Eran aproximadamente las diez menos cuarto de la mañana cuando Jose, vecino del número 26 de la calle Zamakola, en el barrio bilbaíno de La Peña, salía por el portal. «Llevaba un rato escuchando un ruido extraño como 'psiiiii'», reproduce. Unas obras municipales tienen levantado ... el pavimento de la vía para hacer reparaciones en la acera desde hace días. De repente, el joven sintió una «explosión. Pensé: 'cuando explote la siguiente, te mata'. Y salí corriendo», admitía este viernes después del susto.
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Según confirmó una portavoz del Ayuntamiento de Bilbao, el suceso fue provocado «por un error». «Han picado una tubería de gas y se ha producido un escape». Tras la deflagración, una inmensa llamarada avivada por el gas trepó por la fachada del número 28, el más afectado junto al 30, hasta alcanzar el séptimo y último piso, donde las plantas quedaron chamuscadas.
La columna de fuego arrasó los balcones y derritió persianas y tuberías a su paso. El más afectado fue el primer piso del portal 28, cuyos dueños se encontraban fuera de vacaciones desde hacía tres semanas. Los dos superiores también tenían serios daños en la fachada exterior y el resto, desperfectos menos graves. La excavadora que los operarios estaban empleando en las obras quedó reducida a cenizas.
Al hospital Los heridos sufrían intoxicación leve por humo, entre ellos un matrimonio mayor y una embarazada
Realojos Las 42 familias que residen en el portal 28, el más afectado, no saben aún cuándo podrán volver a sus casas
Se vivieron momentos de gran angustia. Mónica y su hija estaban en la cama en ese momento. «Sufrí un ataque de pánico al escuchar lo que parecía una bomba. Casi salgo de casa en bragas. Luego me puse lo primero que pillé, un camisón», confiesa aún «con el corazón a mil». «Cuando bajamos al portal, no se podía ni entrar ni salir. Y olía mucho a gas». Los primeros ertzainas, que llegaron corriendo, pidieron a los vecinos, en un primer momento, que cerraran las ventanas y se colocaran en la parte de la casa opuesta al fuego.
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«Menos mal que mucha gente está ya de vacaciones, que si no...», suspira Mónica. «¡Esto parece un edificio de Ucrania!», comparaba la mujer en referencia a las consecuencias de los bombardeos de la guerra.
A la mayoría de los residentes les pilló fuera de casa, o llevando al niño de dos años al colegio o haciendo deporte sin el móvil encima, como a Rosa, del séptimo, o de vacaciones, a los del primero y el tercero. Las redes sociales enseguida echaban humo y todo el vecindario se dio por enterado en pocos minutos, por muy lejos que estuviesen de La Peña.
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Varios familiares de afectados se acercaron hasta el lugar preguntando por los suyos porque no lograban contactar con ellos por teléfono y se vivieron momentos de gran preocupación. «¡Que miren en el sexto, que está mi hija dormida!», gritaba una madre, impotente, a los ertzainas, que trataban de hacerle entender que no le dejaban cruzar el cordón policial por su propia seguridad. Dos mujeres buscaban desesperadas a sus padres, dueños de uno de los pisos más quemados. Luego supieron que estaban a salvo, al otro lado de la calle, detrás del cordón. Otros preguntaban por sus mascotas, perros y gatos.
Los Bomberos buscaron piso por piso hasta comprobar que no había nadie dentro, incluso tirando puertas abajo si era necesario. Finalmente, según informaron fuentes municipales, seis personas tuvieron que ser trasladadas a centros hospitalarios con afecciones leves por inhalación de humo, entre ellos un matrimonio mayor y una mujer embazarada de manera preventiva.
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Maxi y su mujer justo acababan de salir de viaje al pueblo, a Medina de Pomar (Burgos) para pasar una temporada cuando se enteraron de que un espectacular incendio estaba devorando su bloque y se dieron la vuelta en mitad del camino. «Está todo abrasado», explicaba el hombre por teléfono a uno de sus hijos. «Menos mal que habíamos cerrado todo porque marchábamos», suspiraban aliviados. En otros casos, las llamas y el humo penetraron en las viviendas, que quedaron llenas de hollín. Los daños materiales tendrán que ser evaluados a partir de ahora. «Cuando entremos en casa a ver qué nos encontramos».
Los Bomberos del cercano parque municipal de Miribilla lograron sofocar el incendio en poco tiempo y revisaron la fachada con la ayuda de la escala y la estructura para que no entrañe problemas de seguridad. En total, 42 familias residen en el número 28 de la calle Zamakola, la mayoría de ellas cuentan con algún familiar que les puede realojar hasta que puedan entrar en sus casas.
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El timbre de Félix San Román y familia empezó a sonar «de forma insistente» sobre las diez menos cuarto de la mañana de este viernes. El hombre, que vive en un tercer piso del número 28 de la calle Zamakola, estaba desayunando en ese momento. Cuando abrió la puerta, «era un vecino. 'Está ardiendo la escalera', dijo. Pero no podíamos salir porque el portal estaba lleno de humo y había fuego justo frente a la puerta. Y como salía gas...». Tiempo después, cuando las llamas habían sido sofocadas, fueron los ertzainas y bomberos quienes les pidieron que salieran de casa y ya no les volvieron a dejar entrar. Pasadas las cinco de la tarde, aún seguían en la calle y ni siquiera sabían dónde iban a pasar la noche. «Nos han dicho que igual no podemos entrar en dos o tres días». Félix se queja de la «desatención» por parte de Acción Social del Ayuntamiento». «Nos dicen que hablemos con el seguro, pero tendrán que colaborar más ¿no?», protesta.
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