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Algo más de la mitad de la humanidad vive en ciudades. Si la evolución de las poblaciones sigue su rumbo actual, en 2050 esa distribución se desequilibrará hacia las urbes, que acogerán hasta al 68% de la población global. «Euskadi no se queda al margen ... de esta dinámica. Muy al contrario». Como ha recordado esta mañana Iñaki Arriola, «casi el 73% de los vascos «reside en áreas metropolitanas», que ocupan el 7% del territorio. Estudiar y debatir sobre las ciudades, los desafíos y oportunidades que plantea la urbanización en nuestra sociedad, no solo es conveniente, sino necesario y urgente». Es lo que se ha hecho en la torre Iberdrola, en Bilbao, en la jornada 'Ciudad e Innovación: oportunidades y desafíos', organizada con motivo de la celebración del Día Mundial de las Ciudades por el Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda en colaboración con la oficina en España de ONU Hábitat, agencia de las Naciones Unidas cuyo objetivo es promover ciudades y pueblos social y ecológicamente sostenibles.
Tal y como ha explicado Carmen Sánchez Miranda, responsable de la oficina de ONU-Hábitat en España, «venimos celebrando el Día Mundial de las Ciudades desde 2013. Cada año hemos debatido sobre diferentes temas». El de esta edición es la innovación, «que puede abarcar desde pequeñas ideas hasta avances tecnológicos muy complejos. Nuestro enfoque es una innovación que sea capaz de promover una ciudad que sea más sostenible, más resiliente, más segura y sobre todo más inclusiva». Bilbao se ha convertido hoy en la sede española de este evento, cuyos actos centrales se han celebrado en la ciudad rusa de Ekaterimburgo.
No es un descubrimiento señalar que las ciudades distan mucho de ser sistemas perfectos: en ellas hay desigualdades, el mismo acceso a la vivienda es un problema, son contaminantes, consumen demasiada energía y no son sostenibles. Sobre todas estas cuestiones y cómo abordarlas ha discutido un panel de expertos formado por Elja Diepenbrock, gerente de proyectos de la Red Europea de Fomento Urbano; Francisco Javier Martín Ramiro, director general de Vivienda del Ministerio de Fomento; la urbanista María Buhigas, el profesor Manuel Quirós, de IE Escuela de Arquitectura y Diseño; y Emilio Tejedor, responsable de Medio Ambiente y Gestión del Conocimiento de Iberdrola. Si en algo han estado de acuerdo es que todos estos aspectos distan mucho de contar con soluciones fáciles.
Sobre la progresiva concentración de la población en las ciudades, Francisco Javier Martín ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que una forma de afrontar este desafío sea «revertir la situación. Hacer frente a esa proyección» que sitúa a la mayor parte de la población asentada en entornos urbanos en 2050. «Nos hemos resignado ante este futuro. Puesto que hablamos de la innovación, creo que la mayor innovación que podemos hacer es darle la vuelta a ese proceso. Aunque eso no significa que no haya que mejorar las ciudades existentes». A su juicio, el reto es darle «oportunidades al entorno no urbano», para que no repita los fallos que se han dado en las ciudades hasta ahora. En cualquier caso, hay que «hacer políticas que tengan como ejes la calidad de vida del ciudadano y su opinión. Ya no podemos modificar nuestras ciudades sin un proceso participativo claro y valiente» de sus habitantes.
Elja Diepenbrock ha señalado que «tenemos que ser muy críticos. No todo es bueno en la tecnología». Muchos avances en principio ventajosos conllevan problemas insospechados. ¿Un ejemplo? «Las compras on-line». Resulta que en Holanda más de la mitad de los artículos comprado vía internet se devuelven, lo que genera un tráfico de furgonetas que traen y llevan los productos, y que generan emisiones. «Cada vez que aplicamos una tecnología, en la ciudad, en el campo, donde sea, tenemos que ser críticos», ha añadido.
Diepenbrock también ha hecho hincapié en la importancia de la participación ciudadana, a la que París «dedica el 5% de su presupuesto anual». Otro ejemplo es el de Gante, ciudad belga en la que los vecinos empezaron a desalojar el tráfico rodado de algunos barrios a base de ocupar las calles en momentos determinados de la semana para realizar encuentros vecinales, celebrar comidas o montar parques de juegos para niños en plazas de aparcamientos o en las calzadas. La iniciativa acabó siendo asumida por el Ayuntamiento de la ciudad. «Se mejoró la calidad de vida. ¿Coste? Cero».
La urbanista María Buhigas ha recordado que las ciudades «no son un lienzo en blanco» sobre los que se puede intervenir libremente, a partir de la nada. «Las planificadas son muy pocas, son el porcentaje menor y casi anecdótico de la realidad urbana». Lo habitual es que «en las ciudades todo ya está hecho, así que nos toca arreglar lo que ya está». Y los problemas «que tenemos que resolver son de tal envergadura que sería de una arrogancia suprema pensar que vamos a encontrarles una solución mágica».
Manuel Quirós ha apuntado que «sin duda las tecnologías nos van a ayudar» en cuestiones como «la optimización de la energía, la gestión de residuos, etc.» Pero todo esto va a ser insuficiente. Porque el mundo atraviesa «una crisis climática y una crisis de biodiversidad». Un problema que «desde las ciudades no percibimos y a veces nos cuestionamos». Se ha alcanzado un punto en el que «lo que ahora necesitamos de la naturaleza es mayor que lo que la propia capacidad de la naturaleza nos puede dar». «Tecnología sí –ha afirmado Quirós–, pero acompañada de soluciones basadas en la naturaleza y con una sociedad civil muy activa, muy exigente y responsable».
Desde Iberdrola, firma que ha hecho las veces de anfitriona del encuentro, su responsable de medio ambiente y gestión del conocimiento, Emilio Tejedor, ha señalado que las urbes actuales «están sometidas a mucha presión, se enfrentan a retos enormes que deben ser abordados desde enfoques holísticos». Su motor, «que es la parte que me toca, es la energía. El desarrollo demanda energía. Y uno de los objetivos de la sostenibilidad es desacoplarse de ese hambre de energía insaciable».
«Necesitamos que el motor de nuestra sociedad sea sostenible, y eso pasa por la descarbonización y por un uso racional de la energía, mucho más eficiente». En este sentido, el representante de Iberdrola ha señalado que, según un estudio, «el mundo se mueve a una eficiencia del 33%. Dos terceras partes de la energía generada simplemente se va. Las desperdiciamos. Un objetivo es racionalizar esto».
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