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Euskadi necesita jóvenes que hablen idiomas, con mundo, sin miedo a viajar, con habilidades singulares... ¡Ahí va! Si hay un montón de ellos en el barrio de San Francisco... Pero claro, la mayoría son negros y ven pasar los días lentamente desde las plazas ... del lugar más frágil de Bilbao.
Eso no tiene ningún sentido, pensó Georges Belinga. Bilbaíno de 38 años, es hijo de española y camerunés: «Mi padre fue uno de los siete primeros negros que llegaron a Bilbao». Lo hizo antes incluso de que Zarama, a mediados de los años ochenta, cantase aquello de 'Iñaki, zer urrun dago Kamerun'.
La cuestión es que Belinga creó hace tres años un vivero de microempresas sociales de origen migrante para dar vidilla al barrio de San Francisco. Eso que suena tan raro es fácil de entender: se trata de ayudar a la gente a crear su propia empresa haciendo lo que mejor sabe hacer. «Hay inmigrantes que no se dan cuenta del valor que tienen las habilidades que poseen, y de que esas habilidades pueden convertirse en una profesión». Es decir, que para integrarse aquí, para ganarse la vida, ¿por qué tienen que entrar en la rueda de hacer, por ejemplo, cursos de soldador? «La inmigración ahora sólo aporta mano de obra barata, y Euskadi no necesita eso, sino especialización, valor añadido».
30 personas están implicadas en estos momentos en distintos proyectos de Koop SF34, el vivero de microempresas sociales del barrio de San Francisco.
Un líder con premio El impulsor de Koop SF34 es Georges Belinga, bilbaíno de padre camerunés que estudió Marketing Internacional, se licenció en Inglaterra en Negocios Internacionales y luego cursó en Alemania un máster sobre nuevas tecnologías de la información. Su labor en el barrio de San Francisco, donde quiere impulsar el autoempleo entre inmigrantes africanos, ha sido reconocida por la Fundación Novia Salcedo con el Premio a la Persona de este año. El galardón será entregado mañana por el Rey Felipe VI.
Otros galardones La Fundación Novia Salcedo también distinguirá a Sabino Ayestaran y Diego Echegoyen; a las empresas Tu Primera Pega/Tu primer Laburo y Egile Corporation XXI; y al centro socioeducativo Braval.
Lo del valor añadido no significa únicamente sentarse a hacer cosas abstrusas delante de un ordenador. Significa que si un camerunés como Miterand es un reconocido boxeador, dé clases de boxeo. Que si el angoleño Kikadi baila kizomba y afrohouse con pericia y ritmo frenético, enseñe a otros a hacerlo en el proyecto Afrodance. Que si la argelina Nadia Moussanba cocina bien, ella y otra decena de mujeres africanas vendan sus platos en el Mercado de las Especias...
Esta filosofía, plasmada en el vivero de microempresas Koop SF34 –nació en el número 34 de San Francisco–, es la que ha llevado a que Belinga haya sido galardonado por la Fundación Novia Salcedo con su Premio a la Persona. Se le reconoce «su trayectoria profesional, su compromiso y liderazgo ético, así como su actitud emprendedora y su acercamiento a la inmigración de manera positiva». Todo ello ha servido para impulsar «el cambio de la sociedad en el barrio más conflictivo de Bilbao». Este lunes recibirá el reconocimiento de manos del Rey, Felipe VI. Como es natural, está nervioso. «La escaleta es superrígida. ¡Está todo medido al minuto!», se maravilla.
La misma mano que va a dar al Monarca se la va ofreciendo a quienes se cruzan con él por San Francisco. Ahí es una especie de celebridad y saluda por su nombre de pila a la gente por la calle. Los niños le piden que juegue al fútbol con ellos.
Pero cuidado. No quiere que se confunda lo que hace con el buen rollete ni la onda buenista. Se trata de hacer negocios. De que la gente encuentre un modo de ganarse la vida. De economía social. Tiene especial relevancia el proyecto Afrikanized Commerce, en el que juega un papel importante Curro Gorostiaga, empresario de 68 años que en su día fue propietario de la bodega Gorostiaga y Goitisolo. El origen de la iniciativa es el siguiente: la implantación de las empresas vascas en África es mínima porque les da miedo el continente negro y no tienen contactos allí. Pero aquí hay un montón de inmigrantes que conocen el idioma, el entorno y a empresas locales. Así que pueden hacer de puente. Ahora en Koop SF34 están metidos en el reto de llevar allí unidades energéticas autónomas para activar diferentes industrias. «Si se genera actividad en los países de origen, la gente no se va a ver en la necesidad de emigrar», dice Gorostiaga. De momento, en esta aventura energética cuentan con el apoyo de firmas como Elecnor, EDP o la Universidad de Mondragón.
Sin embargo, la mayoría de los proyectos tienen una dimensión más local. Y, sobre todo, pretenden ser una especie de trampolín. Así se lo plantea Nadia Moussanba, la argelina del Mercado de las Especias. Se pasa el sábado cocinando para vender sus platos el domingo en la plaza de la Cantera. Se saca un dinero, sí. Pero poco. «Mi idea a futuro es que, a través de la comida, la gente quiera visitar mi país. Quiero organizar viajes de este tipo».
Kikadi Daniel, el de Afrodance, también tiene en mente, de aquí a un tiempo, montar un centro de baile con Naomy Paula. «Dar el salto». Es eso lo que le gusta, y no la automatización y la robótica industrial que ha estudiado.
Hay bastantes ámbitos en los que Koop SF34 está trabajando. El proyecto Sildofaya junta a un buen grupo de músicos de varias nacionalidades y les procura actuaciones; hay una iniciativa para formar en cuestiones de moda a personas que se dedican a la costura, es decir, que pasen de hacer dobladillos del pantalón a diseñar prendas; se está preparando el proyecto Azotea 34, para cultivar vegetales ecológicos que luego se distribuirán a restaurantes de la zona, una aventura en la que también está implicada la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR).
Las posibilidades son infinitas y, además, todo esto supone una inyección de autoestima para el barrio. «Ahora, este premio de Novia Salcedo nos pone en el mapa», se felicita Belinga. Claro, no es lo mismo ir a cualquier país africano así, a pelo, que con una foto con el Rey de España bajo el brazo. «Nos va a dar visibilidad».
Koop SF34 necesita de apoyos. Y uno de los fundamentales es el del centro de Formación Profesional Harrobia, en la plaza de la Cantera. Le pone cara Beatriz González, encargada de las relaciones con Lanbide y Hobetuz, porque con estas instituciones tienen convenios para dar cursos. Pues bien, Harrobia le ha cedido a Koop SF34 varios espacios donde los emprendedores pueden dar sus clases de baile, de boxeo, de manualidades, de costura... Incluso en su azotea se instalará un huerto ecológico. «Entendemos que el centro se tiene que acercar al barrio, y vemos la cesión de estos espacios como algo natural», dice González. De hecho, hay alumnos que tras terminar su formación idean un proyecto y comienzan a dar sus primeros pasos en el vivero de empresas.
En cuanto a la financiación de Koop SF34, tienen un papel fundamental la Diputación y el Ayuntamiento, y empresas como La Caixa o Coca-Cola.
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