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La atención, el razonamiento, la comunicación, el lenguaje, la memoria, la percepción emocional del propio comportamiento y el de los demás... son funciones cognitivas ... que todos debemos aprender desde niños, pero que cobran aún más importancia en el caso de las personas con síndrome de Down, con más dificultades de adaptación. Trabajarlas les permiten en buena medida saber qué conducta social adoptar en determinadas situaciones y adecuarla dentro de un entorno determinado. Algo necesario para ganar en autonomía, que es uno de los grandes objetivos de los terapeutas que trabajan con estas personas y, en particular, de la Fundación Síndrome de Down y otras discapacidades del País Vasco que, desde su sede en Bilbao (Virgen de Begoña 12, 14 y 16) atiende a 535 vascos de 0 a 75 años, tal y como explica su gerente, Óscar Seoane.
Para ahondar en este propósito, esta entidad acaba de inaugurar una sala sensocognitiva única en el País Vasco que cuenta con diversos estímulos para los diferentes sentidos. Un tubo de burbujas, luces de diversos colores, proyector, piscina de bolas, aromas, pufs con vibración... Elementos de gran versatilidad para los diferentes sentidos que, regulados y controlables, permiten realizar una intervención terapéutica y educativa en el ámbito sensorial, cognitivo, motor, social y emocional, de una manera más lúdica que con las habituales fichas de papel y lápiz, los habituales ejercicios físicos y juegos, desde muy diversos enfoques y con múltiples objetivos. Como por ejemplo, «detectar un posible envejecimiento prematuro», a lo que este colectivo es más propenso por razones de naturaleza neurobiológica y que puede presentarse a los 35-40 años. «O todo lo contrario, puede darnos pistas de un posible bloqueo o un retroceso», señala Nagore Nieto, responsable de la nueva instalación.
Para realizar estos ejercicios de memoria, lenguaje en la sala congnitivosensorial, se ha utilizado un conjunto de aplicaciones y tecnología patentado bajo el sello Neurobai que se adapta al estado cognitivo y conductual de cada usuario. Y que, además, automatiza, digitaliza y registra toda la información de su terapia, lo que va a permitir analizar su evolución en el tiempo. «Es una alternativa increíble en nuestra intervención educativa diaria y que contribuye al bienestar físico y motivacional de las pesonas con síndrome de Down, sobre todo teniendo en cuenta que muchas no han tenido hasta ahora contacto alguno con las nuevas tecnologías«, incide Nieto.
Hasta la fecha, 25 usuarios han empezado a experimentar en esta sala, con resultados «muy gratificantes». Como Rubén Jiménez, de 42 años, y usuario del centro de día. «Vengo los viernes, es el mejor día de la semana. Esto es más que emocionante. Me motiva, aprendo, me divierto, me encanta sentir los colores y pisar las imágenes», comenta. Rubén ordena las secuencias que proyecta el programa Neurobai, ordena secuencias , se relaja en el puf con las tiras de luces sobre su cuerpo, juega a meter goles a su terapeuta con un la imagen de un balón de fútbol proyectada en el suelo y, cuando toca actividad de grupo, habla de sus sensaciones en torno a una mesa de luz con otros usuarios mientras de un difusor emana un aroma. «Ha dado un salto de caballo en un mes», comentan sus terapeutas. «Esta herramienta consigue afianzar la base cognitiva que personas que él necesitan tener para llegar a mayores autónomos», observa Óscar Seoane.
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