Daniel Martínez
Sábado, 26 de mayo 2018
El ansiado tercer carril de la A-8 entre Solares y el límite con Bizkaia, que está llamado a solucionar las habituales congestiones de la autovía y a mejorar la seguridad en una de las carreteras con mayor siniestralidad de España, sigue sin tener fecha. ... Ni para el inicio de las obras ni para su puesta en funcionamiento, pero sí cuenta con el «compromiso del Gobierno de España» para que los trabajos se lleven a cabo lo antes posible y con una fórmula que acelerará los plazos. Así lo confirmó ayer el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, durante la presentación en Santander del estudio del proyecto, que fija el coste final de la actuación en 495 millones de euros, una cifra muy superior a la anunciada hasta el momento. De la Serna anunció que el Ejecutivo ha optado por seguir un procedimiento extraordinario para la construcción de los dos tramos más conflictivos, el que discurre de Colindres a Mioño (Castro Urdiales) y el que arranca en este punto y termina en Ontón, el último pueblo antes del cartel que anuncia la entrada en el País Vasco.
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Lo hará incluyendo estos 35 kilómetros -en total se intervendrá sobre 59 kilómetros de la Autovía del Cantábrico- en el Plan de Inversiones de Carreteras del Estado (PIC). Aunque tiene más implicaciones, la principal consecuencia de esta medida «inédita» en la comunidad vecina es que los trámites administrativos se verán reducidos de manera sustancial.
¿Cómo? Por ejemplo, los técnicos no tendrán que elaborar un proyecto de construcción, sino que será la propia empresa concesionaria la que lo redacte y Fomento únicamente dará, si procede, el visto bueno. Además, las obras incluidas en el PIC pueden llevarse a cabo aunque no tengan una partida concreta en los Presupuestos Generales del Estado, ya que las empresas no empiezan a cobrar hasta que la infraestructura entra en funcionamiento. A partir de ese momento, la contrapartida es que se queda con el contrato de mantenimiento durante 30 años, algo que, a efectos prácticos, no tendrá ninguna repercusión para los usuarios. Así, los trabajos comenzarán por la zona oriental, la que sufre una mayor densidad de vehículos y donde los problemas de falta de capacidad de la vía son más evidentes.
«Se trata de un proyecto muy complejo, de ahí que estemos empleando un poco más de tiempo de lo previsto», excusó el ministro. En este sentido, desplegó algunos números que lo demuestran. Para poner en funcionamiento el tercer carril será necesario levantar 90 nuevas estructuras. En concreto, 13 nuevos viaductos, 27 pasos superiores y 48 inferiores, una pasarela peatonal (en Castro Urdiales, a petición del municipio) y un túnel. A ello hay que sumar 97 muros de contención sobre una orografía muy escarpada y repleta de taludes y desmontes de hasta 70 metros de altura y la modificación de 21 entradas y salidas de la autovía.
El primer tramo (Solares-Colindres), de 24,1 kilómetros, es el que menos quebraderos de cabeza ha dado a los técnicos y, por tanto, también el que requiere una menor inversión, algo más de 129 millones de euros. Para conseguir los 10,5 metros de calzada por sentido que requieren los tres carriles -esta será la medida estándar en todo el trazado-, no habrá que hacer grandes intervenciones. Sobre todo, porque el que en su momento ideó los viaductos hoy existentes ya pensó en que podría haber una obra de ampliación como la que se presenta en el horizonte.
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No ocurre lo mismo en los dos siguientes viaductos que aparecen según se avanza hacia Bizkaia. En los casos más extremos, habrá que tirarlos abajo y construirlos de cero. En otros se puede aplicar la solución intermedia de aumentar su tablero adosando una estructura metálica sobre la actual. Sin llegar todavía a Colindres, está proyectada una nueva área de servicio a la altura de Jesús del Monte (Hazas de Cesto) que requerirá una rectificación del trazado.
A partir de ahí, a cada kilómetro aparece una dificultad. En Oriñón -aquí es donde una estructura metálica servirá para ampliar la calzada del viaducto-, en Ontón, en Hoz o en el entorno de Saltacaballo, una de las zonas en las que los fines de semana, especialmente durante el verano o en periodos vacacionales, los atascos son más frecuentes debido al gran número de personas que regresan a Bizkaia desde municipios costeros como Laredo, Noja o Isla.
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En el túnel de Hoz habrá que excavar con martillo hidráulico para ampliar cada uno de los dos tubos existentes, así habrá espacio para el tercer carril y también mayor visibilidad. Además, se actuará para adaptar su impermeabilidad y su drenaje a las actuales normativas. El que se hará de cero es el viaducto de Ontón, ya que no es posible trabajar sobre el actual. Y en Saltacaballo nacerán otros dos (uno en sentido Santander y otro en sentido Bilbao) de aproximadamente 800 metros con menor curva y pendiente. De la Serna apuntó que esta última estructura -el ministro ya dijo hace semanas que la opción de un túnel para salvar este punto negro era inviable- es uno de los motivos que ha provocado el incremento del coste total del proyecto. De los 495 millones de euros de los que habla el estudio, 7,1 se destinarán a expropiaciones.
Cuando comiencen las obras habrá que esperar alrededor de tres años para verlas concluidas. Antes, lo que toca es sacar a información pública el anteproyecto, esperar a que los afectados hagan sus alegaciones y remitir todos los papeles al Ministerio de Medio Ambiente para que dé el visto bueno a la declaración de impacto ambiental, que por la complejidad de la actuación y las zonas que atraviesa será «exigente». Cuando las máquinas estén sobre el terreno, el ministro considera que la afección al tráfico -las molestias para los conductores- no será elevada por la existencia ya de dos carriles por sentido. Esto hace que puedan habilitarse desvíos de tráfico en todos los puntos «salvo en los túneles».
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De la Serna aprovechó su decimosegunda visita del año a la región para hablar de los avances que se están produciendo en la tramitación de otros proyectos de interés para Cantabria. En este sentido, cree que Fomento «va a ser capaz» de publicar este año la aprobación definitiva del estudio de integración ferroviaria de Santander, que tiene un presupuesto de casi 190 millones y está cofinanciado por el Ayuntamiento y el Gobierno de Cantabria.
Cuando en abril de 2011 los gobiernos cántabro y vasco pusieron a prueba un carril reversible en la A-8 se querían evitar las habituales caravanas kilométricas que soporta la autopista. El experimento acabó mal tras las protestas de la comunidad vecina al considerar que suprimir temporalmente un carril de salida de Bizkaia multiplicaba las retenciones hacia Bilbao, pero desde entonces el problema sigue siendo el mismo: cómo garantizar la fluidez del tráfico en una arteria con una densidad media de 48.000 vehículos, el 8% pesados, que se dispara los fines de semana provocando su saturación en las horas puntas.
Detrás de todo se encuentra un fenómeno sociológico que las distintas administraciones tiene bien asumido. La cercanía y la mejoría de las comunicaciones han multiplicado las relaciones. Personales y laborales. Sólo como dato, las 26.367 personas nacidas en el País Vasco pero que hoy están empadronadas en Cantabria representan ya más del 4,5% del total de su censo regional. Y su número ha crecido casi un 50% desde 2001, por mucho que en los últimos cuatro años la situación se haya estancado e incluso se aprecie cierta caída (medio millar de personas menos). El caso es que la mayor parte de esta gente, ya sea por motivos laborales, familiares o ambos, mantiene lazos estrechos con Euskadi que se traducen en continuos viajes por la autopista.
Sólo el 22% para en Castro
Luego están los que disponen de una casa en alguna localidad cántabra, pero oficialmente viven en el País Vasco. Siempre se ha hablado de Castro Urdiales como el paraíso de esta segunda residencia, y es verdad que sobre todo en periodos vacacionales su población se dispara. Pero las frías cifras revelan que buena parte de estos visitantes no son vizcaínos. Según los estudios que se realizaron ya con motivo del carril reversible, sólo el 22% del tráfico que sale de Euskadi por la A-8 tiene como destino Castro Urdiales. Eso significa que el 78% va más lejos, de ahí que se haya visto la idoneidad de estirar el tercer carril hasta Solares. Porque en medio hay municipios donde la presencia vasca también es bien nutrida, con Laredo, Noja o Isla como principales destinos.
No hay que olvidar que, además de esta estrecha relación entre ambas comunidades, la autopista A-8 ejerce también como puerta de entrada por carretera a toda la cornisa cantábrica. Y desde la entidad Automovilistas Europeos Asociados, recuerdan que el 70% de los turistas que entran en España lo hacen sobre ruedas.
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