Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Los voluntarios de Galdakaoko Boluntarioen Gizarte Elkartea (GBGE) se han establecido desde el 7 de noviembre en la zona cero del desastre natural que hace más de dos meses arrasó Valencia. En el pabellón 51 de Paiporta, un municipio de unos 27.000 vecinos que ... fue el más golpeado por las inundaciones. 46 de las 223 víctimas valencianas residían allí. Los de Galdakao son los únicos vascos que quedan en la zona tras las primeras oleadas de solidaridad y dirigen el centro de recepción de ayuda, donde se centralizan las donaciones de empresas y particulares de toda España.
En los albores de la tragedia aquello era un caos: toneladas y toneladas de productos circulaban desorganizados y terminaba en los portales de las comunidades sin orden ni concierto. Furgonetas repletas de donaciones llegadas de todas partes dificultaban la circulación de los servicios de emergencia. Los voluntarios de Galdakao, que durante años han trabajado organizando la logística en los campamentos de refugiados de Grecia, llegaron primero a un acuerdo con el Ayuntamiento. Ahora toda la ayuda llega a una antigua fábrica de muebles que tuvieron que acondicionar en el polígono La Pascualeta. «Eso permitió descongestionar las carreteras y liberar espacios públicos, como colegios», relata Álvaro Saíz, que fundó la organización en 2012.
Los voluntarios recuperaron la electricidad, instalaron 100 camas, calentadores, duchas y cocinas en el pabellón, que se ha convertido en un gigantesco hipermercado solidario de 30.000 metros cuadrados donde llegan sin cesar toneladas de donaciones de particulares, entidades benéficas y centros logísticos. Los voluntarios las revisan desde primera hora de la mañana hasta última de la noche y las clasifican por categorías -pañales de bebé o de adulto, ropa de niño, mujer o caballero, productos de higiene, diferentes categorías de alimentos- que luego se reparten entre los 15 puntos de distribución que hay en la localidad, de los que cinco son oficiales.
La asociación también se ocupa de dar de comer a los voluntarios después de que la entidad World Central Kitchen del chef José Andrés dejara hace unos días su labor en Paiporta. En el pabellón duermen cada día un centenar de personas que trabajan en la logística -entre ellos decenas de voluntarios de toda España y más de 60 militares de la Unidad CIMIC (para la Cooperación Cívico Militar)- aunque se alimenta a más de 200. «Cada día necesitamos a 150 solo en el almacén y habrán pasado más de 3.000 personas por aquí», relata Saíz. Además de colaboradores habituales de la asociación, el modus operandi de la entidad es establecer alianzas con otros voluntarios que se sitúan sobre el terreno.
Así que han colaborado con policías y bomberos vascos y de la localidad, con Conductors Solidaris de Catalunya... Disponen, además, de camiones de la asociación, seis del Ejército y vehículos particulares. Durante estas fechas tan especiales el trabajo es, si cabe, más intenso y los voluntarios se organizan por turnos. «Ahora se reciben palés y palés de juguetes en cantidades industriales», relata Sáiz, que advierte que «nos quedan meses de trabajo aquí» y que no abandonarán la zona al menos hasta abril. Cuando llegaron, todo era «caos y desolación» y ahora, «muchos bajos y garajes siguen sucios y llenos de lodo, pero las calles son transitables. Algunos comercios ya se han lanzado a abrir, unos pocos, pero «el problema es que la gente no tiene dinero».
Aun así, se debe empezar ya a pasar a una nueva fase, en la que la apertura de comercios debe coordinarse con el reparto de tarjetas monedero a todos los vecinos beneficiarios para que consuman en las tiendas que han hecho el esfuerzo de volver a levantar la persiana. Una vez ocurra eso, se dejarán de donar alimentos para no perjudicar a los comerciantes. Después, explica Sáiz, se pasará a distribuir el remanente de la ayuda. Los pañales irán a las residencias o guarderías, los geles a los equipos de limpieza...
La asociacíón se nutre de donaciones de socios y particulares. Inició su andadura solidaria en Mongolia y después se desplazó a los campamentos de refugiados de Grecia. Se dedicó a quitar ceniza de La Palma durante meses, desplegando más efectivos que el Ejército, y también organizó una red de acogida en Polonia tras la invasión de Ucrania. Se trasladó a Turquía tras el terremoto, reparte alimentos en Galdakao, creó el proyecto de la 'nevera solidaria' contra el desperdicio alimentario y también acoge a refugiados, entre otros proyectos. «Estamos allí donde se nos necesita», resumen.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.