El gasolino de Portugalete se sumará al pago con Barik

«La ría va evolucionando, la gente se mueve de otra forma y hay otro tipo de transporte. Llega un momento en el que los gasolinos se quedan obsoletos totalmente, por lo que van desapareciendo», expresa Olabarria. Buscar nuevos caminos para evitar su fin e impulsar su uso ha sido el objetivo de la gerencia, renovada en 2021. Y desde entonces, afirman, se ha notado un aumento de usuarios debido a las mejoras implantadas hasta ahora -como la ampliación de horarios, pues ya se da también servicio los domingos por la tarde- y las que quedan por llegar.

¿Con qué va a contar el gasolino? «Si todo va bien meteremos el pago con Barik para finales de mes», avanza el gerente, aunque no se muestra muy esperanzado con la fecha, la cual podría alargarse, pues «el proceso burocrático es difícil y largo». Una implantación que probablemente disparará el número de viajeros y hará más fuerte este servicio -con un precio de 50 céntimos el viaje- ante la competencia del Puente Colgante -puede trasladar a cientos de pasajeros en un viaje a 55 céntimos por persona o 1,75 euros el vehículo-, pues la sociedad avanza hacia una era más digital donde proliferan los pagos con tarjetas y no en metálico.

Pero el gasolino se ha puesto las pilas y la gerencia está «a punto» de renovar las embarcaciones. Y la inversión es alta. «Es mucho, mucho dinero. No puedo decir una cifra pero es un desembolso muy importante, tardas unos añitos en pagarlo, pero hay que hacerlo para mantener los servicios», alega Olabarria. Y es que rondando «casi los 50 años, los botes están más que explotados, hay que actualizarlos».

Al igual que con el bote de Erandio, tampoco a esta altura del Nervión reciben ayudas de las instituciones, «ni siquiera durante la pandemia», añade. «Si hubiera algo te podrías agarrar a ello, pero no hay nada ni te dan trabajos promocionales como viajes o excursiones que organizan los ayuntamientos. Es todo a base de recursos propios». Sin embargo, la diferencia entre ambos servicios -el que recientemente ha echado el cierre y el que aún prospera- es abismal.

El botero de Erandio, Óscar Suárez, recalcaba a EL CORREO que con el bono transporte pasó de tener 400 pasajeros al día a 200 como mucho. La situación es distinta en Portugalete, donde «trabajamos bien todo el año. En verano aumenta con los turistas pero a lo largo del ejercicio, incluso en invierno, la línea de trabajo tiene muy pocos altibajos», afirma el gerente. Y es que superan los mil usuarios diarios. «No nos planteamos cerrar ni muchísimo menos».

En la villa jarrillera -con una plantilla de tres personas fijas, aparte de los dos gerentes- se da un «servicio potente con el bote porque el metro es mucho más lento» entre Portugalete y las Arenas, mantiene Olabarria. E incluso se refuerza cuando el Puente Colgante para su actividad por alguna avería o labores de mantenimiento. De hecho, en esas ocasiones es habitual ver dos embarcaciones para dar respuesta al gran volumen de demanda. Un ritmo al que están acostumbrados a lo largo del año, no solo en verano, y que podría aumentar con la implantación de estas mejoras que al servicio le vendrán «muy bien» y con el que, a pesar de ser el último bote de la ría, tendrá un futuro alentador. «La línea de trabajo que tiene y se prevé que tenga lleva a un incremento de su utilización por las mejoras de las embarcaciones y la inclusión de la Barik. La gente se va a animar a hacer uso del gasolino».