglish está oficialmente divorciada y con las cuentas bien repartidas.
De los dieciocho años de amor, a Melanie le ha quedado el rastro emborronado de un corazón tatuado y una pensión compensatoria de 60.000 euros, que pagará mensualmente su exmarido, además de un cuadro de Picasso y la mansión de Aspen, en Colorado, en la que pasaban sus vacaciones de invierno. Un idílico retiro por el que pedían nueve millones de euros y que cuenta con pista de esquí privada, una amplia zona boscosa para evitar miradas indiscretas y un edificio principal con siete habitaciones y siete cuartos de baños, además de una cabaña y una casa de invitados.
Antonio se ha quedado con dibujos de Picasso y del mexicano Diego Rivera y con la residencia de Marbella, donde veraneaban y que ahora planea poner en venta para mudarse a un ático que está rehabilitando en pleno centro de Málaga, y que usará como nidito de amor con su novia, la holandesa Nicole Kimpel, 20 años menor.
Los bienes repartidos corresponden al patrimonio que la pareja acumuló entre 2004 y 2014, ya que inicialmente, cuando se casaron en 1996, firmaron un acuerdo de separación de bienes, que posteriormente cambiaron al de gananciales. Así las cosas, Banderas se puede quedar con todos los beneficios obtenidos anteriormente, como los de la taquillera película La máscara del Zorro o Spy Kids. La expareja ya vendió el pasado mes de junio la casa que compartían en Los Ángeles por 14 millones de euros, una transacción de la que se beneficiaron a partes iguales.
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