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E. C.
Sábado, 17 de agosto 2024, 02:17
En 2015 Danilo Baccarani, vecino de Turín, viajó hasta Bilbao para ver al Torino jugar en San Mamés. Además de ver el partido, se fue de cañas, comió pintxos, paseó por la ciudad... Pero le quedó algo pendiente: visitar el Guggenheim. No pudo hacerlo porque, tal y como él mismo explicó ayer a EL CORREO, su familia no le dejó. «Mi mujer me dijo que sin ella no había museo», decía.
Ayer, casi una década después, ambos cumplieron su sueño de visitar el museo en familia. Y lo pudieron hacer gracias a Juan Ignacio Vidarte, director de la pinacoteca, quien después de leer a Baccarani se puso en contacto con él para invitarle cuando volviera. «El museo es increíble por fuera y por dentro. ¡Extraordinario! Cada vez que vuelvo a Bilbao veo una ciudad más bonita», aseguró el italiano tras recorrer las galerías. «Sobre todo quiero dar las gracias a Vidarte por acordarse de una promesa de hace nueve años».
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