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Los invitados atienden a la intervención de uno de los participantes. Jordi Alemany
GenerAcción: una cita a ciegas para pensar juntos

GenerAcción: una cita a ciegas para pensar juntos

Cincuenta personas dialogaron sobre la soledad no deseada en el foro intergeneracional de EL CORREO y BBK: «A los seres humanos nos gusta dividir las penas y multiplicar las alegrías compartiéndolas»

Sábado, 12 de abril 2025, 00:06

El arranque del primer encuentro de GenerAcción, el foro intergeneracional que han puesto en marcha EL CORREO y BBK, tuvo cierto aire de experimento sociológico. El tema del día era la soledad no deseada y al centro La Perrera iban llegando los cincuenta invitados, que se repartían por las cinco mesas según el color que les hubiese correspondido. Y, por esos caprichos del azar, todas las mesas se fueron llenando (la rosa, la blanca, la verde, la azul) menos la naranja, donde solo estaba Marian, de 71 años. «¡La soledad no deseada soy yo!», bromeaba, preguntándose dónde se escondían esos jóvenes con los que iba a cambiar impresiones.

Y la verdad es que esa propia dinámica de sentarse con desconocidos invitaba a reflexionar sobre la soledad, sobre los muros mentales que a menudo nos aíslan de nuestros semejantes. Muchas veces basta un empujoncito para derribarlos. En torno a Marian fueron sentándose Mari Jose, de su misma edad, y los veinteañeros Anass, Angélica, Elghali... Y, en vez de refugiarse en los móviles (¡nadie lo hizo!), se pusieron a charlar. Angélica contaba su trabajo con Erasmus Student Network, Anass («como Ana, pero con dos eses») explicaba que le encanta cantar, Mari Jose le invitaba a su coro, Marian hablaba de sus orígenes catalanes y Elghali la corregía cuando se encuadraba entre «las viejas» de la reunión: «Eres joven. Eso no tiene que ver con la edad, sino con la motivación, la manera de moverse y actuar. ¡Viejo es el que se queda en la cama!», argumentaba el joven saharahui. Los organizadores de este formato novedoso podían respirar tranquilos: la cosa iba por buen camino.

Carmelo Corada y Miguel Zugaza fueron los afortunados en el sorteo de las obras de Mari Carmen Navarro y Laura Piedra, que posan junto a ellos. Leticia Mena pregunta a Mikel Álvarez, exdirector de Cruces. William Gutiérrez en plena actuación. Jordi Alemany
Imagen principal - Carmelo Corada y Miguel Zugaza fueron los afortunados en el sorteo de las obras de Mari Carmen Navarro y Laura Piedra, que posan junto a ellos. Leticia Mena pregunta a Mikel Álvarez, exdirector de Cruces. William Gutiérrez en plena actuación.
Imagen secundaria 1 - Carmelo Corada y Miguel Zugaza fueron los afortunados en el sorteo de las obras de Mari Carmen Navarro y Laura Piedra, que posan junto a ellos. Leticia Mena pregunta a Mikel Álvarez, exdirector de Cruces. William Gutiérrez en plena actuación.
Imagen secundaria 2 - Carmelo Corada y Miguel Zugaza fueron los afortunados en el sorteo de las obras de Mari Carmen Navarro y Laura Piedra, que posan junto a ellos. Leticia Mena pregunta a Mikel Álvarez, exdirector de Cruces. William Gutiérrez en plena actuación.

Las sesiones de GenerAcción no se prestan con facilidad a una síntesis en pocas palabras. Quizá la mejor manera sea referirse a ellas como «experiencias», tal como hicieron las presentadoras, Marta Madruga y Leticia Mena. Al principio hay un aperitivo de arte y música. Por un lado, Lo Natural es Amar (es decir, Mari Carmen Navarro y Laura Piedra, que hacen primorosas ilustraciones con elementos vegetales) trajeron dos obras realizadas para la ocasión: reflejaban la cara y la cruz de una mujer, Sole, triunfadora por fuera y tristemente sola por dentro, con su sillón de pétalos de geranio, su cabello de flores de cactus de Navidad, sus muebles de yuca y sus estrellas de mimosa. Y también con un lema que la atormentaba en el fondo de su mente: «Todos queremos que nos quieran». De la música se ocupó William Gutiérrez, vocalista y guitarrista de Los Brazos, que además añadió unas reflexiones: «Nos gusta dividir las penas y multiplicar las alegrías compartiéndolas. La música es mostrar constantemente lo más profundo y solitario de ti». Y entonces tocó 'Eleanor Rigby', de los Beatles: «Está inspirada en una persona que está sola y ha perdido la cabeza. La letra describe cómo se siente y, al final, te das cuenta de que todos nos sentimos así».

En la sala había médicos, un electricista, estudiantes, pensionistas, una geóloga, un profesor de fontanería, educadores, periodistas, incluso un «jubilado en prácticas» y un «oficinista burócrata», tal como se describieron en la ronda de presentaciones. Y también unos cuantos rostros conocidos, como el director del Museo de Bellas Artes, Miguel Zugaza, o la empresaria gastronómica Aitana Ávila («es la de Masterchef», se multiplicaron los murmullos cuando le tocó saludar). «Resulta emocionante que personas tan diversas dediquéis dos horas a estar aquí», agradeció la directora de Obra Social de BBK, Nora Sarasola. El plato fuerte de GenerAcción, el corazón que da sentido a todo lo demás, son los veinte minutos de conversación entre toda esa gente tan dispar y tan bien dispuesta. A cada mesa se le plantea un reto en forma de pregunta (¿cómo podemos identificar a las personas solas?, por ejemplo, o ¿qué papel juegan las nuevas tecnologías en la soledad?) y empieza la acción.

Tribus y telealarmas

Era el momento decisivo. ¿Se quedarían todos callados, esperando que hablase otro? ¡Qué va! Uno paseaba entre las mesas e iba cosechando retazos de animada conversación. «En África dicen que para educar a un niño hace falta una tribu. Pues para mantener a un adulto también», decían en la mesa azul. «Nacemos solos y morimos solos, pero sentirse solo es otra cosa», sentenciaban en la verde. «Veo el sentimiento de soledad como esos niños que dicen que no se hacen pis y, justo después, van y se mean. No sabemos identificarlo», comparaban en la blanca. «El botón rojo de la telealarma esta muy bien, pero, si solo tienes eso y nadie de la familia viene a casa...», puntualizaban en la rosa. «Igual que cuidamos la salud física, tendríamos que tener clara la necesidad de seguir conectados», comentaban en la naranja. Las opiniones se iban aglutinando en torno a unas cuantas ideas, como que deberíamos aprender a manifestar que nos sentimos solos «igual que decimos que nos duele la espalda» o que las redes, tan positivas para tantas cosas, también «se convierten en fuente de complejos y retraimiento para muchos chavales». Cuando la cuenta atrás del cronómetro llegó a cero, la gente se resistió a dejar de hablar, ¡todos contra el silencio no deseado!

Aitana Ávila atiende a una compañera en la mesa rosa. Jordi Alemany

Cinco portavoces designados por votación expusieron algunas de sus conclusiones. «Hay una demonización de las redes que culpabiliza a los jóvenes. Con ese discurso, es difícil pretender luego que contribuyan al aprendizaje de las nuevas tecnologías», planteó Aitor en nombre de la mesa rosa. Y la más aplaudida fue Leire, de la verde: «Queremos que nos quieran, pero para eso tenemos que querer también nosotros, perder ese miedo a acercarnos y preguntar. ¡Así se crean conexiones! Tú hablas con otra persona y ya no estás solo, y esa persona tampoco se siente sola».

Aún hubo tiempo para más. Se sortearon los dos cuadros de Lo Natural es Amar, con Zugaza como mano inocente, y también es casualidad que uno de los dos le tocara justo a él: Laura y Mari Carmen ya pueden presumir de tener obra en el Bellas Artes, aunque sea en el despacho del director. William tocó unas cuantas canciones más mientras los invitados disfrutaban de un lunch, y ahí seguían conversando Marian y Elghali, ¿recuerdan?, aquellos pioneros de la mesa naranja. Él le contaba cómo aprendió el castellano tras llegar a Bilbao, hace cuatro años, y lo implicado que está ahora en la organización de las fiestas de Deusto.

–¿Qué les ha parecido esta experiencia tan singular?

–Muy bonita –responde Marian–. A mí me encanta relacionarme con gente.

–Yo creo –añade Elghali– que podríamos hacerlo todas las semanas, ¿por qué no?

Pili Castro, Youssef EnNouary y Juanjo Leceta. Jordi Alemany

«El sentimiento de soledad es un aviso, un dolor de las relaciones»

«Yo no descubrí la soledad no deseada hasta los 80 años, hace cuatro, cuando falleció mi compañera de toda la vida. ¡Nos casamos el año 64! Me sentía como si me hubieran arrebatado la mejor parte de mí y me escondía por las esquinas para que no me vieran llorar. Antes había estado muchas veces solo, pero no me había sentido solo. Hasta que asumí que, sí, lo mejor de mí se había ido, pero lo mejor de ella se había quedado conmigo. No somos autónomos nunca, tenemos que seguir creando cordones de comunicación emocional toda la vida», expuso el jubilado Juanjo Leceta, que dialogó sobre la soledad con Pili Castro –de la Universidad de Deusto y Cáritas– y Youssef En Nouary.

El joven migrante, que llegó a Euskadi con 17 años, desmenuzó también su vivencia: «Al principio, con la emoción de viajar, descubrir y mejorar tu vida, no sientes la soledad. Pero llegas y no conoces a nadie, no sientes ese apoyo familiar: te das cuenta de que estas solo y eso cuesta mucho. Buscas conexiones que te lleven por buen camino, y ahí quiero dar las gracias a la gente que trabaja en las asociaciones, un puente hacia la integración».

Por su parte, la profesora Castro distinguió entre la soledad no deseada y el sentimiento de soledad: «También nos sentimos solos estando acompañados. La solución no es tan fácil como juntar gente y ya está: hay que crear conexiones». Es importante que esos vínculos sean variados y recíprocos, que sintamos que damos y que nos dan. «El sentimiento de soledad –concluyó– es como un dolor, es un aviso: te están doliendo las relaciones y eso sirve para ayudar a que nos movamos».

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